Historia, pregunta formulada por IgnaciaGomez12, hace 4 meses

explica qué contradicciones halla el autor en el mall.

es urgente doy corona


jcernap: dame coronaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

Respuestas a la pregunta

Contestado por jcernap
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Respuesta:

El mall, la catedral del consumo

Es seguro que muchos lectores habrán vivido la experiencia de caminar en el interior de un

mall. Cada vez que lo hago siento esta sensación: la de estar en el interior de un laberinto. Nunca he

entendido por qué se me produce esa experiencia de perder el rumbo, de quedarme sin referencia, de

estar cegado y no poder encontrar la puerta de salida. Quizá sea porque el mall parece ser el mundo de

la variedad casi sin límites, pero en el fondo es el lugar de la repetición, donde todo se parece y es

difícil, por ello, encontrar los puntos cardinales.

Como se ha dicho, el mall y los créditos masivos son los dos principales dispositivos de

facilitación del consumo. Entre las múltiples significaciones del mall hay una que enfatizaré: el mall

como incitador del deseo.

El mall es un espacio privado con aspectos de espacio público, con acceso en apariencia libre,

pero sometido a discreto control, con sus entradas, salidas y circulación vigiladas por cámaras

invisibles. Pero esos guardias silenciosos parecen estar allí para otorgarnos protección, en ningún caso

para proteger las instalaciones. Sin embargo, ningún movimiento escapa a su mirada. Ese control

silencioso, pero eficiente, puede considerarse una metáfora del control social, cada vez más sofisticado,

de las sociedades en que vivimos.

Dentro del mall, los objetos se muestran, se exhiben, realizando la simulación de su

disponibilidad para quien quiera tomarlos. Los objetos se ponen en escena en medio del cuidado diseño

de las vitrinas, en un ambiente climatizado, con sanitarios en los lugares estratégicos. El lugar está

concebido para erotizar. Los objetos se insinúan, se ofrecen, parecen cobrar movimiento y vida. El

espectáculo de la muchedumbre agitada, con los ojos brillantes por el juego de procesar posibilidades,

opera como incitador, presiona los clientes vacilantes. Estos, después de múltiples vueltas innecesarias,

terminan por comprar lo menos pensado, pero algo siempre compran para sentirse en condiciones de

finalizar el rito. En el interior de ese espacio se produce el contagio de comprar, casi todos sienten las

sensación de estar siguiendo una corriente irresistible.

Los mall pertenecen al orden de los simulacros, producen la idea de un paraíso generalizados

del consumo. No obstante, todos aquellos que compran a crédito, después del placer instantáneo

conseguido con la credencial de cliente confiable, deben enfrentar el sacrificio y muchas veces el

purgatorio de los pagos mensuales. Como es obvio, el consumo es un verdadero paraíso para aquellos

cuyos salarios están más allá de la escasez. Ellos pueden consumir sin tomar en cuenta el valor,

considerando sólo a los objetos en sí mismos o aspectos tales como los espacios de sus casas o el uso

del tiempo.

Los mall lindan con la obscenidad. En ellos puede constatarse, mejor que en parte alguna, la

lógica capitalista del despilfarro. En ellos se observa palpablemente que la producción no se rige sólo

por necesidades, sino que también por la competencia siguiendo los vaivenes de la moda. Esto fuerza a

la continua renovación de objetos que no han terminado su ciclo de vida, pero que son desplazados por

cambios del gusto o, en el mejor de los casos, por cambios marginales de utilidad. En los mal se ve

cómo se malgastan recursos sin considerar la miseria de millones, sin tomar en cuenta los sacudones

internos que puede producir la inducción del deseo de consumir en ser

Explicación:

Contestado por herminiatoledor
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explica que contradicciónes halla el autor en el mall

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