Fabula inventada por niños, que sea corta y que tenga moraleja. mejor si habla de tiburones
Respuestas a la pregunta
LA NIÑA, LA TORTUGA Y EL TIBURÓN BEBÉ:
Érase una vez una niña llamada Paola, tenía 8 años y le encantaban los animales, sus padres jamás le habían permitido tener una mascota pero cuando cumplió sus 8 años, ellos le dijeron que podía tener una. Entonces, fueron a buscar al animalito en una tienda de animales, allí, Paola sintió muchas ganas de tener un tiburón bebé, pues ella decía que eran muy tiernos, veloces, y no hacían ruido, pero tendría que tener un acuario muy grande para que él pudiese nadar. De repente, su vista se enfocó en una tortuga pequeña, que era muy lenta, pero también muy tierna. Sus padres, al verla tratando de decidir cuál animal llevarse, le dijeron que podía tenerlos a ambos. Paola volvió a su casa con una tortuga a la que llamó "Pepita" y un tiburón bebé al que llamó "Bú" y vivieron felices para siempre.
Moraleja: Los padres siempre querrán ver los ojos de sus hijos llenos de felicidad, en este caso, le obsequiaron los dos animalitos que su hija quería, y un tiburón bebé no supone un peligro porque era una especie que jamás crece a ser un animal peligroso, siempre será de un pequeño tamaño.
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Vamos a narrar una fábula corta para niños que tenga moraleja.
En lo profundo del mar, había un arrecife, en donde vivían muchos peces pequeños de todo los colores, pero si nadaban muy lejos del arrecife, se encontraban frente a frente con un tiburón grandulón y malvado, que se burlaba de los peces por ser pequeños, se divertía con ellos haciendo maltratos y ¡¡luego!! eran su almuerzo.
Un día uno de los pececillos de color amarillo, nado fuera del arrecife y se armó de valor, diciéndole al tiburón: si voy hacer tu almuerzo, destrózame de una vez, porque no te tengo miedo, el tiburón se burlaba y se reía a carcajadas jajajaja y de repente cayó al mar una malla grande en donde quedó atrapado el tiburón y fue llevado a una embarcación muy grande, el pececillo amarillo quiso romper la malla para soltar al tiburón, pero no pudo hacer nada por él.
La moraleja de esta fábula es: que siempre hay que ser valiente y enfrentar nuestros miedos y a pesar de que el tiburón era malo con los pececillos, el pececillo amarillo lo quiso ayudar a salir de las red de los pescadores.
Debemos aplicar en nuestra vida diaria los valores sociales, morales y éticos desde pequeños. Los niños son el presente, para poder tener un futuro.
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