Informática, pregunta formulada por ramendeichiraku, hace 7 meses

holaaaa hayyy estoy estresado aahhhhaaa algueme cuenta un cuento porfi que no sea de terrror o jugar con migo verdad o reto o otro


kami08103: yo
ramendeichiraku: verdad o reto
kami08103: verdad
ramendeichiraku: es verdad que eres huerfano
farinango262: hola
kami08103: no yo soy adotado
ramendeichiraku: wtf
kami08103: (┬┬﹏┬┬)

Respuestas a la pregunta

Contestado por yumeko2495
0

Respuesta:

Yooooo:3:3

Explicación:

:3^o^(^o^)


kami08103: meliodas
ramendeichiraku: bueno chaooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo
yumeko2495: by
kami08103: oye juegas fre fire
yumeko2495: voy hacer la tarea
yumeko2495: si juego free
kami08103: jugamos
yumeko2495: más tarde
yumeko2495: tengo mucha tarea
kami08103: okidoki
Contestado por kami08103
0

Respuesta:

ENTREVISTA CON LA MUERTE

La oportunidad que todo periodista quisiera tener: Una

entrevista… ¡con La Muerte!

Hacía por lo menos media hora que ambos conversaban

ávidamente. El periodista, del cual todo el mundo se mofaba,

no paraba de interrogar a su visita. Un sombrío personaje que

había golpeado las puertas de su casa pasada la medianoche

en razón de solicitarle una entrevista.

Ante la impresión que le causo tan enigmática figura, le

hizo pasar, le invitó a sentarse en la sala y comenzó a lanzarle

todo tipo de preguntas antes de darle siquiera tiempo a que se

sentara en el sofá. ¡No podía esperar! La Muerte había

golpeado a su puerta y él se imaginó a sí mismo recibiendo un

Pulitzer ante la exclusiva. Ni los colegas ni lectores del

periódico para el cual trabajaba volverían a burlarse de él.

La conversación que se pudo rescatar fue la siguiente —el

final de ella, en realidad—:

—Y, dígame, ¿cuál es su verdadero nombre?

—Muerte.

—No, no, en serio. El que le pusieron sus padres. ¿Tiene

padres, verdad? ¿Todavía viven?...

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—El único nombre que tengo es ese —le contestó sin

esperar a que terminara la pregunta—. Desconozco de dónde

provengo. Sé que he estado por aquí desde mucho antes que

ustedes, pero no puedo determinar con seguridad si nací o soy

eterno, si tengo padres o si provengo de la nada.

—... bien, bien. Pasemos a otro tema. ¿Alguna afición?

¿Un hobby? ¿Qué le gusta hacer en su tiempo libre?

—No existe tiempo libre en mi oficio. Y no puedo decir

que lo que hago sea de mi agrado o no. No tengo

sentimientos al respecto. Existo para los demás, no para

complacerme a mí mismo.

—Eh, de acuerdo. Por ese camino no vamos a ningún

lado. ¿Qué se le dio por concederme esta entrevista?

—El tiempo me ha hecho curioso. Existe un impulso en

mi interior que me lleva a conocer a las personas e interactuar

ocasionalmente con ellas.

—O sea, ¿le gusta observar a la gente?

—Podría decirse.

—En fin, ¿si tiene un pasatiempos, entonces? ¿Lo

podríamos llamar así?

—Probablemente.

—¡Ahora sí nos estamos entendiendo y conociendo!

¡Volvamos al asunto, pues! ¿Cómo me conoció?

—Por los periódicos, por supuesto.

—¡Hombre! ¡Que poco expresivo es usted! ¡Cuénteme

más! ¿Qué lo trajo hasta aquí (hasta mi casa)?

—La curiosidad. Es mi motor.

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—¿Y qué pensaba encontrar?

—Sólo a usted.

—Pero, ¿qué es lo que ve? ¿Por qué yo?

—Esa es la pregunta que todos me hacen: "por qué yo".

—¿Y usted qué les contesta?

—Primero los miro fijamente; como, ahora, lo hago con

usted.

—¿Y luego?

—Después, trato de averiguar a qué se refieren. Nunca lo

sé. Mi curiosidad no se ha visto satisfecha por el momento.

—¡Cuente más, cuente más que esto se está poniendo

interesante!

—Nunca sé que contestarles. Además, ellos ya deberían

saber por qué estoy allí. Soy La Muerte. Sólo eso. No tengo

preguntas que responder. No las que ellos exigen.

—¿Y qué sucede cuando usted se los hace saber?

—Me devuelven la mirada y se quedan esperando, igual,

una respuesta.

—¿Y usted que cree que deberían hacer? ¿Qué es lo que

espera de ellos?

—Que se queden quietos. Para poder hacer rodar más

fácilmente sus cabezas.

—¿Quietos cómo? ¿Así? —preguntó, por último, el

periodista, al tiempo que se ponía de pie, adoptando una

posición como de estatua, y estiraba lo más que podía el

cuello.

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—¡Exacto! ¡Así! ¡Justo así! —Le respondió La Muerte a su

interlocutor. Y mientras lo decía, y sin moverse del sofá,

blandió su hoz, ¡y le cortó la cabeza!

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