haga un cuento basado en el silencio y la escucha
Respuestas a la pregunta
Respuesta: El cuento del silencio
Esta es la historia de un grupo de amigos que decidieron buscar un día el silencio más perfecto. Se pusieron un año de plazo, pasado el cual volverían a encontrarse y cada uno presentaría el resultado de su búsqueda.
Cuando se reunieron de nuevo, uno a uno fueron diciendo lo que habían encontrado. Todos estaban de acuerdo en que nuestro mundo era un lugar de variados y curiosos sonidos, y que no había resultado tarea fácil encontrar el silencio y, mucho menos, el perfecto. Esto es lo que cada uno presentó:
El silencio de las nubes
Quien pensaría que las nubes, una masa suave y esponjosa, blanca y volátil tuviera su ruido atronador… Sí, atronador, de la palabra Trueno. Que se produce porque se mueven los muebles allá en el cielo, o que son peleas, o vaya usted a saber. Pero en todo caso, las nubes suenan, vaya que suenan.
El silencio de los exámenes
Bueno, silencio, silencio… hay que reconocer que es uno de los silencios más distraídos. Voces, lo que se dice voces, no tiene; pero señas y murmullos, los que se puedan. ¿O sólo era yo quien intentaba hablar en los exámenes?
El silencio del teléfono
El silencio del teléfono es el silencio más falso que existe. Sus llamadas entran a cualquier hora y de cualquiera. Eso sí, el muy hipócrita, el teléfono, para lavar su conciencia tiene un modo “silencio” que o bien vibra, o se ilumina su pantallita o vaya usted a saber de lo que es capaz con tal de llamar la atención y romperlo (al pobre silencio verdadero).
El silencio de las piedras,
¿Quién dijo que las piedras no hablan? Pero si nos cuentan todo. No hay historia posible sin escuchar a las piedras. Sí, a su modo, hablan de un pasado geológico, arqueológico, histórico, a veces atronador. Y eso por no hablar de los terremotos y volcanes… o sea, que de silencio, nada.
El silencio de los amantes
Sí, silencio cuando se miran, por muy poco tiempo, pues pasado ese rato, comienza a flotar algún murmullo, palabras de amor, respiración agitada… Decididamente, los amantes callan por poco tiempo.
El silencio de las flores
Las flores reinan con su belleza silenciosa, aunque interrumpida muy a menudo por el zumbido de algún moscardón o alguna abeja o, en el peor de los casos, por un estornudo a destiempo.
El silencio hostil
Es el silencio que practican las ostras. De ostra, ostil. Es un silencio muy poco recomendable, pues cuando esa ostra se abre, casi siempre a destiempo, su silencio hostil suele terminar a voces.
El silencio del mar
Un silencio de color azul pero en el que es imposible adormecerse, pues cada ola suena diferente, cargada de espuma y de rumores. El mar hace música, todo el mundo sabe que nunca para de cantar.
El silencio de los pájaros
En su vuelo sí, con el batir de las alas escriben su silencio, pero por poco tiempo, pues en cuanto se posan comienzan a cantar y gorjear con mayor o menor fortuna. Que en silencio, silencio, ni un pajarito se queda.
El silencio de la siesta
Ay, el silencio más caro, el más difícil, tan a menudo roto por la tele, la cisterna, una mosca, un portazo… y muchos otros incordios que seguro que os podéis imaginar.
El silencio de la Luna
La luna engorda en silencio, sí, pero su alimento es el pan de los poetas, los músicos, las cantantes y demás seres que le cantan con el alma y a veces también a voz en grito.
El silencio de los cachorros, niños y animales, recién nacidos
Seres frágiles, hermosos y dormilones. Que no saben hablar, no pueden pedir, no saben reír, pero ay, sí saben gimotear y hacer ruidillos para mantener a su madre siempre atenta.
El silencio de la nieve
La nieve cae en silencio, sí. Pero lleva asociados muchos ruidos: el del júbilo de los niños asomados al cristal de las casas, de risas con los juegos de tirarse bolas y también de los ¡ay! con las caídas que ocasiona. Vamos, que la nieve de silenciosa nada. Es demasiado alegre.
El silencio de los libros
Las palabras de los libros son calladísimas. Pero el libro suena al hojearlo, cuando se cae, cuando se le golpea… y resuena en nuestro cuerpo con las emociones y comentarios que suscita.
El silencio del fuego
Qué poder el del fuego. Hipnótico, de belleza incomparable, sin palabras… pero atención que: chisporrotea, cruje, chispea, bufa, gime, explota… ¡Qué sustos sonoros, los del fuego!
El silencio del reloj