¿Hasta que punto la literatura forma estereotipos desde el uso de la lengua y la caracterización de los personajes?
Respuestas a la pregunta
Muchos de los atractivos de la literatura que conocemos en nuestra cultura materna son extensivos a la lectura en lengua extranjera. Con este fin, recordemos las palabras de Henry Miller, sobre los condicionantes que guían la lectura literaria: «La esperanza que todos tenemos al tomar un libro es encontrar un hombre que coincide con nuestro modo de ser, vivir tragedias y alegrías que no tenemos el valor de provocar nosotros mismos, soñar sueños que vuelvan la vida más apasionante, quizás también descubrir una filosofía de la existencia que nos haga capaces de afrontar los problemas y las pruebas que nos asaltan». El atractivo de esa búsqueda puede ser un elemento motivador para aproximarse a la literatura extranjera en su texto original.
Sin embargo la orientación tomada por ciertos enfoques de enseñanza de L2 parece suponer que el alumno se desinteresa por la correspondiente producción literaria de la lengua extranjera y que su único interés se centra en alcanzar un conocimiento suficiente para una básica o especializada interacción comunicativa, con una aceptable corrección y fluidez en su forma hablada estándard. Tal suposición implica considerar la literatura como una creación inusual, resultado de cierta elaboración artística ajena a la vitalidad cotidiana de la lengua meta.
En realidad, esta postura supone una grave limitación de exponentes lingüísticos, porque todo profesor de lenguaje sabe que no es posible ni conveniente hacer deslindes tajantes entre producciones lingüísticas. Hay que tener en cuenta la diversidad (ya que no la totalidad) de las producciones, sean orales o escritas, para seleccionar lo que resulte más representativo de cada ámbito de producción y más adecuado a los objetivos del aprendizaje lingüístico.
Los textos literarios son exponentes globalizadores de los usos de la lengua y por eso mismo suponen un refuerzo para los modelos de aprendizaje con que puede contar el alumno de L2, como les sucede también a los alumnos de L1.
Aunque resulte muy efectiva la utilización de textos y ejercicios preparados para actividades comunicativas específicas, como las que presentan los manuales de L2, no parece justificado excluir la literatura ni del syllabus ni de entre los recursos de L2. Y ello, entre otras razones que seguidamente comentaremos, porque en las actividades de clase se recurre con frecuencia a la simulación y recreación de situaciones y la literatura ya nos ofrece una simulación genérica que incluye exponentes, variantes y soluciones múltiples.