Historia, pregunta formulada por casiqueee12, hace 10 meses

Explica porque el comercio fue importante para la corona española​

Respuestas a la pregunta

Contestado por soloface67
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Se conoce como Consolidación de Nueva España al período en el cual la Nueva España alcanzó su madurez y se consolidó como la principal posesión colonial de España;1​ logrando, incluso, un gobierno autónomo y una independencia total de su país compatriota.1​ Sin embargo, durante este período, España comenzó a perder su gran poder hegemónico como potencia mundial, debido a la decaída de su poderío naval, económico y político.2​ Dicha decaída, ocurrida en la segunda mitad del siglo XVII, fue propiciada por el puje de Inglaterra, Holanda y Francia en estos últimos aspectos.2​ A partir de 1665, la flota inglesa se apoderó de puntos estratégicos en el Mar Caribe (como Jamaica y Belice) y se estableció temporalmente en las costas de Tabasco, amenazando al Imperio español.2​ Mientras el poderío español se debilitaba, la Nueva España alcanzaba su madurez y, en la mitad del siglo XVII, se había consolidado ya como la principal posesión colonial de España; logrando una cierta autonomía política y económica respecto a su metrópoli.1​ Siendo así, los criollos novohispanos comenzaron a ocupar cargos administrativos y eclesiásticos de importancia —aunque rara vez los más altos—, lo que los llevó a adquirir un importante poderío económico en el comercio, la minería y las haciendas.3​ Por otro lado, las corporaciones civiles y eclesiásticas más importantes del virreinato, como la audiencia, los cabildos, el Consulado de Comerciantes de la Ciudad de México, la universidad, las órdenes religiosas, los pueblos indios y algunos gremios, afianzaron su preponderancia.4​

Durante el proceso de consolidación de Nueva España, destacó también un florecimiento cultural que marcó una etapa de apogeo.2​ A lo largo de ese siglo destacaron grandes pensadores, literatos y científicos de la talla de Bernardo de Balbuena (1568-1627), Juan Ruiz de Alarcón (1580-1639), Sor Juana Inés de la Cruz (1648-1695) y Carlos de Sigüenza y Góngora (1645-1700).2​ En gran medida la cultura alcanzó la cumbre gracias al arraigo y prestigio que habían logrado los diversos colegios administrados por las órdenes religiosas, en especial la de los jesuitas, y a la importancia académica que había alcanzado la universidad.

El poder alcanzado por los criollos novohispanos al iniciar el siglo XVI, así como la consolidación de las corporaciones, el crecimiento económico y comercial, el florecimiento cultural y la estabilidad política interna, fueron factores que otorgaron a Nueva España una determinada autonomía política y económica e incluso cierta grandeza con respecto de una metrópoli en franca decadencia.

Contestado por ChuchiD
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Dos flotas, compuestas por mercantes y galeones artillados, cruzaban anualmente el Atlántico rumbo a América en la denominada "carrera de Indias". A la llegada de esas flotas se celebraban grandes ferias en Veracruz, Cartagena de Indias y Portobelo. "De allí, -indica acertadamente Guillermo Céspedes del Castillo- las mercancías europeas en propiedad de los grandes mercaderes indianos se trasladaban a los máximos centros distribuidores: desde Veracruz a México, donde se almacenan, distribuyen y revenden a todo el virreinato del norte; Cartagena de Indias abastece a toda Nueva Granada; desde Portobelo, el cargamento de los galeones atraviesa el istmo de Panamá y en esta ciudad vuelve a embarcarse en la Armada del Sur hasta el puerto del Callao, para almacenarse y distribuirse desde Lima al resto de Sudamérica".

Las ganancias de los mercaderes en las tradicionales ferias que se realizaban en los puertos de destino de la flota eran inmensas, superando incluso el 400%. Luego, en los centros mineros y en los lugares más apartados los precios aumentaban aún más, permitiendo utilidades de hasta un 1.000% sobre el valor de origen de los productos llegados de Europa.

 

Paralelamente a la "carrera de Indias" en América se conformaron una serie de circuitos de tráfico intercolonial que revelan la existencia de una compleja red comercial todavía poco abordada por los estudiosos de estos temas. Los más importantes espacios económicos se constituyeron en el Caribe, en el Pacífico, en el Atlántico sur y en torno al eje Lima-Potosí-Buenos Aires. Considerando las dificultades que imponían el medio geográfico y la falta de una adecuada red de caminos, no nos debe extrañar que en tres de los circuitos mencionados se recurriera a la vía marítima para los intercambios comerciales.

 

Las principales transacciones se realizaban en el ámbito de las grandes ciudades, escenario de importantes ferias. Predominaban en ellas el trueque y las monedas sustitutas, como granos de cacao, pastillas de azúcar u hojas de coca. La gente transportaba las mercaderías a lomo de mula o en sus espaldas rumbo a los sitios ocupados para las actividades mercantiles. Muchas veces antiguos centros ceremoniales precolombinos se convertían en lugar de mercado semanal, atrayendo a los pequeños productores indígenas e integrándolos, de esa manera, a la economía colonial.

 

El tráfico interno permitió abastecer a los virreinatos y gobernaciones de alimentos que se producían en las distintas regiones de América y que no podían ser traídos desde Europa. Además, las relaciones económicas intercoloniales determinaron la especialización agropecuaria de gran parte del territorio americano. Así, las economías de muchos países latinoamericanos hoy en día revelan la permanencia de estas centenarias estructuras coloniales.

En el siglo XVIII se evidenció la pérdida de la hegemonía española en Europa y en los mares. Corsarios y piratas ya no podían ser detenidos por los galeones de la corona, debilitándose extraordinariamente el oneroso sistema de flotas anuales. Por otra parte, el aumento de la población de las Indias y la ineficacia del sistema comercial hispano frente a las cada vez mayores necesidades, propiciaron un exitoso contrabando. España requería de urgentes reformas para no perder sus mercados coloniales.

 

La primera medida del reformismo borbónico en el plano comercial consistió en la implantación de la derrota libre y del llamado navío de registro, a partir de 1740. Desde entonces, los comerciantes tras solicitar la autorización correspondiente podían hacerse a la mar por su propia iniciativa, reemplazando de tal forma a las tradicionales flotas. Gracias a ello se suprimieron innumerables trámites burocráticos y se agilizó el envío de barcos mercantes que aumentaron el volumen de los intercambios comerciales entre América y la metrópoli.

En 1765 se puso fin a la política de puerto único con centro en Sevilla y se autorizó el despacho de navíos hacia América desde nueve puertos españoles. Idéntico beneficio recibieron cinco islas del Caribe (Cuba, Santo Domingo, Puerto Rico, Margarita y Trinidad). No obstante, la medida más significativa fue el decreto del 12 de octubre de 1778 que dispuso el libre libre comercio entre los puertos de América y los de España.

 

Esta reforma, sin embargo, mantuvo la prohibición de negociar con puertos no españoles sin permiso real y siguió negando a las colonias la posibilidad de comerciar entre ellas con productos que pudieran competir con las mercancías elaboradas en España.

Si bien en términos generales el comercio aumentó, las colonias se vieron sumidas en una descapitalización visible en una balanza de pagos negativa que arruinó a muchos comerciantes americanos. Por otra parte, el proceso de la emancipación de las colonias impidió que las reformas cumplieran los propósitos que la monarquía había tenido al promulgarlas.

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