haz una reflexión relacionando la guerra de los 100 años la peste negra y el Cisma de Occidente
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Si la Alta Edad Media europea fue una etapa de escasez, de rigidez estructural y de supervivencia ante los enemigos exteriores, en la Baja Edad Media el hombre alza la cabeza por primera vez y otea un horizonte que por fin se lanza a explorar. A la vieja sociedad de monjes, guerreros y labriegos se une ahora el burgués, habitante de los burgos, o ciudades, que complicará con sus reivindicaciones el viejo orden feudal. El desarrollo de la agricultura lleva a una prosperidad económica insólita, que permitirá el florecimiento del arte románico y del gótico, así como el nacimiento de las universidades, y cuyo impulso a las relaciones comerciales abrirá nuevas rutas de comunicación entre los pueblos.
Entre los siglos XI y XIII, estas características dominaron el periplo de la sociedad europea. Sin embargo, con el XIV, la fórmula empezó a mostrar signos de agotamiento. El volumen de la producción agrícola, basada en el roturado y la rotación trienal, perdió equilibrio respecto al crecimiento, mucho mayor, de la población. La alternancia trienal no permitía que las tierras reposaran lo suficiente, y muchos de los suelos roturados no eran lo bastante fértiles. Una sucesión de lluvias torrenciales y malas cosechas dio lugar, entre 1315 y 1318, a hambrunas en buena parte de Europa. “Esta es la tempestad con la que abre el trágico siglo XIV”, diría el historiador francés Jacques Le Goff.
La Iglesia de Occidente vivió uno de los momentos de mayor tensión en la Baja Edad Media. Durante el siglo XIV se da el largo episodio del Pontificado en Aviñón —trasladado a esta ciudad francesa por diferentes razones entre las que destacan la grave crisis que sufría Italia y el deseo de centralización fiscal por parte del papado— y el Cisma de Occidente con la elección simultánea de Urbano VI y Clemente VII. La extinción del Cisma se consigue con la elección de Martín V, en la centuria siguiente; pero, los problemas no se resuelven, surgiendo con fuerza la vía conciliarista.
El triunfo del Pontificado se alcanzó con Martín V en el seno del Concilio. Respecto a la cultura y la espiritualidad, las convulsiones sociales, la presencia de la guerra como un hecho permanente y las duras oleadas de peste que merman Europa, causas y consecuencias de sí mismas, inducen a la toma de posturas y sentimientos contrapuestos y extremos: el más absoluto idealismo y el realismo más desgarrado; movimientos de rígido ascetismo junto a una escandalosa inmoralidad.
Aunque el foco central de la cultura siguió estando en manos de los clérigos, se observó una cierta secularización evidente en el laicismo humanista, cuyos primeros esbozos empezaron a aparecer en esta época.