hallazgos arqueológicos de abra y tequendama
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Cuando el hallazgo se hizo en el 2010 durante la realización de los estudios de Evaluación de impacto ambiental (EIA), “se identificó un alto potencial arqueológico pero no de la magnitud que se evidenció después en la etapa del rescate”, admite Paula Gallego, antropóloga, interventora del programa de arqueología del proyecto Nueva Esperanza de la EPM.
Se descubrieron viviendas y espacios de enterramiento humano y de tipo ceremonial. También restos óseos de animales, cientos de volantes de huso tallados en piedra, utilizados para hilar algodón; vestigios cerámicos y líticos en su mayoría fragmentados, vasijas y herramientas para la caza y la agricultura.
El Gerente General de EPM, Juan Esteban Calle Restrepo, indicó que “como empresa responsable y respetuosa del patrimonio cultural de la Nación, la EPM invirtió más de 15.000 millones de pesos en el rescate arqueológico de Nueva Esperanza y se acataron estrictamente los lineamentos planteados del Icanh, para garantizar la recuperación y preservación de la información y de los vestigios del sitio”.
Para eso se contó con un equipo de 60 arqueólogos y de 120 trabajadores de la zona. “Actualmente y durante la operación del proyecto se cuenta con seguridad en el lote, tanto de EPM como de Emgesa que son propietarios de los predios adyacentes”, dice la antropóloga Gallego. Admite, no obstante, que el hallazgo no cambia los planes sobre la construcción del proyecto de energía de Nueva esperanza y que lo que se modificó fueron los cronogramas ya que se decidió, por su importancia, excavar el área completa, lo que implicó la utilización de nuevas tecnologías de excavación y un mayor grupo de arqueólogos y tiempos más precisos.
“Las hectáreas de la excavación ya fueron totalmente excavadas y debido a que allí no se encontraba nada de tipo monumental es posible realizar las obras para la construcción de la subestación” de energía, afirma Gallego.
La prospección y el rescate arqueológico se realizó antes de comenzar las obras civiles del proyecto Nueva Esperanza, que se conectará, a través de una línea a 230kV, con el embalse del Guavio y, con otra de 500kV con la subestación Bacatá en Tenjo.
Gallego sostiene que no es la primera vez que la EPM se enfrenta a programas de arqueología. “En todos los proyectos licenciados de la empresa se llevan a cabo. Los más grandes han sido con los proyectos hidroeléctricos Porce II, Porce III e Ituango”, en Antioquia pero, precisa que “lo particular de Nueva Esperanza es que en Colombia no se había realizado una excavación en área tan grande, con tantos arqueólogos ni con tal inversión”.
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