Hechos económicos y sociales de la casa grande de Álvaro Cepeda
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
1. Deconstruir el discurso progresista
En primera medida, lo que puede observarse es que esta novela no apura por una reconstrucción de la memoria –como factor colectivo, no individualista– propia de los matices contemporáneos, sino que aboga por una deconstrucción del discurso desarrollista y progresista que se había desdibujado en su totalidad en el siglo XX, pero que en Colombia solo tendría eco a partir de artífices como Gabriel García Márquez, Álvaro Cepeda Samudio, Pedro Gómez Valderrama, entre otros escritores.
La obra se eleva en carácter experimental, ya que hace uso de diferentes voces narrativas y temporales: un fragmento se narra en segunda persona, otros están construidos a partir de diálogos. Y en esta decisión se aprecia el primer rasgo de disidencia por parte del escritor: la experimentación narrativa.
Cepeda Samudio hace eco de las nuevas formas de representación que se generaron en el mundo tras la terminación de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). En las artes plásticas surgieron movimientos denominados “segundas vanguardias” (1945-1970), desde los cuales se hizo manifiesto el cansancio ontológico sobre el papel del ser humano en el planeta.
Esta situación es similar a la generada en la escritura tras la finalización de las dos guerras mundiales. En Europa, los autores se comprometieron más con la literatura, como factor político, ante una posible destrucción del ser humano.
En La casa grande la experimentación es de tipo formal y narrativo: se denuncia la corrupción existente en la manera en que se cuenta la historia en Colombia. Al hacerlo, el escritor caribeño se convierte en un abanderado político, con una postura clara por la lucha de clases y la memoria histórica.
La línea narrativa es, por su parte, producto de un cumulo de situaciones que alimentaron el contexto cultural y político del autor. Entre estos se encuentran sus estudios realizados en Estados Unidos, el éxito de la revolución cubana y, por supuesto, la oleada intelectual francesa, que influye la literatura. En este punto, se puede decir que la obra de Cepeda Samudio es una respuesta a la convocatoria que hacía el escritor francés Jean Paul Sartre en Qu’est-ce que la littérature? (¿Qué es la literatura?) (1948) cuando invitaba al compromiso político por parte de los escritores y los artistas a nivel mundial
Es de desear que toda la literatura se haga moral y problemática, como este nuevo teatro. Moral, no moralizadora: que muestre simplemente que el hombre es también un valor y que los problemas que plantea son siempre morales.(Sartre, 1957, p. 154).
2. La fallida industrialización colombiana
En Colombia, La casa grande representa ese compromiso por la memoria. Se quiere sacar del olvido aquellas voces que quedaron enterradas tras los asesinatos y la imposición imperialista, contexto sobre el que se cierne la segunda característica de la propuesta narrativa de Cepeda: la fallida industrialización colombiana.
En la novela se ve un rechazo explícito hacia el concepto de desarrollo acuñado en la Colombia de principios de siglo XX, ya que el autor retrata una sociedad con avances tecnológicos, pero adolecida en equidad social. Su evidente ataque a la locomotora, a los procedimientos burocráticos y a la tecnificación de la guerra, hacen que la novela se convierta en una ventana de inconformismo frente al modelo de país que se plantea en el momento de la “masacre de las bananeras” (y que continúa).
La mofa constante a los usos del capital y la malversación de la tecnología son la herramienta ideal para dicha crítica:
Cubrieron el tren, apretujándose en los carros abiertos y sobre los techos de los vagones cerrados, colgándose de las escalerillas de los freneros y de los estribos de la locomotor. (Cepeda Samudio, 1985, p. 34).
En la novela encontramos personajes desordenados y erráticos, quienes habitan un lugar derruido por la naturaleza. Los pueblos que narra el escritor son fruto de la inequidad social, en contraste con la supuesta esperanza que es relegada al desarrollo tecnológico. Y es precisamente ese supuesto progreso, acuñado por el modo de producción capitalista, el que Cepeda Samudio rechaza y del que se quiere burlar, afirmando que en Colombia no existe dicho bienestar acodado en la tecnología y que, de hecho, es fallido.
3. La anquilosada modernidad colombiana
Tras esta crítica a la industrialización errática del país, llegamos el tercer punto disruptivo en la novela: la critica a la anquilosada modernidad colombiana. La casa grande es perfecta a la hora de denunciar la falla de un proyecto nación en Colombia. Se dilucida una falta de presencia estatal en el territorio nacional, al igual que una mercantilización del suelo, el cual se deja a merced de las multinacionales y a la globalización comercial, ejemplificado en la United Fruit Company (UFC).
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