historia del Teatro romano
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Teatro Romano
El teatro romano es una construcción típica del Imperio Romano (27 a.C. al 427 d.C.), generalizada por todas las provincias del imperio, y que tenía la finalidad de servir para la interpretación de actos teatrales del periodo clásico.
El teatro en la época romana iba más allá de lo que podemos esperar de un género literario, para entroncar desde sus más remotos orígenes con la religión, en especial la del dios Dionisio. Y dentro de la religión, los teatros romanos jugaron un papel esencial para la propaganda dinástica y el culto imperial.
Gracias a la arqueología, conocemos cada día mejor los espacios para las representaciones, tanto en lo que concierne a las instalaciones provisionales como a los teatros estables, y también a las remodelaciones diversas que experimentaron ciertos teatros para adecuarlos a otro tipo de espectáculos, lo cual es especialmente frecuente en la mitad oriental del Imperio, donde los juegos de anfiteatro, a falta de edificios construidos a este propósito, tenían lugar en los teatros .
Un apartado que no deja de despertar interés y curiosidad es el dedicado a los montajes y a los decorados, la maquinaria y los trucos escénicos. Un hecho bien documentado es el del uso del telón que, a diferencia de los nuestros, no bajaba, sino que ascendía verticalmente desde una fosa situada delante de la escena.
Capítulo ampliamente representado es el de los actores que llevaban el rostro cubierto con máscaras cuyos tipos sabían reconocer de inmediato los espectadores; a excepción del mimo, en el que intervenían también las mujeres, los actores eran siempre hombres que interpretaban asimismo los papeles femeninos, revestidos de la correspondiente máscara
Finalmente, el público. Las clases sociales privilegiadas tenían sus localidades reservadas, debidamente indicadas en lugar preferente. También las corporaciones ocupaban sectores acotados, según sabemos por las inscripciones grabadas en los asientos , como las del teatro de Tarraco que se presentan en la exposición.LAS OBRAS TEATRALES
Aparentemente, el teatro romano presenta las mismas características literarias que el griego, y sus formas principales serían también la tragedia y la comedia.
La tragedia romana, presente prácticamente desde los orígenes de la literatura latina, es sin duda alguna un derivado secundario de sus modelos griegos. Hay una general coincidencia en que no produjeron en su público el fenómeno catártico que producía entre los atenienses la tragedia griega.
La comedia tuvo, aparentemente, mejor suerte. En realidad hubo dos formas de comedia: la fábula palliata, derivada directamente de los griegos, y la fábula togata que representa una adaptación a tipos romanos, una especie de comedia costumbrista con panaderos y tintoreros que se reconocen por las huellas de su oficio en su vestimenta y en su propio cuerpo, como el tinte en las piernas que causaba la hilaridad del público.
No cabe duda de que el valor literario principal fue alcanzado por la fábula palliata, dado que escribieron comedias de este tipo Terencio y Plauto. Esta comedia culta se inspiró fundamentalmente en la comedia nueva griega y, concretamente, en la obra de Menandro.
Parece, sin embargo, que el género más popular y de mayor pervivencia en el mundo romano fue el mimo. El mimo presenta como característica, al contrario de los demás géneros, el hecho de que los papeles femeninos son representados por mujeres. En el mimo y el pantomimo juega un papel preponderante la expresión corporal y también las acciones miméticas, es decir, imitativas. El mimo, basado fundamentalmente en la acción, tiene evidentemente un texto muy limitado que describía el argumento. El éxito de los géneros del mimo y del pantomimo a costa de la tragedia y de la comedia, demuestra el inmenso arte de los actores y de los autores de los textos.
LOS EDIFICIOS
Éstos se derribaban después de que el acontecimiento para el cual fueron erigidos concluyera. Roma contó muy tarde con edificios teatrales. El primer teatro estable fue construido por Pompeyo Magno que lo justificó como anejo al Templo de la Libertad en Roma.
El teatro fue elemento indispensable de las festividades religiosas y públicas, siguiendo en ello las tendencias griegas. Las comedias de Plauto y de Terencio son un ejemplo evidente al indicar su tradición textual los festivales en que fueron representadas.
Los edificios proporcionan cada vez mejores adelantos para comodidad del público y eficacia escénica: cubiertas de tela protegen del sol en forma de toldos, o bien de la base del escenario se eleva un telón movido por complejos sistemas de poleas y contrapesos. Se añaden jardines (peristilos) y fuentes lujosamente decoradas de manera que constituyen, más allá de la propia representación teatral, espacios urbanos de recreo.