Haga una comparación entre la educación entre la educación en la época colonial y la educación de la mujer en la epoca colonial.
Respuestas a la pregunta
Explicación:
En toda sociedad la transmisión de conocimientos es de fundamental importancia para la formación de las nuevas generaciones y la continuidad cultural. La Buenos Aires colonial y virreinal no fue una excepción. El sistema educativo es el tema de la séptima entrega de esta sección destinada a ilustrar cómo era la vida de los porteños hace doscientos años.
En los primeros tiempos de la dominación española el Cabildo contrataba a un “maestro” para que enseñase las primeras letras a los niños y jóvenes. No se le exigía demasiado al “maestro” dada la pobreza general de la región. Luego, los conventos organizaron escuelas de primeras letras, anexas a los mismos, siendo los franciscanos los pioneros en organizar este tipo de instituciones. Pero sin lugar a dudas fueron los jesuitas los que desempeñaron el rol más importante en lo que hace a la enseñanza pública.
Dice Cosmelli Ibañez: “A las escuelas, colegios y universidades del Río de la Plata asistieron niños y jóvenes pertenecientes a la aristocracia y a la plebe. Estaba expresamente prohibida la concurrencia de los negros y variadas cruzas de gente de color. Para ellos, la legislación establecía que los sacerdotes debían enseñarles la doctrina cristiana.
En marzo de 1723, el Cabildo de Buenos Aires dispuso que los maestros debían enseñar a leer y escribir a los españoles y los indios, pero no a mulatos y mestizos. Estos permanecerían separados e instruidos únicamente en la doctrina cristiana”.
Desde el siglo XVIII, junto a la Iglesia de San Ignacio de la Compañía de Jesús funcionaba una escuela conocida como Colegio Grande o de San Ignacio. Cuando en 1767 los jesuitas fueron expulsados, se planteó el problema de la continuidad de este establecimiento, así como también el de quiénes debían dirigirlo.
En 1783, durante el virreinato de Juan José de Vértiz, se inauguró el Real Colegio de San Carlos o Real Convictorio Carolino, en homenaje a Carlos III, rey de España. Este establecimiento fue el continuador del colegio de los jesuitas. Para ingresar al mismo el joven debía tener diez años de edad, saber leer y escribir, profesar la fe católica y ser hijo legítimo.
La enseñanza era sobre todo de carácter humanístico. Se impartía latín y a los clásicos latinos y griegos. Así los alumnos estudiaban a Cicerón, Horacio, Julio César, Salustio, Tito Livio, Homero, Platón y Aristóteles. La importancia del latín en la educación hizo que los que equivaldrían a nuestras escuelas secundarias se conociesen con el nombre de estudios de Gramática o Latinidad.
“En 1803 –continúa Cosmelli Ibáñez–, el Cabildo porteño determinó que los candidatos a ejercer el magisterio han de ser precisamente de buena vida y costumbres, han de poseer y hablar el idioma castellano, con la propiedad debida, sin barbarismos ni solecismos”.
Los libros de lectura eran impresos en la Imprenta de Niños Expósitos. De su prensa salieron miles de Cartillas, Catones, Tablas de Contar y Muestras Caligráficas. Todos estos materiales de enseñanza estaban destinados a ayudar a los maestros en su labor pedagógica.
Dado su programa de estudios, el colegio tenía una dimensión religiosa, pero no dependía de ninguna autoridad eclesiástica sino del virrey. Como el establecimiento no otorgaba títulos, el alumno que aspiraba a continuar sus estudios debía dirigirse a las universidades de Córdoba o Chuquisaca. Es conveniente recordar que Buenos Aires no tuvo universidad hasta 1822, durante la época de Bernardino Rivadavia.
Al producirse las invasiones inglesas, el colegio se convirtió en cuartel del Regimiento de Patricios y siguió desempeñando esas funciones hacia la época de la Revolución de Mayo. En 1817 el Director Supremo de las Provincias del Río de la Plata lo reabrió para los estudios con el nombre de Colegio de la Unión del Sud. En los años de Rivadavia se lo conoció como Colegio de Ciencias Morales. Estas instituciones educativas fueron el antecedente del actual Colegio Nacional Buenos Aires.
En el Real Colegio de San Carlos se formaron gran parte de los hombres que protagonizaron la Revolución de Mayo.
¿Y qué decir de la educación de las mujeres? “A fines del siglo XVIII –apunta Cosmelli Ibáñez– y a iniciativa de la efímera Sociedad Patriótica, Literaria y Económica –debida al militar y periodista Antonio Cabello y Mesa– fue creada una escuela para niñas sin recursos, con el propósito de inculcarles “máximas de virtud, principios de probidad y luces de una sólida erudición”. A comienzos del siglo XIX funcionaban en Buenos Aires varias escuelas para la enseñanza femenina que deben considerase numerosas si tenemos en cuenta la población de aquella época. En el año 1802, doña Josefa Carballo publicó un aviso en el periódico Telégrafo Mercantil para comunicar la apertura de una escuela de niñas, las cuales se educarían en religión, primeras letras y gimnasia. El ingreso exigía ciertos requisitos, entre ellos saber leer y una edad mínima de ocho años.