fracasos de la independencia de mexico en 1810
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Respuesta:
La Revolución de Independencia constituye un periodo de la historia nacional cuyos efectos se mantienen vivos en nuestra realidad social. La Historia es el pilar sobre que el que se cimenta la vida de un pueblo y cuando recurrimos a ella no es únicamente para rememorar viejas y gloriosas acciones, sino con el objetivo de comprender lo que somos hoy en día, para así, estudiadas y entendidas nuestras raíces, florecer en un futuro. Un individuo o una sociedad se compone esencialmente de lo que fue y si queremos hoy en día cambiar nuestra realidad, debemos antes conocer la fuente de donde ésta emanó. La Independencia de México abrió una herida en nuestra historia que sigue sin ser cauterizada. Aquellos que se propusieron extirpar el mal que en el ser social existía reconocieron el problema y se decidieron a operarlo, pero una vez abierto el cuerpo se olvidaron cerrar la herida, que hoy se nos aparece inflamada y corrompida por el devenir de los años.
Los últimos años del siglo XVIII y los primeros del XIX representaron en el mundo entero el reajuste político que la estructura económica demandaba. La burguesía desplazaba del poder a la vieja aristocracia, y la Revolución Francesa acaecida en 1789, así como la Independencia de las trece colonias de Norteamérica, en 1776, fueron solo el preámbulo de una serie de revoluciones de carácter mundial que encumbrarían en el poder a una nueva clase, la burguesía, desplazando al viejo y caduco régimen. España no podía ser la excepción, habiendo representado por siglos el poder monárquico, fue víctima de la transformación que de Francia surgía y que a la “madre patria” llegaría encabezada por Napoleón. Naturalmente, sus colonias sufrieron los estragos de la invasión napoleónica y se creó en ellas un vacío de poder, algo inusitado después de trescientos años de dominación, que propició el levantamiento popular en todo el continente americano.
La Nueva España, conocida como “la joya de la corona” por su basta riqueza, no tardó en reaccionar a este reajuste político. En 1810 se levantó en Dolores el cura Hidalgo a la cabeza de miles de hombres que junto con él buscaban reconquistar la soberanía perdida el fatídico 13 de agosto de 1521. La insurgencia no tardó mucho en encender la llama revolucionaria y apenas unas semanas después aquel incipiente ejército contaba con más de 2,000 hombres. Las conquistas militares de este primer grupo de insurgentes fueron sucediéndose una tras otra, tomando primero Guanajuato y llegando en pocos meses a las puertas de la Ciudad de México. Lamentablemente, la desorganización provocada por un ejército tan grande y heterogéneo provocó, aunado a las decisiones equivocadas de los líderes del movimiento, que apenas iniciado el año de 1811 cayera derrotado por el ejército realista en la fatídica batalla de Puente de Calderón. La desbandada fue general, y los líderes insurgentes cayeron en manos de la reacción; para evitar nuevos alzamientos, las cabezas de los líderes ejecutados fueron colgadas, como escarmiento, en el escenario que meses atrás había arrojado esperanzas a la Revolución, la Alhóndiga de Granaditas
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