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1
LA BELLA Y LA BESTIA
Había una vez un hombre que tenía una hija a la que llamaban Bella por su dulce rostro y su buen carácter, estaba siempre contenta.
Un día su padre se fue a la ciudad a ver si encontraba trabajo.
Pero cuando regresaba a casa tras el largo viaje, se desató una tormenta y el desgraciado hombre se encontró perdido en medio de un oscuro bosque.
Su caballo estaba asustado, lo tiró al suelo y huyó al galope.
Entonces percibió, a través de la ventisca, un gran muro y unas puertas con rejas de hierro forjado. Al fondo del jardín, se veía una gran mansión.
-Si pudiera cobijarme allí…
Entró y se acercó al fuego de la chimenea.
Mientras examinaba nerviosamente la estancia, una de las sillas se separó de la mesa, invitándole claramente a sentarse.
Pensaba…
– Bien, está visto que aquí soy bien recibido. Intentaré disfrutar de todo esto.
Tras haber comido y bebido todo lo que quiso,de pronto, una enorme y montruosa Bestia entró en la sala. Furiosa, tomó como prisionero al pobre anciano sin escuchar sus súplicas y explicaciones.
A la mañana siguiente, Bella estaba sentada en el campo al lado de su casa cuando el caballo de su padre llegó apresurado.
Bella se dio cuenta de que algo malo le había pasado a su padre. Se subió al caballo y dejó que el animal la llevase hasta donde éste estaba.
Horas más tarde el caballo llegó a las puertas de la mansión de la Bestia.
Cuando Bella encontró a la Bestia en el castillo, y supo que había retenido a su padre, le dijo:
-Deja libre a mi padre, y a cambio seré yo quien permanezca aquí en el castillo contigo.
La Bestia aceptó y liberó al padre.
Bella no vio al monstruo en muchos días. En la casa todo era sencillo y agradable. Las puertas se abrían solas, los candelabros flotaban escaleras arriba para iluminarle el camino de su habitación. La comida aparecía servida en la mesa y, misteriosamente, era recogida al terminar…
Bella no tenía miedo en una casa tan acogedora, pero se sentía tan sola que empezó a desear que la Bestia viniera y le hablara, por muy horrible que fuera.
Un día, mientras ella paseaba por el jardín, la Bestia salió de detrás de un árbol.
-¡No tengas miedo. Bella! Sólo he venido a desearte buenos días y a preguntarte si estás bien en mi casa.
-Bueno… Preferiría estar en la mía. Pero estoy bien cuidada, gracias.
-De acuerdo. ¿Te importaría si paseo un rato contigo?
Pasearon los dos por el jardín y a partir de entonces la Bestia fue a menudo a hablar con Bella.
La muchacha empezó a pensar que la bestia no era tal, y que en realidad era un ser muy agradable.
Empezaron a comer juntos y aunque estuvo muy nerviosa al principio, fue dándose cuenta de lo humilde y bondadosa que era la bestia.
– Si hay algo que deseéis no tenéis más que pedírmelo —dijo la bestia.
Con el tiempo, Bella comenzó a sentir afecto por bestia. Se daba cuenta de lo mucho que se esforzaba en complacerla y todos los días descubría en él nuevas virtudes. Pero pese a eso, cuando todos los días bestia le preguntaba si quería ser su esposa, ella siempre contestaba con honestidad:
-Lo siento. Sois muy bueno conmigo pero no creo que pueda casarme con vos.
Bestia, pese a eso no se enfadaba, sino que lanzaba un largo suspiro y desaparecía.
Un día la joven le pidió que le dejara ir a ver a su padre, ya que había caído enfermo. Bestia no puso ningún impedimento y sólo le pidió que por favor volviera pronto si no quería encontrárselo muerto de tristeza.
– No dejaré que mueras, bestia. Te prometo que volveré en ocho días, le dijo.
Bella estuvo en casa de su padre durante diez días. Pensaba ya en volver cuando soñó con bestia yaciendo en el jardín del castillo medio muerto.
Regresó de inmediato al castillo y no lo vió por ninguna parte. Recordó su sueño y lo encontró en el jardín. Bestia no había podido soportar estar lejos de ella.
– No os preocupéis. Muero tranquilo porque he podido veros una vez más.
– ¡No! ¡No os podéis morir! ¡Seré vuestra esposa!
Entonces, una luz maravillosa iluminó el castillo. Bella se dio la vuelta hacia la bestia, pero ésta se había transformado en un apuesto joven que le sonreía dulcemente.
– Gracias Bella. Habéis roto el hechizo. Una bruja me condenó a vivir con esta forma hasta que encontrase a una joven capaz de amarme y casarse conmigo, y vos lo habéis hecho.
Desde aquel momento, los dos vivieron llenos de felicidad.
– Colorín colorado…
– …este cuento se ha acabado.
