Arte, pregunta formulada por smuel0726, hace 1 mes

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Respuestas a la pregunta

Contestado por creativepensations
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Respuesta: Hamburguesa de calcetín

Dicen que hay niños que no comen lo que mamá cocina y en este cuento con dos personajes conoceremos a uno, amante de la comida basura, los helados, chuches y refrescos.

Un duende, gran chef por otra parte, le preparará un plato digno de tal paladar… ¡Hamburguesa de calcetín!

Dicen que hay unos niños

que no comen lo que mamá cocina,

y yo conocí a uno de ellos

que hacía esto de forma continua.

Este era un comelón

que siempre quería comida chatarra,

con helado como postre

y un refresco en una jarra.

Evitaba frutas y verduras,

y cualquier cosa con vitaminas,

y siempre se echaba a la boca

un montón de golosinas.

Pero él quería probar

algo nuevo y diferente,

pues además de ser goloso

también era muy exigente.

“Como quisiera probar

algo realmente delicioso,

y que solo yo pueda comerlo

sin darle a nadie ni un trozo”.

En ese momento, y de la nada,

un pequeño duende apareció,

sorprendiendo tanto al niño

que hasta el chicle se tragó.

“No puedo creer

lo que acabo de escuchar.

Niño, estás de suerte,

¡pues yo te puedo ayudar!”

“Yo soy el gran cocinero

de un exitoso restaurante,

y quiero hacerte un platillo

que será muy impresionante”.

El chico, al escuchar esto,

sintió gran alegría,

pues el sueño de toda su vida

por fin se cumpliría.

De inmediato aceptó la invitación

de ir a cenar con el duende,

que tenía su restaurante

justo debajo de un puente.

Pero este pequeño glotón

tenía paladar exigente

y sólo a pocas comidas

le gustaba encajarle el diente.

“Espero que no me sirvas

un plato lleno de verduras,

pues antes que algo de eso

prefiero tortillas duras”.

“No te apures”, dijo el duende,

“te aseguro que vas a comer

el platillo más sabroso

que alguien jamás te pudo ofrecer”.

El pequeño se puso listo

para tener un gran festín,

pero pasó que el duende le dio

¡una hamburguesa de calcetín!

“Espero que la disfrutes,

la hice con mucho amor,

y de seguro te encantará

por su aroma y buen sabor”.

El niño no creía

lo que tenía ante sus ojos.

Era uno de los platillos

más malos y horrorosos.

Entre los dos panes

no había un pedazo de carne,

sino un calcetín usado,

descosido y muy grande.

“Guardé este calcetín

por ser el más maloliente,

para un día poderlo servir

a mi más querido cliente”.

“Y ese eres tú,

mi gran amigo gordito,

pues nadie más apreciaría

este platillo tan exquisito”.

En lugar de salsa de tomate,

tenía pasta de dientes.

Y en vez de papas fritas,

había tuercas calientes.

En vez de una fresca lechuga,

tenía moho de pantano.

Y en lugar de tener mostaza,

había salsa de gusano.

Una rebanada de queso

el niño hubiera esperado,

pero solamente le echaron

plástico gratinado.

Beber un dulce refresco,

el chico esperaba ansioso,

pero el duende le dio un vaso

con aceite pegajoso.

“No te le quedes viendo

y dale una gran mordida.

Verás que no hay lugar

con una mejor comida”.

El niño estaba nervioso

por probar semejante cosa,

y no quería ni ver

esa hamburguesa tan asquerosa.

Por fin, la tomó en sus manos

para darle una gran mordida,

pero mejor salió corriendo,

y emprendió veloz la huida.

El duende no pudo evitar

soltar una carcajada

al ver al niño escapar

de forma desesperada.

“Ojalá que a ese pequeño

le sirva esta lección,

y de las verduras se acabe siempre

hasta la última porción”.

“Todo lo que mamá sirva

espero que se meriende,

o tendré que ir a su casa

¡y darle comida de duende!”

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