Guincos en miel
Francisco Andrés Escobar
dres Escobar
ador, pocta
salvadoreño
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Mis hermanos y yo corriamos a escondernos a los sitios mais imposibles. Y si bien
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Ha en
crónicas
titulo de
En 1995
Premio
Mi padre tenia un temperamento de todos los demonies.
Cuando montaba en cólera, la casa retumbaba con sus voci
feraciones y las cosas trepidaban en medio de una voladora
de objetos, que iban a parar a diestra y siniestra, lanzadas al
por aquel gigante enfurecido.
partiamos aterrorizados hacia esos escondrijos, también nos doblabamos de risa
aloire sarten de improperios, ingeniosamente tranzados, con los que mi padre
abierta a su cólera descomunal.
En el paroxismo de su ira, aquella enorme masa de humanidad salia a la calle.
Daba un portazo estruendoso, heroico, y se iba hacia al parque, o al mercadire del
pueblo, donde calmaba su agitación tremenda bebiendose dos o tres raciones de
atole de maiz tostado que le gustaba a morir.
Horas después, volvía convertido en un mansísimo cordero. Nosotros, salidos de
nuestras trincheras de seguridad, íbamos a recibirlo como si nada hubiera pasado.
Y es que no volvía con las manos solas. Traia marquesote, guineos en miel, quesa-
dilla de plátano ya no se hace más!
y otras dulces chucherias que pudieran
reivindicarlo ante sus hijos y ante su mujer, mi segunda madre.
Minutos después, cobraban patencia sus enormes virtudes: su amor incondicional
hacia los suvos; su fidelidad matrimonial llevada con dificultad a cuestas, porque
hasta los últimos años sus exigencias y apetencias camales no dismunuveron ni
una onza: su honestidad probada en las circunstancias más dificiles su sentido de
responsabilidad, ravano en la obsesión sublime su generosidad y desprendimien-
to, casi apostolicos; y su sano orgullo de saberse pobre. Mi padre!
Los años han pasado. Mis hermanos y vo crecimos y cada quien tomo su camino
por la vida. Cuando alguna vez logramos juntamos para recordar los años ya idos,
siempre mi padre que también ya se fue preside los mcuerdos, con la vivida
imagen que nos quedo de sus tumultos temperamentales.
Todos sabemos que nos amó más de lo que alguna vez pudo decimos. Sabemos
que todos aquellos incendios, enormes pero pasajeros, ponían la cenira fecunda
desde donde se alzaba lo mejor del hombre de bien que en realidad fue.
Entonces entendemos que, para dar a la siguiente generación lo mejor de nosotros
mismos, debemos crecer sobre nuestras miserias. Debemos convertir en guineos
en miel" nuestros desafueros momentáneos, como muchas veces hizo mi padre
cuando, al final de la tarde pueblerina y después de aplacada la borrasca, volvia de
nuevo a casa con sus manos cundidas de amor.
d. 2018)
de
Libro de resto de 70 Gordo
Tomado de: (Escobar, 1998)
josselynrd39:
hay que sacar un paráfrasis
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hola? No entendí tu pregunta ??????
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