hacer un monólogo para un titere
Respuestas a la pregunta
Respuesta: Hamburguesa de calcetín
Dicen que hay niños que no comen lo que mamá cocina y en este cuento con dos personajes conoceremos a uno, amante de la comida basura, los helados, chuches y refrescos.
Un duende, gran chef por otra parte, le preparará un plato digno de tal paladar… ¡Hamburguesa de calcetín!
Dicen que hay unos niños
que no comen lo que mamá cocina,
y yo conocí a uno de ellos
que hacía esto de forma continua.
Este era un comelón
que siempre quería comida chatarra,
con helado como postre
y un refresco en una jarra.
Evitaba frutas y verduras,
y cualquier cosa con vitaminas,
y siempre se echaba a la boca
un montón de golosinas.
Pero él quería probar
algo nuevo y diferente,
pues además de ser goloso
también era muy exigente.
“Como quisiera probar
algo realmente delicioso,
y que solo yo pueda comerlo
sin darle a nadie ni un trozo”.
En ese momento, y de la nada,
un pequeño duende apareció,
sorprendiendo tanto al niño
que hasta el chicle se tragó.
“No puedo creer
lo que acabo de escuchar.
Niño, estás de suerte,
¡pues yo te puedo ayudar!”
“Yo soy el gran cocinero
de un exitoso restaurante,
y quiero hacerte un platillo
que será muy impresionante”.
El chico, al escuchar esto,
sintió gran alegría,
pues el sueño de toda su vida
por fin se cumpliría.
De inmediato aceptó la invitación
de ir a cenar con el duende,
que tenía su restaurante
justo debajo de un puente.
Pero este pequeño glotón
tenía paladar exigente
y sólo a pocas comidas
le gustaba encajarle el diente.
“Espero que no me sirvas
un plato lleno de verduras,
pues antes que algo de eso
prefiero tortillas duras”.
“No te apures”, dijo el duende,
“te aseguro que vas a comer
el platillo más sabroso
que alguien jamás te pudo ofrecer”.
El pequeño se puso listo
para tener un gran festín,
pero pasó que el duende le dio
¡una hamburguesa de calcetín!
“Espero que la disfrutes,
la hice con mucho amor,
y de seguro te encantará
por su aroma y buen sabor”.
El niño no creía
lo que tenía ante sus ojos.
Era uno de los platillos
más malos y horrorosos.
Entre los dos panes
no había un pedazo de carne,
sino un calcetín usado,
descosido y muy grande.
“Guardé este calcetín
por ser el más maloliente,
para un día poderlo servir
a mi más querido cliente”.
“Y ese eres tú,
mi gran amigo gordito,
pues nadie más apreciaría
este platillo tan exquisito”.
En lugar de salsa de tomate,
tenía pasta de dientes.
Y en vez de papas fritas,
había tuercas calientes.
En vez de una fresca lechuga,
tenía moho de pantano.
Y en lugar de tener mostaza,
había salsa de gusano.
Una rebanada de queso
el niño hubiera esperado,
pero solamente le echaron
plástico gratinado.
Beber un dulce refresco,
el chico esperaba ansioso,
pero el duende le dio un vaso
con aceite pegajoso.
“No te le quedes viendo
y dale una gran mordida.
Verás que no hay lugar
con una mejor comida”.
El niño estaba nervioso
por probar semejante cosa,
y no quería ni ver
esa hamburguesa tan asquerosa.
Por fin, la tomó en sus manos
para darle una gran mordida,
pero mejor salió corriendo,
y emprendió veloz la huida.
El duende no pudo evitar
soltar una carcajada
al ver al niño escapar
de forma desesperada.
“Ojalá que a ese pequeño
le sirva esta lección,
y de las verduras se acabe siempre
hasta la última porción”.
“Todo lo que mamá sirva
espero que se meriende,
o tendré que ir a su casa
¡y darle comida de duende!”