Hoy sabemos que la Tierra es un planeta muy antiguo: se formó hace miles de millones de años. Sin embargo, ese dato es relativamente nuevo. Recién en 1953, sobre la base de investigaciones realizadas durante muchos años, se consideró que la “edad” del planeta es de aproximadamente 4500 millones de años.
Los instrumentos y métodos de investigación modernos permitieron llegar a ese resultado, aunque la preocupación y las teorías sobre la antigüedad terrestre ocuparon a pensadores de diferentes culturas durante milenios. Más allá de los métodos e instrumentos disponibles, el primer problema de los hombres y mujeres de ciencia de la antigüedad fueron los prejuicios de otros y de ellos mismos. Aunque dispusieran de indicios que demostraran una antigüedad mayor de la que proponían, esos prejuicios no les permitían interpretarlos.
Por ejemplo, en Europa, hasta mediados del siglo XVII, la Biblia era el libro que, en el círculo de la mayoría de filósofos y naturalistas, de alguna manera funcionaba como una referencia teórica para interpretar los datos que aportaban las observaciones de la naturaleza.
Tan es así, que en el año 1650 un arzobispo irlandés llamado James Ussher, sostuvo que la Tierra fue “creada” 4004 años antes del nacimiento de Cristo. Su cálculo se basaba en el estudio de la Biblia y la cronología de acontecimientos que allí se contaban.
La mayoría de las y los naturalistas, hasta bien entrado el siglo XIX, interpretaron sus observaciones del mundo natural de modo de adecuarlas a la propuesta de Ussher.
Pero algunas y algunos naturalistas “rebeldes” empezaron a pensar por su cuenta, despojados de aquellas ideas que contradecían sus propias observaciones y otras evidencias que se iban produciendo. Uno de ellos, el conde de Buffon (un naturalista francés), en 1779 se atrevió a decir que la Tierra tenía 75000 años de edad. En esa época la mayoría consideró que solo era una loca idea, surgida de la mente del conde.
En 1830 un geólogo inglés, Charles Lyell, sobre la base de observaciones de los paisajes, las características de las rocas y de los fósiles, pensó que los cambios que se producían en la geología del planeta debían ser lentos. Tan lentos que la Tierra debía ser mucho más antigua para que hubiera el tiempo suficiente para que se produjeran los fenómenos que condujeron a la fisonomía actual del planeta. Las ideas de Lyell influyeron muy fuertemente en otro inglés: el naturalista Charles Darwin. A partir de las teorías de Lyell y de sus propias observaciones, Darwin propuso que la Tierra tendría que tener, al menos, 300 millones de años de antigüedad.
Evidentemente, los cálculos de Buffon y luego de Darwin están muy lejos de los miles de millones de años que actualmente se proponen como edad de la Tierra. Pero más allá de esa diferencia de cálculo, fue el cambio de las ideas lo que permitió que algunos naturalistas pudieran ver el mundo con otros ojos. Ideas que les permitieron interpretar la realidad apoyándose en sus propias investigaciones y pensamiento, y así evitar la adecuación del resultado de sus observaciones a las ideas generadas a partir de otros modos de ver el mundo.
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Por ejemplo, en Europa, hasta mediados del siglo XVII, la Biblia era el libro que, en el círculo de la mayoría de filósofos y naturalistas, de alguna manera funcionaba como una referencia teórica para interpretar los datos que aportaban las observaciones de la naturaleza. Tan es así, que en el año 1650 un arzobispo irlandés llamado James Ussher, sostuvo que la Tierra fue «creada» 4004 años antes del nacimiento de Cristo. La mayoría de las y los naturalistas, hasta bien entrado el siglo XIX, interpretaron sus observaciones del mundo natural de modo de adecuarlas a la propuesta de Ussher. Pero algunas y algunos naturalistas «rebeldes» empezaron a pensar por su cuenta, despojados de aquellas ideas que contradecían sus propias observaciones y otras evidencias que se iban produciendo.
Uno de ellos, el conde de Buffon , en 1779 se atrevió a decir que la Tierra tenía 75000 años de edad. En 1830 un geólogo inglés, Charles Lyell, sobre la base de observaciones de los paisajes, las características de las rocas y de los fósiles, pensó que los cambios que se producían en la geología del planeta debían ser lentos. Tan lentos que la Tierra debía ser mucho más antigua para que hubiera el tiempo suficiente para que se produjeran los fenómenos que condujeron a la fisonomía actual del planeta. Evidentemente, los cálculos de Buffon y luego de Darwin están muy lejos de los miles de millones de años que actualmente se proponen como edad de la Tierra.
Ideas que les permitieron interpretar la realidad apoyándose en sus propias investigaciones y pensamiento, y así evitar la adecuación del resultado de sus observaciones a las ideas generadas a partir de otros modos de ver el mundo.
Explicación:
Eso es, fue lo más resumido que pude
Espero haberte ayudado