Explique la concepción Agustiniana de Dios en la vida del hombre
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Auténticamente, la participación de Agustín a la concepción cristiana
de la persona ha sido extraordinaria y de una singular relevancia en la
vida cultural. Su itinerario intelectual y espiritual constituye un modelo válido también hoy en la relación entre fe y razón, tema esencial no sólo para los creyentes, sino también para quienes buscan
la verdad. Estas dos dimensiones, fe y razón, no deben separarse ni
contraponerse, sino que deben estar siempre unidas. Como escribió
Agustín tras su conversión, fe y razón son “las dos fuerzas que nos
llevan a conocer” (acad. III,20,43). Las numerosas referencias que su
extensa producción escrita recogen sobre la persona humana, constituyen uno de los puntos de arranque de la oferta pedagógica contenida en este Carácter propio.
“Ama y haz lo que quieras porque tu amor y entusiasmo educan por sí
mismos” (Io. eu. tr. 8,8). Cuando se habla de la identidad agustiniana
desde el ser humano, ahondando en el pensamiento y los valores, el
foco transcendental es el amor; amar y ser amado era lo más importante. Esta identidad está encarnada en un proceso que conlleva una
responsabilidad con la vida y que encuentra en el amor el primordial
motor para su desarrollo. El amor arrastra y potencia la actividad de
Explicación:
Respuesta:
Dios Hijo, la segunda persona de la Trinidad, fue hecho hombre al ser puesto en el vientre de una mujer llamada María. Ella concibió del Espíritu de Dios, pus así el Hijo, Dios, iba a ser trasformado a hombre pero sin pecado (por eso no nació de hombre y mujer humanos). Él vino para cumplir una deuda que solo Él podía pagar, el precio de la muerte por los pecados de sus escogidos. Así salvó Él a sus escogidos del pecado, resucitando después al tercer día venciendo la muerte, por esto nosotros tenemos vida eterna. Ahora Él es hombre con un cuerpo glorioso y vendrá por segunda vez para recoger a sus hijos y condenar a los hijos de Satanás, además también para glorificar nuestros cuerpos (a sus escogidos) para vivir con Él en su reino para toda la eternidad.
Explicación: