historeas de conejos
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Había una vez un conejito blanco que vivía con su mamá en una bonita madriguera bajo la hierba espesa; se llamaba Tano, y su mamá, Mariquita Cola-corta. Todas las mañanas, cuando Mariquita Cola-corta iba a buscar la comida, decía a su hijo:
Ahora, Tano, quédate quieto y no hagas ruido. Veas lo que veas, oigas lo que oigas no te muevas. Recuerda que eres un bebé conejo y escóndete bien. Y Tano decía:
- Si, mamá.
Cuando su mamá salía, Tano se quedaba muy tranquilo en su madriguera. Desde allí, asomando un poco la cabeza, podía ver algo de lo que pasaba fuera de la madriguera. Un día un pájaro se posó sobre la rama de un árbol gritando:
- Ladrón, ladrón.
Pero Tano no movió ni pie ni pata.
Otro día, Tano oyó un ruidito, lejos...muy lejos, como si alguien hiciera chss-chss muy suavemente. Era un ruido muy raro: primero más débil, luego más cerca.
¿Qué podrá ser? Pensaba Tano. Es como si alguien se acercará.
El ruido era cada vez más fuerte.
De pronto, Tano olvido las órdenes de su mamá. Sacó la cabeza fuera de la madriguera y vio una espantosa serpiente.
Tano gritó llamando a su mamá.
Pero la malvada serpiente lo había cogido de una oreja y se enroscaba alrededor de su cuerpecito. ¡Pobre Tano!.
Su mamá, que le había oído gritar, corrió como el viento a través de la hierba para salvar a su hijito.
Mariquita Cola-corta, saltó sobre la horrible serpiente, tanto la mordió y la araño, que la serpiente tuvo que soltar al conejito, y Tano rodó como una pelota y empezó a correr.
- ¡Corre deprisa! ¡corre deprisa!, gritaba su mamá.
Unos momentos después, Mariquita Cola-corta le alcanzó y le llevó a una nueva madriguera.
Como es de imaginar, a partir de aquel día, cuando Mariquita Cola-corta le dice a Tano que se quede escondido, no le quedan ganas de desobedecer.
Explicación: espero te ayude uwu
Respuesta:
El conejito Tomillito era muy curioso y muy valiente, pero también muy desobediente. Tomillito, el conejito, quería salir a explorar el bosque, pero su mamá no le dejaba. Aún así, el conejito Tomillito se escapaba y se daba una vuelta alrededor de la madriguera.
-Un día te vas a perder, es muy peligroso -le decía su mamá. Pero al conejito Tomillito por una orejota le entraba y por otra le salía lo que su madre le decía.
Un día, en una de sus escapadas, el conejito Tomillito oyó una dulce y delicada voz que llamaba:
-Tomillito, Tomillito, ven a jugar un ratito.
Tomillito sabía que no debía alejarse de la madriguera, pero no pudo resistir la tentación y se acercó. Pero no encontró a nadie.
Un poco después alguien volvió a decir:
-Tomillito, Tomillito, ven a jugar un ratito.
Pero cuando Tomillito se acercó no vio a nadie. Y la voz le volvió a llamar:
-Tomillito, Tomillito, ven a jugar un ratito.
Pero Tomillito ya estaba harto de jueguecitos y decidió darse la vuelta. No tardó mucho en darse cuenta de que se había perdido. El conejito Tomillito no sabía dónde estaba, ni tampoco cómo volver a casa.
El conejito Tomillito dio vueltas y vueltas, pero no encontraba su madriguera. Tenía hambre y estaba a punto de oscurecer. Entonces, empezó a oír ruidos en el bosque. Un animal grande y fiero se acercaba.
-¡Qué miedo! -decía el conejito Tomillito.
El conejito Tomillito empezó a correr y, de salto, se metió en el agujero de un árbol. ¡Justo a tiempo! Allí pasó la noche.
Por la mañana, el conejito Tomillito salió de su escondite, dispuesto a regresar a casa. Con mucho esfuerzo, encontró el camino de vuelta a casa