historia del juego los brujos
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
hl coronita porfa
Explicación:
Estampitas, altares, conjuros, rezos, rituales secretos, todo vale a la hora de dar una ayudita extra que garantice el triunfo en la cancha. La historia del fútbol está llena de supercherías, rutinas y talismanes y Brasil 2014 no es la excepción.
Nunca importó si aquel relato de Roberto Fontanarrosa fue cierto o no, porque más allá de la ficción, habría sido perfectamente posible que cinco fanáticos del «fóbal», del club Rosario Central, hubieran secuestrado a un viejo, el viejo Casale, para que le diera suerte a su equipo. A fin de cuentas, el viejo Casale jamás había visto perder a Rosario. Cuando él iba al estadio, los «canallas» ganaban. De una u otra manera, pero ganaban. Y aquella vez, lo que estaba en juego era nada menos que el título, y ante el eterno y aborrecido rival de ciudad, Newell´s Old Boys. Por eso, después de que los cinco hinchas se hubieran reunido a tomarse un café y a repasar las «cábalas» que debían repetir para que todo saliera bien, alguien se acordó de Casale. Y ese alguien dijo que habría que visitarlo.
Al día siguiente fueron a verlo. Le dijeron que lo invitaban a Buenos Aires para que viera a Rosario, a su Rosario, campeón del torneo de 1971, pero Casale les agradeció y les dijo que estaba enfermo, que sufría del corazón, que no podría siquiera oír el juego por la radio, y que se iría a una casita en el campo, alejada del mundanal ruido, para no sufrir. Los cinco amigos salieron abatidos de su casa, hasta que a uno se le ocurrió la idea que, en principio, los demás desecharon, para luego de rumiarla, aceptarla. Y entonces secuestraron al viejo Casale y se lo llevaron en un disfrazado bus de línea al partido más importante de su vida, el último de su vida. Casale murió en el Monumental, en la tribuna, mientras el resto de la barra celebraba el título. Murió, sí, pero murió feliz, escribió Fontanarrosa.
Murió feliz, triunfante, para reforzar esa eterna unión entre supersticiones y fútbol, tan vieja como el fútbol, tan aparentemente efectiva como el más astuto de los goleadores. Por estos días, con la copa del mundo de Brasil, su historia es la de miles de fanáticos y jugadores y técnicos y periodistas que se encomiendan al más allá para que el azar esté de su lado. Brasil siempre fue tierra de conjuros, de hechizos, de supersticiones, oraciones, religiones, pitonisas y sacerdotes de vudú. Tierra de razas que se mezclaron, que compartieron sus creencias, sus temores e ilusiones, para luego potenciarlos. El fútbol, más que fútbol, fue una cultura en Río de Janeiro, en Salvador, Recife, Sao Paulo y Fortaleza, y desde esa cultura, el más allá arrojó sus influjos sobre la pelota. Desde Brasil, antes que desde ningún otro lugar, la magia y el hechizo se expandieron por el mundo en forma de cábala o como se llamara.