explicar a las siguientes afirmaciones
"la gloriosa revolución" (1689 Inglaterra) y la Revolución Francesa (1789) significado cambios profundos en la sociedad
Respuestas a la pregunta
Respuesta:La Revolución francesa goza de un prestigio casi mítico. Las ideas, los
valores, y el modelo que engendró y difundió a través del mundo entero
ejercen todavía su fascinación sobre las sociedades contemporáneas. La
perennidad de su influencia en los debates sobre la modernidad, los derechos
humanos, y la democracia, y también sobre aquellos que tratan del papel de
las revoluciones y de la violencia política, da razón de las pasiones que sigue
suscitando. Cualquier conmemoración de este mito fundador de nuestra
modernidad provoca tomas de posición, contradictorias.
Desde hace dos siglos las variadas interpretaciones que las sucesivas
generaciones de historiadores no han cesado de aportar, constituyen otros
tantos remodelajes del acontecimiento. Al igual que Janus, la Revolución
francesa presenta dos caras opuestas: de un lado, la cara luminosa de 1789,
símbolo de la libertad, de la igualdad y de la fraternidad, de la democracia
y de los derechos humanos, del triunfo y de la razón sobre el oscurantismo;
del otro lado la sombría de 1793, la cara del terror aplicado en nombre de la
defensa de los logros revolucionarios.
Denis Diderot (17131-1784), fue una figura importante de la
Ilustración como escritor, filósofo y enciclopedista francés.
Explica:
• ¿A qué se debe la importancia que se le ha otorgado a la Revolución
francesa como fuente de inspiración para los movimientos de
independencia y consolidación de las naciones en el mundo?
Ilustración: Unidades de Aprendizaje Independiente / Conafe
179 LA ILUSTRACIÓN Y
LA REVOLUCIÓN FRANCESA
Estas dos caras opuestas, y sin embargo indisociables, de la Revolución
francesa han contribuido poderosamente a configurar el mundo moderno,
en el cual las zonas de luz se acompañan de demasiadas zonas de sombra.
En muchas sociedades contemporáneas perdura la lucha entre los ideales
de 1789 y las prácticas de 1793, entre la democracia y el totalitarismo. Como
escribían François Furet y Mon a Ozouf, “Nos encontramos ya lejos de la
Revolución francesa y vivimos más que nunca en el mundo que ella abrió”.
Tanto como su continuidad en el tiempo, la Revolución francesa impresiona
por la amplitud de su difusión en el espacio.
Salvo en las sociedades anglosajonas cuya cultura política específica,
distinta de la de la Europa continental, constituyó una barrera eficaz
contra la implantación de sus ideas, la Revolución francesa ha ejercido su
influencia en todas partes. Al contrario que la “Gloriosa revolución” de la
Inglaterra del siglo XVI, y que la Revolución americana, que se revelaron
poco exportables, la Revolución francesa revistió un carácter universal y
difundió su modelo.
La nueva cultura política que engendró, centrada en la noción de cambio
político total, mediante la acción voluntaria y la movilización de las masas,
se extendió a los países vecinos de Francia de la Europa occidental, pero
también a la Europa oriental, al Imperio otomano y al Imperio persa, a América
latina y a las Antillas, a Japón y a China, y más tarde a los países africanos, a
los asiáticos y a los del Próximo Oriente que combatían el colonialismo para
acceder a la independencia.
Las revoluciones, los movimientos de liberación y los esfuerzos de
construcción de los estados y de las naciones modernas de los siglos XIX
y XX, han asumido explícita o implícitamente el legado de la Revolución
francesa, cuya fecundidad en la invención de formas modernas de poder
fue excepcional. Si bien en Francia la leyenda y el prestigio de la revolución
se acompañan del recuerdo de sus excesos -el Terror- y de su fracaso -el
bonapartismo-, en el extranjero esta leyenda permanece intacta. 1789 otorga
a Francia un gran prestigio en el mundo.
Explicación: