¿ Hacia donde tiende la evolución de los organismos ?
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La historia de la vida es una historia de muerte y extinción, y unos pocos supervivientes. Se estima que el 99.9% de las especies que han existido alguna vez están hoy extintas.
¿Tiene alguna dirección la evolución?. Y de existir, ¿hacia dónde va?. Esa pregunta ha estado en la mente de todas las personas que han tenido acceso a esta teoría, llegando a opinar incluso aquellos que reniegan de la misma.
La historia de la vida no muestra un rumbo definido, no parece tener dirección ni sentido. La evolución es una narración de eliminación masiva seguida de diferenciación en el interior de unos cuantos supervivientes. Buscarle una dirección a la evolución parece más el fruto de nuestra tendencia a humanizarlo todo, olvidándonos de que las leyes de la naturaleza no tienen por qué tenernos en cuenta. Además, de existir una dirección es a priori imposible determinar cuál es porque la importancia de los acontecimientos concretos, contingentes, como la extinción o no de un grupo de organismos en el caso de una extinción en masa, o la posesión o no de una variante adaptativa adecuada cuando ésta es requerida, son los verdaderos agentes de la historia.
Sin embargo no todos opinan así. Para el jesuita Pierre Teilhard de Chardin (1881-1955) sí que había una dirección, en concreto hacia lo que él llamaba punto Omega. Éste lo definía como el punto más alto de la evolución de la consciencia, considerándolo como el fin último de la misma. Esto supone que la divinidad, en lugar de encontrarse en los cielos sería un producto de la convergencia, en una unidad final con Dios. De acuerdo con Teilhard y con el biólogo ruso Vladimir Vernadsky, el planeta se encuentra en un proceso transformador, evolucionado desde la biosfera a la noosfera(lugar de encuentro con la divinidad).
Si realizamos una ojeada a la estructura de los seres vivos, así como a su clasificación taxonómica (siendo el árbol de clasificación más completo el recientemente publicado por Ciccarelli, F.D., Doerks, T., von Mering, C., Creevey, C.J., Snel, B., and Bork, P. (2006) Toward automatic reconstruction of a highly resolved tree of life. Science 311: 1283-1287) podríamos sacar la falsa conclusión de que la evolución va solamente hacia un incremento en la complejidad. Sin embargo, un análisis más riguroso muestra que ésta parece no tener una dirección determinada.
Hace pocos días asistí a la III Reunión Científica de la Red Nacional de Genómica Bacteriana. Allí se mostraron ejemplos en los dos sentidos.
1. Hacia el incremento de complejidad: El número de genomas de procariotas secuenciados a fecha 15 de enero 2008 era de 623, de los cuales 574 son del dominio Bacteria y 49 son Archaea. De estos genomas secuenciados, tan sólo 34 tienen un tamaño superior a 7 megabases (Mb). Los microorganismos que poseen estos genomas pertenecen a 5 phyla, Proteobacteria, Actinobacteria, Cianobacteria, Acidobacteria y Planctomycetes. Aunque la mayoría de los genomas de gran tamaño pertenecen a Proteobacterias este dato está distorsionado por el hecho de que la mayoría de los genomas de los microorganismos secuenciados son Proteobacterias. Aún y así, la mayoría de los microorganismos con grandes genomas son Mixobacterias, un grupo bacteriano englobado en las Proteobacterias. Así nos encontramos ante bacterias tales como Myxococcus xanthus (9.14 Mb), Stigmatella aurantiaca (10,27 Mb) y Plesiocystis pacifica (10,59 Mb). Es revelante el caso de Sorangirum cellulosum, que tiene el mayor genoma procariota secuenciado hasta el momento, 13.03 Mb, superando incluso mayor que el genoma de algunos eucariotas como las levaduras.
¿Tiene alguna dirección la evolución?. Y de existir, ¿hacia dónde va?. Esa pregunta ha estado en la mente de todas las personas que han tenido acceso a esta teoría, llegando a opinar incluso aquellos que reniegan de la misma.
La historia de la vida no muestra un rumbo definido, no parece tener dirección ni sentido. La evolución es una narración de eliminación masiva seguida de diferenciación en el interior de unos cuantos supervivientes. Buscarle una dirección a la evolución parece más el fruto de nuestra tendencia a humanizarlo todo, olvidándonos de que las leyes de la naturaleza no tienen por qué tenernos en cuenta. Además, de existir una dirección es a priori imposible determinar cuál es porque la importancia de los acontecimientos concretos, contingentes, como la extinción o no de un grupo de organismos en el caso de una extinción en masa, o la posesión o no de una variante adaptativa adecuada cuando ésta es requerida, son los verdaderos agentes de la historia.
Sin embargo no todos opinan así. Para el jesuita Pierre Teilhard de Chardin (1881-1955) sí que había una dirección, en concreto hacia lo que él llamaba punto Omega. Éste lo definía como el punto más alto de la evolución de la consciencia, considerándolo como el fin último de la misma. Esto supone que la divinidad, en lugar de encontrarse en los cielos sería un producto de la convergencia, en una unidad final con Dios. De acuerdo con Teilhard y con el biólogo ruso Vladimir Vernadsky, el planeta se encuentra en un proceso transformador, evolucionado desde la biosfera a la noosfera(lugar de encuentro con la divinidad).
Si realizamos una ojeada a la estructura de los seres vivos, así como a su clasificación taxonómica (siendo el árbol de clasificación más completo el recientemente publicado por Ciccarelli, F.D., Doerks, T., von Mering, C., Creevey, C.J., Snel, B., and Bork, P. (2006) Toward automatic reconstruction of a highly resolved tree of life. Science 311: 1283-1287) podríamos sacar la falsa conclusión de que la evolución va solamente hacia un incremento en la complejidad. Sin embargo, un análisis más riguroso muestra que ésta parece no tener una dirección determinada.
Hace pocos días asistí a la III Reunión Científica de la Red Nacional de Genómica Bacteriana. Allí se mostraron ejemplos en los dos sentidos.
1. Hacia el incremento de complejidad: El número de genomas de procariotas secuenciados a fecha 15 de enero 2008 era de 623, de los cuales 574 son del dominio Bacteria y 49 son Archaea. De estos genomas secuenciados, tan sólo 34 tienen un tamaño superior a 7 megabases (Mb). Los microorganismos que poseen estos genomas pertenecen a 5 phyla, Proteobacteria, Actinobacteria, Cianobacteria, Acidobacteria y Planctomycetes. Aunque la mayoría de los genomas de gran tamaño pertenecen a Proteobacterias este dato está distorsionado por el hecho de que la mayoría de los genomas de los microorganismos secuenciados son Proteobacterias. Aún y así, la mayoría de los microorganismos con grandes genomas son Mixobacterias, un grupo bacteriano englobado en las Proteobacterias. Así nos encontramos ante bacterias tales como Myxococcus xanthus (9.14 Mb), Stigmatella aurantiaca (10,27 Mb) y Plesiocystis pacifica (10,59 Mb). Es revelante el caso de Sorangirum cellulosum, que tiene el mayor genoma procariota secuenciado hasta el momento, 13.03 Mb, superando incluso mayor que el genoma de algunos eucariotas como las levaduras.
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