holaaaa hayyy estoy estresado aahhhhaaa algueme cuenta un cuento porfi que no sea de terrror o jugar con migo verdad o reto o otro
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Yooooo:3:3
Explicación:
:3^o^(^o^)
Respuesta:
ENTREVISTA CON LA MUERTE
La oportunidad que todo periodista quisiera tener: Una
entrevista… ¡con La Muerte!
Hacía por lo menos media hora que ambos conversaban
ávidamente. El periodista, del cual todo el mundo se mofaba,
no paraba de interrogar a su visita. Un sombrío personaje que
había golpeado las puertas de su casa pasada la medianoche
en razón de solicitarle una entrevista.
Ante la impresión que le causo tan enigmática figura, le
hizo pasar, le invitó a sentarse en la sala y comenzó a lanzarle
todo tipo de preguntas antes de darle siquiera tiempo a que se
sentara en el sofá. ¡No podía esperar! La Muerte había
golpeado a su puerta y él se imaginó a sí mismo recibiendo un
Pulitzer ante la exclusiva. Ni los colegas ni lectores del
periódico para el cual trabajaba volverían a burlarse de él.
La conversación que se pudo rescatar fue la siguiente —el
final de ella, en realidad—:
—Y, dígame, ¿cuál es su verdadero nombre?
—Muerte.
—No, no, en serio. El que le pusieron sus padres. ¿Tiene
padres, verdad? ¿Todavía viven?...
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—El único nombre que tengo es ese —le contestó sin
esperar a que terminara la pregunta—. Desconozco de dónde
provengo. Sé que he estado por aquí desde mucho antes que
ustedes, pero no puedo determinar con seguridad si nací o soy
eterno, si tengo padres o si provengo de la nada.
—... bien, bien. Pasemos a otro tema. ¿Alguna afición?
¿Un hobby? ¿Qué le gusta hacer en su tiempo libre?
—No existe tiempo libre en mi oficio. Y no puedo decir
que lo que hago sea de mi agrado o no. No tengo
sentimientos al respecto. Existo para los demás, no para
complacerme a mí mismo.
—Eh, de acuerdo. Por ese camino no vamos a ningún
lado. ¿Qué se le dio por concederme esta entrevista?
—El tiempo me ha hecho curioso. Existe un impulso en
mi interior que me lleva a conocer a las personas e interactuar
ocasionalmente con ellas.
—O sea, ¿le gusta observar a la gente?
—Podría decirse.
—En fin, ¿si tiene un pasatiempos, entonces? ¿Lo
podríamos llamar así?
—Probablemente.
—¡Ahora sí nos estamos entendiendo y conociendo!
¡Volvamos al asunto, pues! ¿Cómo me conoció?
—Por los periódicos, por supuesto.
—¡Hombre! ¡Que poco expresivo es usted! ¡Cuénteme
más! ¿Qué lo trajo hasta aquí (hasta mi casa)?
—La curiosidad. Es mi motor.
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—¿Y qué pensaba encontrar?
—Sólo a usted.
—Pero, ¿qué es lo que ve? ¿Por qué yo?
—Esa es la pregunta que todos me hacen: "por qué yo".
—¿Y usted qué les contesta?
—Primero los miro fijamente; como, ahora, lo hago con
usted.
—¿Y luego?
—Después, trato de averiguar a qué se refieren. Nunca lo
sé. Mi curiosidad no se ha visto satisfecha por el momento.
—¡Cuente más, cuente más que esto se está poniendo
interesante!
—Nunca sé que contestarles. Además, ellos ya deberían
saber por qué estoy allí. Soy La Muerte. Sólo eso. No tengo
preguntas que responder. No las que ellos exigen.
—¿Y qué sucede cuando usted se los hace saber?
—Me devuelven la mirada y se quedan esperando, igual,
una respuesta.
—¿Y usted que cree que deberían hacer? ¿Qué es lo que
espera de ellos?
—Que se queden quietos. Para poder hacer rodar más
fácilmente sus cabezas.
—¿Quietos cómo? ¿Así? —preguntó, por último, el
periodista, al tiempo que se ponía de pie, adoptando una
posición como de estatua, y estiraba lo más que podía el
cuello.
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—¡Exacto! ¡Así! ¡Justo así! —Le respondió La Muerte a su
interlocutor. Y mientras lo decía, y sin moverse del sofá,
blandió su hoz, ¡y le cortó la cabeza!
Explicación: