guión teatral de la conversacion el mono y papa dios
Respuestas a la pregunta
DATOS:
Guión teatral de la conversación el mono y papá Dios.
SOLUCIÓN:
Érase una vez una anciana que criaba abejas en el bosque. Tenía montones y montones de colmenas y regió muchísima miel. Decenas de cuencos, jarras, tarros y barriles quedaron llenos a rebosar de dulce, dorada y pegajosa miel.
¿Quiere saber qué hizo la anciana con tanta miel? pues guardó una parte, regaló algunos tarros a sus amigos y metió el resto en un gran cántaro.
Una mañana, la anciana colocó el cántaro sobre la cabeza y se adentró en el bosque camino del mercado. El cántaro iba lleno a rebosar y se movía de un lado para el otro cada vez que la mujer daba un paso. Hasta que, de pronto, sucedió algo terrible. La mujer tropezó con la raíz de un árbol y cayó al suelo.
El cántaro se rompió en mil pedazos y la miel se derramó por todas partes. Desesperada, la anciana se echó a llorar.
-¡Qué desdicha papá Dios! - gemía al regresar a casa, levantando las manos al cielo -. ¿Por qué me has enviado tanta desdicha? ¡Qué desdicha papá Dios!
Desde las ramas del árbol un pequeño mono había visto todo lo ocurrido. Cuando la anciana se alejó, el monito bajó del árbol y hundió un dedo en aquella cosa pegajosa y dorada que había salido del cántaro. Era la primera vez que veía algo así y, cuando se llevó el dedo a la boca se relamió de gusto.
-¡Uhmmm, qué buena está la desdicha! - exclamó el mono -. ¡nunca la había probado, pero la desdicha está riquísima! el monito cogió un buen puñado de la desdicha y se la comió.
-¿Dónde podría conseguirla? quiero más desdicha.
Entonces se acordó de las palabras de la anciana: "Papá Dios, ¿Por qué me has mandado tanta desdicha?". Y, rascándose la cabeza, el monito comenzó a pensar: "Si la desdicha la envía papá Dios, lo único que tengo que hacer es ir a verlo y pedirle un poco más de desdicha".
Así que trepó hasta llegar a la caza de papá Dios y le dijo - Hola, Papá Dios - dijo el mono, y papá Dios sonrió.
-Hola, Monito, ¿qué quieres?
-Papá Dios, vengo a pedirte mucha desdicha.
-¿De verdad quieres desdicha, monito? - exclamó.
Sí, es que me encanta.
Papá Dios se puso de pie y dijo:
-Casualmente, tengo una desdicha especial para monos. Pero, ¿estás seguro de que la quieres?
El animalito asintió con la cabeza, así que Papá Dios le dió un saco que estaba lleno de desdicha y le indicó como liberarla.
El monito agarró el sacó con fuerza, bajó al mundo a toda prisa y echó a correr hasta llegar a un gran desierto y entonces desató los cordeles del saco tal como Papá Dios le había dicho, y de allí salió la mayor desdicha que un mono puede imaginar...¡Un montón de perros negros!.
-¡Pies para que los quiero! - gritó el mono, y, soltando el saco se levantó de un brinco y salió disparado. Un árbol apareció de la nada en medio del desierto y el mono trepó a toda prisa hasta las ramas, pasó todo el día y los perros se cansaron y se fueron, entonces, el mono bajó del árbol y se fue al bosque corriendo a toda prisa.
El árbol lo había puesto Papá Dios, porque el sabe muy bien que no es bueno tener demasiada desdicha, aunque uno sea un mono y quiera para él toda la desdicha que hay en el mundo.