Explica por qué la política de los alemanes e italianos favorecía el estallido de la segunda guerra mundial
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Después de la llegada de los nazis al poder, el gobierno de Adolf Hitler condujo una política exterior que apuntaba a la incorporación dentro del Reich de personas de etnia alemana (Volksdeutsche) que vivían fuera de las fronteras de Alemania, a la dominación alemana de Europa occidental y a la adquisición de un vasto y nuevo imperio de "espacio para vivir" (Lebensraum) en Europa oriental. Hitler calculaba que la concreción de la hegemonía alemana en Europa demandaría entablar una guerra, especialmente en Europa del Este. Los eslavos “de raza inferior” deberían ser expulsados hacia el Este de los Urales, o de lo contrario esclavizados o exterminados. Además de la adquisición del Lebensraum, Hitler preveía que la “expulsión hacia el Este” destruiría el bolchevismo.
De 1933 a 1938, Konstantin von Neurath, diplomático de carrera conservador, se desempeñó como ministro de Relaciones Exteriores de Alemania. Durante su mandado, Alemania condujo una política revisionista dirigida a vencer las restricciones impuestas sobre ella por el Tratado de Versalles y a quitarle la iniciativa diplomática a Gran Bretaña y Francia. Alemania se retiró de la Liga de Naciones, comenzó un rápido rearme, firmó un pacto de no agresión con Polonia, volvió a adquirir el territorio de Saar mediante un plebiscito, ayudó militarmente a los partidarios de Francisco Franco en la Guerra Civil Española y volvió a militarizar la región del Rin.
De 1938 a 1945, Joachim von Ribbentrop, miembro del partido nazi y ex embajador en Gran Bretaña, tuvo el cargo de ministro de Relaciones Exteriores. Durante estos años, Alemania afianzó sus vínculos con la Italia fascista y con Japón al firmar el Pacto Anti-Comintern, dirigido a combatir el comunismo internacional, el Pacto de Acero (con Italia) y el Acuerdo de las Tres Potencias (con Italia y Japón).
En 1938, Alemania adquirió nuevos territorios mediante la amenaza de guerra. En febrero, Hitler presionó al canciller austríaco Kurt Schuschnigg para que firmara el acuerdo austríaco-alemán (Berchtesgaden Diktat) que incorporaba nazis al gabinete austríaco. El mes siguiente, Alemania llevó al cabo el Anschluss, la anexión de Austria. Entonces, Hitler comenzó a exigir una solución de la crisis de los Sudetes, un conflicto sobre la región homónima de Checoslovaquia ocupada mayormente por personas de etnia alemana. El 30 de septiembre de 1938, el Primer Ministro británico Neville Chamberlain (defensor de la pacificación), el Primer Ministro francés Edouard Daladier, el Primer Ministro italiano Benito Mussolini y Hitler firmaron el Pacto de Munich, mediante el cual se cedían los Sudetes a Alemania. En marzo de 1939, Alemania ocupó y desmembró el resto del estado checoslovaco.
En agosto de 1939, Ribbentrop firmó el pacto alemán-soviético de no agresión. Este acuerdo fue un alejamiento temporario de la política exterior de Alemania, que era normalmente anticomunista, y permitió a Hitler la libertad de atacar Polonia el 1 de septiembre de 1939 sin temor a la intervención soviética. Gran Bretaña y Francia, aliados de Polonia, declararon la guerra a Alemania el 3 de septiembre de 1939. La agresiva política exterior de Hitler causó el comienzo de la Segunda Guerra Mundial.