guiones de 2 cuartillas
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Rolando: ¡Buenas tardes! ¿Le molesta si me siento?
(Alfredo no le contesta. Se limita a hacerle un gesto señalándole el banco.)
– Rolando: (Se sienta a su lado) ¡Que tarde maravillosa! ¿Le gustó la hostería?
– Alfredo: (Serio) No es mi estilo. Mi doctor me recomendó el lugar para desestresarme, pero por lo visto no conoce mis gustos. (Sigue ahuyentando mosquitos con la mano) Mosquitos, tierra por todos lados y falta de servicios no es mi idea de un fin de semana de relax.
– Rolando: (Se ríe con carcajadas auténticas) Disculpe, pensamos este lugar como un oasis de naturaleza a pocos kilómetros del caos, pero nunca lo había visto desde su punto de vista.
– Alfredo: (Muy avergonzado) ¡Discúlpeme! No sabía que era el dueño, pensé que se estaba hospedando aquí.
– Rolando: No se preocupe, no me molesta… ¿Problemas de salud?
– Alfredo: Estrés, presión alta. Los problemas de cualquier hombre con mis responsabilidades. Nada tan grave, pero el doctor me recomendó descansar.
(Rolando se queda pensando)
– Rolando: ¿Presión alta me dijo?
– Alfredo: Sí. 15 de alta.
– Rolando: … ¿Y sus otros números?
– Alfredo: ¿Cómo dice?
– Rolando: Si, sus otros números, ¿cuáles son sus otros números?
– Alfredo: (Se impacienta por no entender la pregunta) Disculpe, no entiendo su pregunta.
– Rolando: (Sonríe) Le pregunto cuáles son esos números que lo preocupan y lo estresan.
– Alfredo: (Lo mira un poco molesto) No sé. No se me ocurre ninguno.
– Rolando: Cualquiera que se le ocurra. Esos que le vienen a la cabeza y lo desvelan cuando está listo para dormir.
(Alfredo duda. No está muy seguro de querer seguir la charla.)
– Alfredo: (Luego de una pausa) Miles… los dólares que puede perder mi empresa este año por malas decisiones… ¿Quiere otros? Miles y miles los dólares que tendré que pagar en indemnizaciones si tengo que despedir empleados.
(Se queda callado)
– Rolando: ¿Otro número que lo inquiete?
– Alfredo: 26… – Tengo hasta el 26 de julio para hacer cambiar de idea a mi esposa y convencerla de no divorciarse.
(Rolando mira un paquete de cigarrillos que Alfredo tiene junto a su pierna)
– Alfredo: (Advirtiendo la mirada de Rolando) Si, fumo unos 15 por día. Es el número que tengo que reducir si no quiero que mi corazón se pare en cualquier momento.
– Rolando: ¿Sabe?, usted me recuerda tanto a alguien.
(Rolando saca una foto de su billetera y se la muestra a Alfredo. Éste la mira sin muchas ganas, sin darle mucha importancia)
– Alfredo: (Con una sonrisa un poco impostada) ¿Su padre?
– Rolando: (Se ríe enérgicamente). ¡No! Soy yo, unos seis años atrás. -Llevaba una vida muy parecida a la suya. Vivía agobiado por los números. Fumaba, bebía y comía de más. Hasta que un día me desperté en la cama de un hospital, con tubos enchufados por todas partes. Entonces tomé conciencia. Vendimos todo y nos vinimos con mi esposa a la naturaleza, a vivir una vida tranquila y feliz.
(Alfredo lo escucha, ahora sí prestándole atención)
– Rolando: ¿Sabe? Ahora no tengo ni idea de las medidas ni los números. Creo que siete, nueve y diez son las edades de mis nietos, pero no estoy seguro de si son los números exactos y tampoco me importa, porque cada año cambian. Solo se que los voy a querer durante toda mi vida y que todavía están en la etapa en la que les parezco divertido, (sonríe) con eso me basta.
(Pequeña pausa)
– Rolando: Tampoco se cuantos días le quedan a la semana porque ya no tengo nada ¨urgente¨ (dibuja las comillas en el aire con los dedos) que resolver. Ahora me encargo de vivir plenamente cada momento. Sólo sé que es domingo cuando veo aparecer a mis hijos y nietos que vienen de visita. Esa es la señal de que va a ser un día importante… importante de verdad.
(Alfredo se torna reflexivo. Parece empezar a entender…)
– Rolando: Hay un número que sí sé: el 3, es el cumpleaños de mi esposa. Pero tampoco a ese tengo que memorizarlo. (Señala hacia adelante) ¿Vé aquellos tres manzanos que están allí?, ellos me lo recuerdan. Después de media vida de casados, empezamos a charlar y a prestarnos atención… En una de esas charlas, me contó que le gustaban los manzanos y plantamos juntos esos tres.
(Pausa)
– Rolando: ¿Sabe?, la diferencia entre mi vida antes y ahora es que los números ya no me pesan.
(Los dos se quedan pensativos mirando el horizonte.)
– Rolando: No, mis números no me pesan.
FIN