Hola, soy Martha. Mi madre me dio permiso para celebrar en mi casa el Día del Amor y Amistad
con todos los compañeros del décimo grado, como ella lo hizo cuando estudiaba. Como es obvio,
ella puso algunas normas y restricciones a la fiesta:
· No consumir cigarrillos ni ninguna sustancia psicoactiva.
· No hacer escenas que tengan que ver con sexo o cosas por el estilo.
· No hacer regueros en el piso.
· Cuidar los muebles, sillas y porcelanas.
· No poner reguetón, porque ella considera que es una música denigrante.
· No incomodar a los vecinos con el excesivo volumen de la música.
· Terminar la fiesta cerca de la una de la mañana.
Le prometí a mi mamá que todas sus normas se iban a cumplir, pero no faltó el “boleta” o los
inmaduros que me hicieran quedar mal: Una amiga se metió al baño con su acompañante ya
saben a hacer qué; un compañero estaba fumando hierba en el patio de la casa; una amiga, al dar
vueltas bailando, se llevó por delante una porcelana muy costosa de mi mamá; la música estaba
tan fuerte que un vecino muy amable llamó a la policía a dar quejas… y lo otro, la mayoría de mis
compañeros se reían tan suavecito que parecían, con sus risas y carcajadas estridentes, que iban
a despertar a todo el barrio
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ya mejor no has fiesta
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