Hong kong: Explicar el concepto “un país, dos sistemas”....
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Explicación:
Un país, dos sistemas
En la década de los ochenta, el final del periodo de arrendamiento de los territorios adquiridos en 1898 era inminente. El Gobierno británico se encontraba ante una verdadera tesitura: Hong Kong no podía mantenerse sin su periferia y, según lo acordado, tan solo el territorio en propiedad y Kowloon seguirían perteneciendo a la colonia tras 1997. Por otro lado, parecía poco probable que la China de Xiaoping cediera ante una antigua potencia a la que ya no tenía nada que envidiar.
Durante décadas, el desarrollo de Hong Kong generó el caldo de cultivo idóneo para el surgimiento de una élite empresarial local con gran incidencia a nivel internacional. Al fin y al cabo, la ciudad se había convertido en el principal punto de acceso a un mercado chino que comenzaba su expansión. Fue precisamente esta élite la que consideró la oportunidad que les abriría formar parte de dicho mercado. No obstante, para mantener su posición, consideraban inamovible el derecho a la propiedad privada, así como el resto de derechos y libertades garantizados por la Administración colonial. El rumbo de las negociaciones entre Londres y Pekín estuvo marcado por los intereses de este grupo.
El resultado final fue la Ley Básica de Hong Kong, acordada en la Declaración Conjunta Chino-Británica (1984), que actualmente rige en la región como estatuto de autonomía desde 1997 durante un periodo de 50 años. Esta condición de autonomía se asentó sobre el concepto “Un país, dos sistemas”, defendido por Xiaoping. En definitiva, se construía una China a dos velocidades, dicotómica en lo económico, lo social y lo político.
Si bien el nuevo modelo para China fue un éxito, en sus inicios estuvo rodeado de escepticismo debido al riesgo que entrañaba. El primer paso fue crear tres zonas económicas especiales en torno a ciudades cercanas a Shanghái, Macao y Hong Kong. Su éxito no solo abrió la puerta a la integración de las colonias de Hong Kong (1997) y Macao (1999), sino que favoreció el desarrollo de Shanghái —entonces la ciudad china con mayor inversión extranjera— y la expansión del modelo a lo largo de la costa del país. El intento de seducir a las autoridades de Taiwán —también conocida como República de China— ante una hipotética unificación de las dos chinas en un único país estuvo subyacente a lo largo de todo el proceso.