explicación de mateo 24 el versículo 48 PORFAVOR ES PARA MAÑANA
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Estudio bíblico de Mateo 24:3-14
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Programación diaria
Mateo 24:3-14
Recordemos que en nuestro programa anterior iniciamos este capítulo 24, destacando que los capítulos 24 y 25, conocidos como Discurso del Monte de los Olivos, constituyen el último de los 3 discursos principales de este Evangelio. (Los otros dos eran el Sermón del Monte y las llamadas Parábolas del Misterio). Recordemos también que los discípulos le habían formulado las siguientes 3 preguntas con respecto al futuro: (1) ¿Cuándo serán estas cosas? (refiriéndose a la destrucción del templo), (2) ¿Cuál será la señal de tu venida? y (3) ¿Cuál será la señal del final de la época? En el próximo párrafo veremos cómo
Jesús respondió a las preguntas de los discípulos
Leamos el versículo 3:
"Y estando El sentado en el monte de los Olivos, se le acercaron los discípulos en privado, diciendo: Dinos, ¿cuándo sucederá esto, y cuál será la señal de tu venida y de la consumación de este siglo?"
La respuesta a la primera pregunta, relacionada con la destrucción del templo, no se encuentra en este Evangelio de Mateo, sino en el Evangelio de Lucas, con algunos fragmentos incluidos en el Evangelio de Marcos. ¿Y por qué no se encuentra aquí en Mateo? Porque este libro constituye el Evangelio del reino y presenta al Rey. La destrucción de Jerusalén en el año 70 tiene que ver con esta época en la que vivimos, pero no con un futuro distante en el que vendrá el Rey. Es por ello que Mateo no incluye esa parte del Discurso de los Olivos.
Escuchemos la respuesta del Señor a la primera pregunta, tal como se encuentra en el Evangelio de Lucas 21:20-24:
"Pero cuando veáis a Jerusalén rodeada de ejércitos, sabed entonces que su desolación está cerca. Entonces los que estén en Judea, huyan a los montes, y los que estén en medio de la ciudad, aléjense; y los que estén en los campos, no entren en ella; porque estos son días de venganza, para que se cumplan todas las cosas que están escritas. ¡Ay de las que estén encinta y de las que estén criando en aquellos días! Porque habrá una gran calamidad sobre la tierra, e ira para este pueblo; y caerán a filo de espada, y serán llevados cautivos a todas las naciones; y Jerusalén será hollada por los gentiles, hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan."
Indudablemente, muchos de los que escucharon estas palabras, estarían con vida en el año 70, cuando los ejércitos romanos rodearon la ciudad sitiándola, aislándola del resto del mundo y abriendo una brecha en la muralla, entraron. La destrucción que provocaron fue terrible y la peor de toda su historia, más devastadora que la que provocó el rey Nabucodonosor, de Babilonia, más de 600 años antes. En esta destrucción de los romanos, en el año 70, se cumplió la primera parte del Discurso del Monte de los Olivos.
Las otras dos preguntas hechas por los discípulos eran las siguientes: (2) ¿Cuál será la señal de tu venida? y (3) ¿Cuál será la señal del final de la época?
El Señor iba a responderlas en sus órdenes cronológico y lógico. Contestaría a la última pregunta en primer lugar y a la segunda, en último lugar. El primer Tema tratado por el Señor fue la señal del fin del mundo o, más exactamente, como hemos dicho, el final de la época. Porque el mundo nunca llegará a su fin. Por la acción del Señor, el antiguo mundo desaparecerá y una nueva tierra aparecerá en su lugar. Y aunque no sea el fin del mundo, será la consumación de una era, como así lo expresaron los discípulos.
En este discurso, cuando Jesús habló sobre Su venida, se estaba refiriendo a Su regreso a la tierra para establecer Su reino. En aquellos días finales de la época y de la nación de Israel, la iglesia no aparece en escena porque habrá sido removida, en un período de guerras, grandes convulsiones y opresión, con una intensidad nunca experimentada en la historia, período llamado por Jesús mismo la gran tribulación. Leamos el versículo 4, donde
Jesús describió las características de esta época
"Respondiendo Jesús, les dijo: Mirad que nadie os engañe."
Esta frase describe las características de toda la época y constituye una advertencia de precaución ante el engaño, especialmente durante los días de la tribulación, cuando aparezca en Anticristo. El apóstol Pedro, en su segunda carta 2:1, advirtió lo siguiente: