Hace 200 años vivía el rey Federico, quien tenía un palacio en las afueras de la ciudad. Ahí se retiraba
a descansar y gozar de la tranquilidad de sus jardines y bosques. Pero desgraciadamente junto al
palacio había un molino de viento. Este molino le pertenecía a un señor que lo usaba para moler los
granos de trigo hasta convertirlos en fina y blanca harina. Apenas soplaba el viento comenzaban a
girar las grandes aspas, éstas a su vez movían las ruedas de piedra que comenzaban a moler y todo
junto hacía un escándalo que llegaba a muchos metros de distancia.
El rey se molestaba, pues decía que con ese escándalo no podía pensar, ni trabajar, mucho menos
descansar. Por fin un día mandó llamar al molinero y le dijo: -usted comprenderá que no podemos
seguir juntos en este lugar. Uno de los dos tendrá que retirarse, ¿cuánto me puede dar usted por este
palacio? -. Al principio el molinero no le entendió y por eso el rey le explicó: -usted no tiene dinero
como para comprar este palacio. Por eso será mejor que me venda su molino-. Bueno-, le dijo el
molinero, -yo no tengo dinero para comprarle su palacio, pero usted tampoco puede comprarme el
molino. El molino no está a la venta-.
El rey pensó que el molinero quería lograr un buen precio por eso le ofreció más de lo que valía la
propiedad. Pero molinero volvió a decir: - el molino no está a la venta-. El rey le ofreció una suma aún
mayor. Entonces el monero le dijo: -no venderé el molino por ninguna suma.
Aquí nací y aquí quiero morir. Yo recibí este molino de mis padres y quiero dejárselo a mis hijos para
que vivan al amparo de las bendiciones de sus antepasados-.
El rey perdió la paciencia. Y de mal talante le dijo: -hombre, no seas terco yo no tengo por qué seguir
alegando con usted. Si no quiere hacer un trato que le conviene, llamaré a unos entendidos para que
digan cuánto vale en realidad ese viejo molino. Eso será entonces lo que se le pagará a usted y
mandaré arrancar esa máquina-. Tranquilamente el molinero se sonrío y le contestó al rey Federico: -
eso lo podría hacer usted si no hubiera jueces en el reino-.
El rey lo contempló en silencio. Contaba la gente de aquel tiempo que, en lugar de enojarse, agradeció
esas palabras. El molinero confiaba en los jueces de su reino, el molinero sabía que el rey respetaría
la ley. Federico no insistió más. El molino quedó en su lugar como un monumento a la justicia ciega.
Tan ciega que no distingue a un rico de un pobre, ni a un rey poderoso de un humilde molinero.
De acuerdo con el cuento “El molinero y el rey”, contesta las siguientes preguntas:
1. ¿Por qué el rey quería comprar el molino?
2. ¿Por qué el molinero no quería vender su molino?
3. ¿Crees que en el reino del rey Federico se respetaban los derechos humanos de todas y todos
los ciudadanos? ¿Por qué?
4. ¿Por qué el molinero estaba tan seguro de que el rey no podría comprar su molino?
5. Narra con tus propias palabras otras experiencias donde se vean reflejados el irrespeto a los
derechos humanos. ¿Cuál es tu posición?
QUE TENGO QUE RESPONDER
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Respuesta:
n
Explicación:
natcrespo28:
chamo ayudame que voy a perder la materia
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