Ideas Principales de la Iglesia y las grandes fortunas mineras y comerciales
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El papel de la Iglesia en la economía Novohispana
Ya aprendiste sobre el papel de la iglesia, que fungió como una de las instituciones más importantes de Nueva España, pues tenía un poder inmenso, no solamente moral y político, sino también económico.
Precisamente, en este último ámbito te centrarás y descubrirás el papel de la iglesia, los mineros y los comerciantes en la economía, principalmente en la concentración de la riqueza y la formación de grandes fortunas.
Te has preguntado, ¿hasta qué punto llegó la participación de la iglesia en el ámbito económico? ¿Qué tan relevante fue la minería y el comercio en el Virreinato?
Conocerás cómo la iglesia logró acumular grandes fortunas por el cobro del diezmo, y de los servicios religiosos como bautizos, bodas, misas y defunciones.
Además, sabrás cuáles de las órdenes religiosas, que llegaron a Nueva España con la tarea de “evangelizar”, concentraron grandes propiedades rurales en las tierras mejor cotizadas.
Por otro lado, identificarás de qué manera los mineros acumularon fortunas por la extracción de plata y otros minerales. Finalmente, conocerás la relevancia de los españoles que dominaron el comercio de Nueva España desde un inicio.
Lee el siguiente fragmento del libro Historia Social y Económica de México (1521 – 1854) del historiador Agustín Cue Cánovas, sobre algunas de tantas fuentes de riqueza eclesiásticas.
Te sugerimos poner mucha atención y tomar nota de los aspectos que consideres relevantes.
“De acuerdo con el derecho canónico, los bienes de la Iglesia no podían enajenarse, es decir, constituían lo que se llamó bienes de manos muertas. Además, durante más de dos siglos, las propiedades del clero no cubrieron impuestos, lo que reducía considerablemente los ingresos de la hacienda pública.
Numerosas y diversas fueron las fuentes de la riqueza eclesiástica. En primer lugar y más importante por su carácter general, la limosna. Después los diezmos (que los indios no cubrían), las primicias y las oblaciones, es decir, los ofrecimientos. En seguida las obvenciones parroquiales o pago por administración de sacramentos. También las donaciones, legados y participación en herencias y, por último, los prestamos sobre tierras.
Otras fuentes de ingreso fueron las peregrinaciones, la construcción de iglesias y conventos, etc.
Los capitales invertidos por la iglesia principalmente en operaciones de crédito agrícola eran otorgados a través de instituciones especiales llamadas bienes de obras pías y juzgados de capellanías, cuyos fondos se obtenían de la imposición de capitales y de bienes para destinar sus productos a obras piadosas y al sostenimiento de parientes o hijos adoptivos del donante.
Además de los tributos que los indios cubrían a la iglesia, sin retribución alguna, prestaban servicios personales en la construcción de iglesias y conventos. A pesar del real dominio de diezmos, éstos fueron cedidos generosamente por los monarcas a la iglesia y sus representantes.
Los indios eran obligados a llevar sus tributos eclesiásticos, a los lugares que se les señalaba, realizando largas y fatigosas jornadas. Se calcula que sólo por concepto de diezmos, la iglesia percibía anualmente la suma de 18 millones de pesos.
Los capitales prestados por las instituciones eclesiásticas, les producían un interés anual de 2 a 3 millones y más de millón y medio las rentas de sus propiedades rústicas y urbanas.
La iglesia, gracias a su función importante de institución de crédito principalmente rural, logró ligarse estrechamente a los grandes terratenientes laicos, sometidos en su mayoría a ella por los prestamos recibidos, e interesados por tanto en la defensa y protección del clero y de sus funcionarios.
Por otra parte, la concentración de una gran parte de la propiedad territorial en manos de la iglesia, perjudicó gravemente a la agricultura pues extensos territorios permanecieron estériles y fincas rústicas y urbanas sufrieron deterioro y ruina progresivos, por falta de reparaciones y de mejoras.
El latifundismo eclesiástico también originó daño en la industria y al comercio. En la ciudades y poblaciones principales, monasterios y conventos eran obstáculo a la circulación de transeúntes y mercancías.
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