Fragmento 1.
La lluvia azotaba rudamente la techumbre del rancho. Aquella oscuridad y silencio eran
gratos para mí después del trato forzado y de la fingida amabilidad usada durante mi viaje
con toda clase de gentes. Los más dulces recuerdos, los más tristes pensamientos volvieron
a disputarse mi corazón en aquellos instantes para reanimarlo o entristecerlo.
Bastábanme ya cinco días de viaje para volver a tenerla en mis brazos y devolverle toda la
vida que mi ausencia le había robado. Mi voz, mis caricias, mis ojos, que tan dulcemente
habían sabido conmoverla en otros días, ¿no serían capaces de disputársela al dolor y a la
muerte?
Isaac, Jorge (1867). María.
Fragmento 2.
Pasados seis años, los últimos días de un lujoso agosto me recibieron al regresar al nativo
valle. Mi corazón rebosaba de amor patrio. Era ya la última jornada del viaje, y yo gozaba
de la más perfumada mañana del verano. El cielo tenía un tinte azul pálido: hacia el oriente
y sobre las crestas altísimas de las montañas, medio enlutadas aún, vagaban algunas
nubecillas de oro, como las gasas del turbante de una bailarina esparcidas por un aliento
amoroso.
Hacia el sur flotaban las nieblas que durante la noche habían embozado los montes lejanos.
Isaac, Jorge (1867). María.
Fragmento 3.
¡María amenazada de muerte; prometida así por recompensa a mi amor, mediante una
ausencia terrible; prometida con la condición de amarla menos; yo obligado a moderar tan
poderoso amor, amor adueñado para siempre de todo mi ser, so pena de verla desaparecer
de la Tierra como una de las beldades fugitivas de mis sueños, y teniendo que aparecer en
adelante ingrato e insensible tal vez a sus ojos, ¡solo por una conducta que la necesidad y la
razón me obligaban a adoptar! Ya no podría yo volver a oírle aquellas confidencias hechas
con voz conmovida; mis labios no podrían tocar ni siquiera el extremo de una de sus trenzas.
Isaac, Jorge (1867). María.
Fragmento 4.
Cuando salí al corredor que conducía a mi cuarto, un cierzo impetuoso columpiaba los sauces
del patio; y al acercarme al huerto, lo oí rasgarse en los sotos de naranjos, de donde se
lanzaban las aves asustadas. Relámpagos débiles, semejantes al reflejo instantáneo de un
broquel herido por el resplandor de una hoguera, parecían querer iluminar el fondo tenebroso
del valle.
Después de leer los fragmentos de María, ¿cómo crees que era la vida de una mujer
en el siglo XIX?
Respuestas a la pregunta
Contestado por
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Respuesta:
La mujer era considerada inferior al hombre en cuanto a inteligencia y capacidades en el siglo XIX. Las mujeres no podían votar autoridades, ejercer cargos públicos electivos ni asistir a colegios y universidades, derechos que estaban reservados al género opuesto.
Contestado por
1
Respuesta:
Bueno, la mujer fue tratada como ser inferior, algo que me disgusta.
Ellas no podían votar, ejercer buenos trabajos, no tenían derechos humanos, por eso me alegra ver que mujeres exijan sus derechos hoy en día por medios de discursos y acciones positivas de las cuales les cierran la boca a esos que dicen que creen que la mujer no es lista.
Explicación:
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