Ciencias Sociales, pregunta formulada por jeynner18sono, hace 16 horas

guerra Contra España Culturales

Respuestas a la pregunta

Contestado por kiaruuuu68
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La guerra cultural que se está librando en Occidente tiene en España uno de sus campos de batalla más feroces. En efecto, desde los intentos de “cancelar la cultura” en los Estados Unidos hasta la ofensiva contra Polonia y Hungría en la Unión Europea, todo intento de defender y afirmar los fundamentos de nuestra civilización sufre ataques incesantes so pretexto de los derechos humanos, la justicia histórica, la resistencia indigenista, etc.

Los fundamentos de Occidente son la tradición judeocristiana y la herencia grecorromana. No son los únicos, desde luego, pero sin ellos nuestra civilización sería otra cosa. El cristianismo humanizó la civilización romana y encontró en la filosofía griega un camino hacia la Revelación definitiva, que es Cristo. Sin el Derecho de Roma, ningún ordenamiento jurídico europeo sería lo que es hoy. Sin la filosofía tomista ni la tradición monástica, nuestro continente no hubiese alumbrado sus horas más luminosas.

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Esto reviste especial importancia en el caso de España, que podría haber sido otra cosa -un territorio más del mundo islámico, por ejemplo- pero defendió y afirmó su pertenencia a la civilización cristiana, romana, europea. No se la puede destruir sin socavar esos cimientos. El islam ha dejado una huella profunda en buena parte de España, pero España no es un país islámico.

Es un error pensar que la ofensiva contra la Iglesia católica es una distracción de otras cosas. La polémica sobre la cruz del Valle de los Caídos no es una cortina de humo para distraer de la calamitosa política de prevención y contención de la pandemia, sino un objetivo hacia el cual se avanza aprovechando la terrible hora que atraviesa España: la estigmatización y erradicación de la identidad nacional a través de la deslegitimación de sus fundamentos, ya sea la fe, la unidad territorial, la historia, la lengua española o cualquier otro de los elementos que vienen cohesionando España desde hace siglos. Domínguez Ortiz tituló su famoso libro “España. Tres milenios de historia”. Con eso se quiere acabar ahora.

En efecto, la alianza entre los enemigos de España tiene el único objetivo de destruirla. Pretenden asociar nuestro país a todo aquello que deslegitima a un país y a un proyecto nacional: el machismo, el racismo, el fascismo, la xenofobia, la corrupción, el atraso, la brutalidad, la ignorancia. Es el “modus operandi” propio de los movimientos subversivos, desde las organizaciones terroristas de los años 60 y 70 hasta las “revoluciones de colores” inspiradas en las doctrinas de Gene Sharp y la Institución Albert Einstein. La reciente campaña publicitaria de la serie Patria, inspirada en la novela homónima de Fernando Aramburu, brinda un buen ejemplo de la presentación de España como un Estado torturador y terrorista además de dar una magnífica razón para darse de baja de la plataforma.

Nuestro país atraviesa un momento doloroso y decisivo. Aprovechando la pandemia, sus enemigos tratan de hundirla cultural, económica y políticamente. Los etarras salen en libertad y se los recibe entre aplausos. Se intenta reescribir la historia so pretexto de los valores democráticos. Se intenta sumir en el silencio o en el descrédito a los discrepantes. Se ataca a la Iglesia católica. Se profanan templos. Se ridiculiza las creencias de millones de católicos (y sólo las de éstos). Todo lo que sirva para desdibujar la identidad nacional se celebra y todo aquello que la afirme se silencia, se deslegitima o se persigue. Vean la tibieza -por no decir la dejación- a la hora de afirmar desde instancias oficiales la españolidad de la gesta de Magallanes y Elcano.

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Por eso, debemos defender todos aquellos símbolos e instituciones que los enemigos de España quieren destruir. Hemos de afirmar la verdad de los hechos frente a los intentos de blanquear a ETA. Debemos defender los fundamentos de nuestra civilización frente a quienes pretenden socavarlos. Occidente no es un invento. España no es una ficción, ni un mito ni una construcción ideológica del siglo XIX.

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