Había una vez un hombre que tenía una hija a la que llamaban Bella por su dulce rostro y su buen carácter, estaba siempre contenta.
Un día su padre se fue a la ciudad a ver si encontraba trabajo.
Pero cuando regresaba a casa tras el largo viaje, se desató una tormenta y el desgraciado hombre se encontró perdido en medio de un oscuro bosque.
Su caballo estaba asustado, lo tiró al suelo y huyó al galope.
Entonces percibió, a través de la ventisca, un gran muro y unas puertas con rejas de hierro forjado. Al fondo del jardín, se veía una gran mansión.
-Si pudiera cobijarme allí…
Entró y se acercó al fuego de la chimenea.
Mientras examinaba nerviosamente la estancia, una de las sillas se separó de la mesa, invitándole claramente a sentarse.
Pensaba…
– Bien, está visto que aquí soy bien recibido. Intentaré disfrutar de todo esto.
Tras haber comido y bebido todo lo que quiso,de pronto, una enorme y montruosa Bestia entró en la sala. Furiosa, tomó como prisionero al pobre anciano sin escuchar sus súplicas y explicaciones.
A la mañana siguiente, Bella estaba sentada en el campo al lado de su casa cuando el caballo de su padre llegó apresurado.
Bella se dio cuenta de que algo malo le había pasado a su padre. Se subió al caballo y dejó que el animal la llevase hasta donde éste estaba.
Horas más tarde el caballo llegó a las puertas de la mansión de la Bestia.
Cuando Bella encontró a la Bestia en el castillo, y supo que había retenido a su padre, le dijo:
-Deja libre a mi padre, y a cambio seré yo quien permanezca aquí en el castillo contigo.
La Bestia aceptó y liberó al padre.
Bella no vio al monstruo en muchos días. En la casa todo era sencillo y agradable. Las puertas se abrían solas, los candelabros flotaban escaleras arriba para iluminarle el camino de su habitación. La comida aparecía servida en la mesa y, misteriosamente, era recogida al terminar…
Bella no tenía miedo en una casa tan acogedora, pero se sentía tan sola que empezó a desear que la Bestia viniera y le hablara, por muy horrible que fuera.
Un día, mientras ella paseaba por el jardín, la Bestia salió de detrás de un árbol.
-¡No tengas miedo. Bella! Sólo he venido a desearte buenos días y a preguntarte si estás bien en mi casa.
-Bueno… Preferiría estar en la mía. Pero estoy bien cuidada, gracias.
-De acuerdo. ¿Te importaría si paseo un rato contigo?
Pasearon los dos por el jardín y a partir de entonces la Bestia fue a menudo a hablar con Bella.
La muchacha empezó a pensar que la bestia no era tal, y que en realidad era un ser muy agradable.
Empezaron a comer juntos y aunque estuvo muy nerviosa al principio, fue dándose cuenta de lo humilde y bondadosa que era la bestia.
– Si hay algo que deseéis no tenéis más que pedírmelo —dijo la bestia.
Con el tiempo, Bella comenzó a sentir afecto por bestia. Se daba cuenta de lo mucho que se esforzaba en complacerla y todos los días descubría en él nuevas virtudes. Pero pese a eso, cuando todos los días bestia le preguntaba si quería ser su esposa, ella siempre contestaba con honestidad:
-Lo siento. Sois muy bueno conmigo pero no creo que pueda casarme con vos.
Bestia, pese a eso no se enfadaba, sino que lanzaba un largo suspiro y desaparecía.
Un día la joven le pidió que le dejara ir a ver a su padre, ya que había caído enfermo. Bestia no puso ningún impedimento y sólo le pidió que por favor volviera pronto si no quería encontrárselo muerto de tristeza.
– No dejaré que mueras, bestia. Te prometo que volveré en ocho días, le dijo.
Bella estuvo en casa de su padre durante diez días. Pensaba ya en volver cuando soñó con bestia yaciendo en el jardín del castillo medio muerto.
Regresó de inmediato al castillo y no lo vió por ninguna parte. Recordó su sueño y lo encontró en el jardín. Bestia no había podido soportar estar lejos de ella.
– No os preocupéis. Muero tranquilo porque he podido veros una vez más.
– ¡No! ¡No os podéis morir! ¡Seré vuestra esposa!
Entonces, una luz maravillosa iluminó el castillo. Bella se dio la vuelta hacia la bestia, pero ésta se había transformado en un apuesto joven que le sonreía dulcemente.
– Gracias Bella. Habéis roto el hechizo. Una bruja me condenó a vivir con esta forma hasta que encontrase a una joven capaz de amarme y casarse conmigo, y vos lo habéis hecho.
Desde aquel momento, los dos vivieron llenos de felicidad.
– Colorín colorado…
– …este cuento se ha acabado.
lolagarza13345:
Gracias me ayudaron bastante
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