Había una vez un reino donde
faltaba mejorar las calles, los
parques y construir puentes y plazas.
El rey, muy preocupado, se reunió
con el Consejo Real, a quienes
planteó:
—Señoras y señores, ¿qué debemos
hacer para mejorar las calles,
construir puentes y plazas? —Uno de
los sabios, el más viejo de ellos, le
respondió:
—Su majestad, debemos recaudar
impuestos. Pero, también, debemos
promover que los habitantes del
reino participen activamente en el
cuidado y mejora del reino, por ejemplo, limpiando los canales de agua de regadío,
limpiando y conservando los caminos, entre otros.
—¿Impuestos? —preguntó el rey extrañado.
—Así es —carraspeó el consejero— Aquí las personas trabajan, majestad, pero no
pagan para que usted, como gobernante de este reino, disponga de dinero para
hacer que esta ciudad se vuelva hermosa. Usted debería de cobrar cuotas para
reconstruir nuestra ciudad. A esas cuotas, se les conoce como impuestos.
—Tienes toda la razón, consejero. Cobraré impuestos a toda la población que trabaja
en este reino —replicó el rey, entusiasmado.
En un momento, mandó un mensajero a la plaza donde se reunían las personas para
comprar y vender sus productos. Este leyó la orden a todos los súbditos que se
acercaron a escucharlo. También les explicó que el rey había nombrado a un
recaudador que se encargaría de cobrar los impuestos al pueblo.
Las personas al recibir semejante noticia pensaron que el rey se había vuelto loco. Sin
embargo, más tarde, al comprobar que el asunto iba en serio, se enojaron mucho,
pues nunca antes habían pagado impuestos. Se oían voces que decían:
—¿Por qué pagar impuestos? —
Pero ¿qué le pasa al rey? ¿Qué no ve nuestro esfuerzo por ganarnos la vida y aun así
nos pide dinero?
—¿Pagar impuestos? ¡Jamás!
Al enterarse de los reclamos del pueblo, el rey mandó nuevamente al mensajero a
leer un nuevo mensaje en el que explicaba al pueblo lo que harían con el dinero de
los impuestos.
Al escucharlo, entendieron y, pensando en el bien de su reino, obedecieron la ley.
Todos pagaron sus impuestos cuando llegó el tiempo de hacerlo.
Luego, el recaudador se ponía de acuerdo con el rey y sus consejeros para usar el
dinero de los impuestos en mejorar la vida de los pobladores.
Pasados unos meses, las personas empezaron a ver cómo su reino se transformaba en
un lugar alegre y bello. De pronto, aparecieron jardines y parques muy bien
alumbrados, se construyeron escuelas, se edificaron museos, puentes y largas
carreteras. También, los caminos estaban muy conservados y los canales de regadío
se encontraban en buenas condiciones por la colaboración de los habitantes.
Entonces los súbditos del rey cambiaron de opinión respecto al pago de impuestos:
estaban muy contentos, pues vieron cómo estos eran utilizados por el rey de tan
buena manera. También el monarca y sus consejeros estaban felices, pues el reino
había cambiado mucho; ahora era grande y hermoso.
La estrategia del rey fue buena: ¡los impuestos funcionaron!
¿De qué trata principalmente el texto?
En una parte del texto dice:
• Marca con una X la respuesta correcta.
Así es —carraspeó el consejero.
Esta frase significa en el texto:
a) Sentirse fastidiado.
b) Toser para aclarar su voz.
c) Darle la espalda al hablar.
d) Burlarse de algo
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Un carraspeo es una tos para aclarar la voz (b)
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Respuesta:
Explicación:
Nose porque estoy en examen ayuda plis
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