¡Hola¡ ❤
Buenas noches por favor ayudanme con esto por favor si no sabe no conteste. Gracias
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
costa
La Tacona
Esta leyenda de la ciudad de Esmeralda habla del fantasma de una hermosa joven que transita las calles y seduce a los hombres cuando hay luna llena. Estos mueren de susto cuando se les revela el espantoso rostro de cadáver esquelético de la mujer.
Según la historia, fue una mujer que murió luego de ser violada una noche en un callejón. Su espíritu no sabía que había muerto, por lo que decidió regresar a casa a bañarse y maquillarse para quitarse el sucio y la sangre. Juró frente al espejo nunca más dejarse hacer daño por nadie.
Decidió transitar calles y recorrer bares atrayendo a hombres malintencionados con su vestido rojo y tacones muy altos.
Una vez un hombre apuesto la invitó a la playa, a lo que ella aceptó decidida. Luego él intentó abusar de ella, pero al mirar su rostro se espantó y echó a correr.
La carrera lo llevó sin querer al cementerio, en donde sorpresivamente lee el nombre de aquella mujer. Años más tarde el hombre visita la tumba de la joven llevándole una rosa roja. Arrodillado agradece que aquella noche lo hizo cambiar y ya no utiliza a las mujeres.
El hombre sintió una palmada en el hombro y una voz le dijo: “Eso era lo que quería escuchar”. Al voltear, una mujer de vestido rojo se alejaba.
Explicación:
sierra
EL GALLO DE LA CATEDRAL
Había
una vez un hombre muy rico que vivía como rey. Muy temprano en la mañana comía el desayuno. Después dormía la siesta. Luego,
almorzaba y, a la tarde, oloroso a perfume, salía a la calle. Bajaba a la Plaza Grande. Se paraba delante del gallo de la Catedral y burlándose le decía: ¡Qué gallito! ¡Qué disparate de gallo!
Luego,
don Ramón caminaba por la bajada de Santa Catalina. Entraba en la tienda de la señora Mariana a tomar unas mistelas. Allí se quedaba hasta la noche. Al regresar a su casa, don Ramón ya estaba coloradito. Entonces, frente a la Catedral, gritaba: ¡Para mí no hay gallos que valgan! ¡Ni el gallo de la Catedral!
Don
Ramón se creía el mejor gallo del mundo! Una vez al pasar, volvió a desafiar al gallo: ¡Qué tontería de gallo! ¡No hago caso ni al gallo de la Catedral!
En
ese momento, don Ramón sintió que una espuela enorme le rasgaba las piernas. Cayó herido. El gallo lo sujetaba y no le permitía moverse. Una voz le dijo:
- ¡Prométeme que no volverás a tomar mistelas!
- ¡Ni siquiera tomaré agua!
- ¡Prométeme que nunca jamás volverás a insultarme!
- ¡Ni siquiera te nombraré!
- ¡Levántate, hombre! ¡Pobre de ti si no cumples tu palabra
de honor!
- Gracias por tu perdón gallito.
Entonces el gallito regresó a su puesto.
Cuentan quienes vivieron en esos años, que don Ramón nunca más volvió a sus andadas y que se convirtió en un hombre serio y responsable. Además dicen algunas personas que el gallito nunca se movió de su sitio, sino que los propios vecinos de San Juan, el sacristán de la Catedral, y algunos de los amigos de don Ramón, cansados de su mala conducta, le prepararon una broma para quitarle el vicio de las mistelas.
coronita pliz