hacer un pequeño escrito sobre esto en tu vida porfa es para mañana y doy coronita
•reflexion
Nuestra individualidad
En “Mas allá del bien y el mal”, Nietzsche se pregunta “¿Quién de nosotros no se ha sacrificado ya a si mismo por su buena reputación?”. Muchas veces en un intento de encajar o de agradarle al resto de las personas fingimos ser algo que no somos, perdemos nuestra individualidad en pos de mantener una reputación. ¿Pero acaso no es lo que nos hace diferentes a todos los demás, lo que nos hace únicos, lo que debería hacernos sentir más orgullosos? ¿Por qué fingir ser algo que no somos? ¿Qué sentido tiene encajar y parecer agradable a los ojos del resto si lo que lo consigue no somos nosotros sino meramente la ficción que creamos? ¿Qué sentido tiene ser algo que no somos?
Ser una persona implica ser en manada, pero si esa manada logra absorvernos y modelarnos a su antojo, perdemos una de las cualidades centrales de las personas: la originalidad.
• reflexion
Dominar tus emociones
En estos tiempos vemos que está en boca de todos el debate por la agresiones verbales. Un chiste de mal gusto ¿Está bien o mal? Hay quienes ven como algo digno de elogio el no poder controlar las emociones cuando se agrede a una persona que se ama. Es más, se cree que el hecho de tener emociones que no puedan controlarse demuestra que esas emociones son verdaderas, que se quiere a la persona de verdad. Parecería que el amor legitima locuras, pero nada de eso es cierto.
Los estoicos ya hablaban sobre esto hace dos mil años. Para ellos aquel que es dueño de sus emociones es dueño del mundo. En sus Meditaciones, Marco Aurelio escribe que la mejor venganza es ser indiferente a quién causo el daño. En otro pasaje del mismo texto, el autor señala que, si bien la vida cotidiana esta llena de insolentes, envidiosos e ingratos, “no puedo recibir daño de ninguno de ellos, pues ninguno me cubrirá de vergüenza”. Reaccionando con violencia ante un comentario de mal gusto ¿Acaso no nos perjudicamos a nosotros mismos?
• reflexion
Memento Mori
Se comenta que los generales romanos, aclamados por la gente tal volver victoriosos del campo de batalla, tenían un esclavo que les susurraba “memento mori” en latín, es decir “recuerda que morirás”.
Cada uno de nosotros es consciente de que va a morir, pero no muchos actúan en consecuencia. El tiempo que tenemos es limitado pero aun así hacemos cosas que no queremos, cosas que no son necesarias, no actuamos por temor, o quizás por costumbre. Puede que, por ejemplo, no te animes a cambiar de trabajo, a invitar a salir a una persona que es especial para ti por temor a que te diga que no. Otros esperan a retirarse para poder disfrutar y hacer las cosas que siempre quisieron hacer coincidiendo con las palabras de Seneca, “¡Que tarde es empezar a vivir justamente cuando hay que dejarlo!”
Todo esto pierde importancia en el momento en que reflexionamos sobre nuestra mortalidad. Toda imposición externa sobre cómo vivir y cómo comportarse carece de relevancia cuando nos damos cuenta de que nuestro tiempo es limitado y que nuestra vida algún día se acabara, y solo depende de nosotros vivirla. ¿Eres realmente consciente de que nuestro tiempo en esta vida es limitado? ¿Vives en consecuencia?
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