Historia, pregunta formulada por figue642, hace 1 mes

hacer un ensayo de las confrontaciones mundiales sabiendo que lleva una introducción desarrollo y una conclusión

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Contestado por mijaeltorresbts22
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Respuesta:

n los últimos años del siglo veinte hemos visto en los países del Plata el deseo generalizado de buscar soluciones a los problemas regionales por vía de cooperación interamericana1. Tal deseo, basado en la afirmación del liberalismo económico y la democrácia, se concretó con el establecimiento del MERCOSUR, con todas sus ventajas y contradicciones. Ese espíritu de cooperación contrasta bastante con la etapa de la Triple Alianza. Cada uno de los países que hoy en día son miembros del MERCOSUR sufrió durante la Guerra de 1864 a 70—por supuesto, unos más que otros. La guerra fue clave, creo, en fomentar un nacionalismo que nunca existió anteriormente en la región, un nacionalismo que engendró el germen de estados nacionales modernos en la cual la idea de cooperación multilateral tiene sus orígenes. La guerra de la Triple Alianza sirvió como factor catalítico al empujar a la Argentina, Brasil, Uruguay, y Paraguay hacía la edad moderna.

2La guerra tuvó efectos importantes más alla de palabras e ideologías. Gracias a ella, la Argentina se volvió estado-nación sobre la base de la política porteña. La guerra también dió vida política al ejército en el Brasil, una sitación que veinte años más tarde llevaría a la caída del imperio. En Uruguay, la guerra abrió un nuevo capítulo en el faccionalismo partidario entre Blancos y Colorados. Y en Paraguay, como sabemos, la guerra destruyó al país, hiriendo radicalmente a su economía, y causando la pérdida de más de 60 porciento de su población de 450.000 habitantes.2

3Los resultados de la guerra del 70 reflejan las muchas contradicciones políticas del siglo diecinueve. Que hubiese diferentes formas de construir naciones en Sudamérica en aquel tiempo fue una consecuencia natural de la independencia. La élite, que creció con el discurso politico europeo, quizo establecer los estados modernos de sus sueños. Pero le esperaban muchos desafíos. Debía contar con la apatía de parte de las masas y con las ambiciones de caudillos egocéntricos y violentos. Tal y como los nacionalistas europeos de la misma generación, no pudieron ponerse de acuerdo entre ellos mismos sobre la forma de contruir las nuevas naciones.

4Estas élites encontraron raras veces con simpatía o comprehensión por sus ideas de parte de sus respectivos conciudadanos. En términos actuales, una nación es una comunidad de gente compuesta de una o más etnias e idiomas con su propio territorio y gobierno.3 Sudamérica durante el siglo diecinueve podía contar con pocas entidades así compuestas. La confusión de las guerras de independencia y la consiguiente fuga de los pocos hombres talentosos o habiles hizo difícil la transición a un nuevo orden político. Al mismo tiempo, el habitante común del continente sureño debía enfrentarse con desafíos cotidianos, solamente para sobrevivir, y por eso mismo, mostraba poco interés en una nación abstracta y lejana. Tampoco tenía fe en el concepto de ciudadanía : ¿Cómo el proyecto nacional ayudaría a sembrar su maís, su algodón, o su mandioca? Si hubieran otros ciudadanos con diferentes costumbres, diferentes idiomas, o hasta un diferente weltanschauung, ¿Cómo podrían formar parte de la misma nación?

5Convencer al sudamericano común que debía juntarse con una comunidad política más grande que su pequeña republiqueta no era un proceso fácil. Sin embargo, viendo que la busquedad para un control más amplio y más completo era—y es—un factor constante en la política occidental, la élite en cada país sudamericano intentó construir una “nación” a su propia imagen. Estas elites incluían algunos publicistas brillantes, con el mismo talento que Mazzini en Italia o Kossuth en Hungría, y que tenían ideas lúcidas de cómo seguir un ideal nacional. Pero su debate constante en sí no produjo un consenso o valores políticos en común que podía unir sus respectivos países. Por eso, necesitaron la guerra del 64 al 70.

6Viendo la falta de tiempo, y mi deseo de aprender lo máximo de ustedes hoy día, no voy a tratar detalladamente los casos del Brasil, Argentina, y Uruguay, aunque no quiero dejar la impression de que los considero de poca importancia. Al contrario, en sus esfuerzos para crear una nacionalidad, las élites de estos tres países compartieron mucho del mismo proceso que vemos en la Francia revolucionaria, la Alemania de 1848, y la Italia de Garibaldi. Por eso mismo, merecen nuestra atención.4 Pero aquí, veo que el Paraguay debe tomar el primer lugar en nuestro análisis y espero tocar la experiencia de los otros países quizás más tarde.

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