Historia, pregunta formulada por Glorieta6995, hace 3 meses

Historia de las revistas cientificas en colombia

Respuestas a la pregunta

Contestado por elhuevodekenma0
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Respuesta:

Toda historia, y en particular toda historia breve, es parcial. Esta resulta tan limitada como la experiencia de quien la escribe, que, por cierto, no quiere ser, acepta no ser y aspira no ser la experiencia de la mayoría de los editores. Esta historia, sin embargo, quiere aportar a la discusión del problema que supone la imposición de hacer visible la investigación en una lucha siempre desigual por acceder a las cimas de la citación en los índices -la circunstancia actual-, o por producir revistas científicas que cumplan los requisitos siempre caprichosos de «la calidad» -como había venido siendo-. Es sintomático, por ejemplo, que no contemos con un estudio cualitativo que permita comprender las circunstancias en las que se han conformado las revistas indexadas en Colombia y que, en cambio, se tomen todas las decisiones basadas en las siempre maleables estadísticas. Para adelantar un estudio semejante haría falta que alguien se interese verdaderamente por investigar un campo social creado por el modelo de clasificación que se desmonta a partir de octubre de 2016, y del cual hacen parte editores, correctores de estilo, diseñadores, coordinadores de revistas, directores editoriales, especialistas de la citación, monitores, asistentes editoriales, especialistas en bases de datos o librerías electrónicas, iniciados en los misterios de OJS, todos ellos trabajando en las variaciones que permiten las formas más abstrusas de «contratación» en las universidades. Es posible que ese estudio no se haya hecho por la falta de réditos académicos, pero sobre todo salariales, que produciría. Estas son unas reflexiones descriptivas, si es que eso tiene lugar en algún tipo de ejercicio intelectual reconocido, sobre la forma como veo que se ha constituido el problema.

Hasta la primera mitad de la década de 1990, las revistas científicas en Colombia funcionaban según una lógica no reglamentada o reglamentada según los principios éticos implícitos de las disciplinas o facultades que las informaban. Las revistas entonces existentes eran productos anuales, ambiguos resultados de la institucionalización de «órganos de difusión» en las universidades y algunas instituciones de orden nacional o iniciativas independientes o seudoindependientes de editores por vocación. La aspiración de esas revistas era publicar artículos producto de la investigación de sus profesores o sus investigadores y en muchos casos dar cuenta de la vida académica o institucional, a través de documentos propagandísticos y de chismes de recolección anual. No solo las revistas, sino también los grupos de investigación y los investigadores, todos ellos, con sus prejuicios y expectativas, son producto de la política de Publindex. El Decreto 1279 de junio 19 de 2002 contempla en el artículo décimo, dedicado a la productividad académica, un sistema de puntajes según la cantidad de artículos publicados en revistas indexadas y en cada categoría otorga unos puntos. Esto se realiza en la práctica en la certeza de que, a mayor cantidad de artículos, mayor ingreso de dinero. Y como muestra la estadística interesada, entre 2001 y 2014 pasamos de 126 a 541 revistas.  

Todos sabemos que el sistema está viciado desde los principios y sabemos que las personas que más trabajan en las revistas o que han vivido durante más tiempo a la sombra de ese microsueño editorial son aquellas que el sistema nunca consideró en su origen.

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