Question

Hace unos días pude apreciar todo lo que significa un aguacero en Barranquilla. Experiencia aleccionadora, que se inició pasado el mediodía en la piscina del Hotel del Prado, donde se servía un elegante almuerzo al aire libre para un congreso algodonero.
Recién abierto el suculento bufé, un cielo súbitamente ensombrecido desgajó unas primeras gotas, contundentes y sonoras, que en instante se transformaban en el más torrencial chubasco imaginable. La estampida en todas direcciones de los frustrados comensales, dejando sus ensopados entremeses, parecía una escena salida de película.
Fue un diluvio corto: no más de veinte minutos. Pero suficientes para traumatizar a esta ciudad de un millón de habitantes que no ha logrado domesticar la lluvia. Esa tarde supe lo que era un aguacero en «La Arenosa»
La ciudad se paraliza. Los caños –sus tristemente célebres «arroyos»- se rebosan, transformando las calles principales en ríos amenazantes que arrastran a su paso vehículos y personas. Esa misma tarde, rumbo al aeropuerto, el taxista me señalaba una esquina del alto pardo donde la corriente se había llevado un Mercedes y un BMW último modelo, mientras sus histéricas propietarias gritaban impotentes desde la acera. «Por acá el invierno no respeta ni a los ricos», me comentó entre socarrón y filosófico.
Si uno cree que en Bogotá el invierno es un problema, es porque no ha visto llover en Barranquilla. No ha visto los carros pasar flotando como balsas a la deriva por el arroyo del Country, ni los colchones, mecedoras y chécheres de toda índole que bajan por el caudaloso arroyo de Rebolo. No ha visto a los nerviosos conductores asegurando sus vehículo con sogas o cadenas cuando caen las primeras gotas. Ni los audaces chóferes de bus desfilando por las corrientes, azuzados por pasajeros que luego tienen que escapar por las ventanas o ser rescatados por los bomberos.
Pero al margen del espectáculo o del negocio, el drama del invierno lo padecen todos. La luz se va con más frecuencia, los teléfonos funcionan peor que nunca y las alcantarillas se rebosan de aguas negras, convirtiendo el centro de la ciudad en una pestilente cloaca. Y en los barrios marginales, donde no hay luz, teléfonos ni alcantarillado, el torrente embravecido se lleva entonces las viviendas. Cada arroyo barranquillero tiene su cuota de cadáveres. Al de Rebolo, hoy canalizado, aún lo llaman el «de la muerte». Y aún se habla del caso del doctor Bravo Maury, un conocido médico que, ignorando el consejo de sus amigos, intentó cruzar una calle-río y se fue para siempre. Su cadáver apareció a los tres días en Bocas de Ceniza. O del célebre caso del 24 de diciembre de 1964, cuando cinco ocupantes de un vehículo que iba de afán para el aeropuerto desafiaron el crecido «arroyo de la muerte» y perecieron ahogados. En el aguacero barranquillero, las imprudencias se pagan caras.
Ya sabemos que un signo distintivo del subdesarrollo es la impotencia total ante las fuerzas de la naturaleza. En Colombia, para no ir más lejos, cada verano produce ruidosas sequías y cada invierno devastadoras inundaciones. En Curramba, el drama de la naturaleza incontrolada es aún más cruel y paradójico. Porque ese líquido precioso, que cuando cae del cielo causa estragos, es lo que más le hace falta a la población durante el resto del año.
Más de 400 mil barranquilleros carecen de agua en sus viviendas. En los gigantescos tugurios de la «Arenosa», oxidados carro tanques venden latas a precios de oro. Quienes tienen agua deben padecer las crónicas deficiencias de un acueducto que, como todos los servicios públicos, es, hace años, fortín para el saqueo y la corrupción clientelistas. No es casual que su último gerente sea hoy prófugo de la justicia por irregularidades en el cobro de tarifas
4. En el texto se dice que “400 mil barranquilleros arecen de agua en sus viviendas”. ¿Qué porcentaje es este del total de habitantes de la ciudad?
A Un poco menos de la mitad.
B Más de la mitad.
C Una tercera parte.
D Una cuarta parte

Answer 1

Respuesta:

La a d pone esoooooo

Explicación:sólo a y d

.pon a y d