Historia, pregunta formulada por ossandonmartina4, hace 4 meses

explica en que consistio el proceso conocido como la abdicación de O'Higgins y su influencia en el desarrollo de los ensayos constitucionales
ayudaaa plisss doy coronita:)​

Respuestas a la pregunta

Contestado por Evelynstak11
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Respuesta:Este período abarca desde el fin del gobierno de Bernardo O'Higgins, el 28 de enero de 1823, hasta el 25 de mayo de 1833, fecha de promulgación, publicación y juramento de la Constitución Política de 1833.

A partir de 1823, el general Ramón Freire sucede a O'Higgins en el poder, ejerciendo el cargo de Director Supremo hasta 1826. Bajo su mandato se inician una serie de ensayos constitucionales que pretenden dar un orden jurídico y constitucional a la República. Surge así el Senado Legislador y Conservador que funciona hasta la promulgación de una nueva Constitución. Promulgada la Constitución de 1823, conocida también como la Constitución Moralista, se instala un Congreso Bicameral con clara preeminencia del Senado sobre la Cámara de Diputados. Sin embargo, esta Constitución resulta de difícil aplicación y es derogada. Dicha Constitución Política es obra de Juan Egaña, jurista, literato y político conservador.

Posteriormente y tras un largo debate en el Congreso Nacional, en el año 1826 dictan las Leyes Federales. El territorio de la República se divide en ocho provincias con sus respectivas asambleas provinciales e intendentes, electos por votación popular. Sin embargo, este nuevo ensayo institucional es abandonado al poco tiempo, en vista de las falencias en su funcionamiento y el excesivo gasto que impone al erario público. El impulsor de este cambio de régimen fue José Miguel Infante, abogado, político y periodista, diputado del Primer Congreso Nacional y miembro de la Junta Gubernativa de 1813, además de un ferviente independentista.

Explicación:

Contestado por adashinobenio797
1

Respuesta:

Explicación:

Las reformas emprendidas por el Director Supremo, el totalitarismo y la pérdida de privilegios tenían a los habitantes bastante disconformes.  

No se debe dejarse mentirle, O’Higgins era respetado por la élite y los habitantes, empero su permanencia en el poder suponía un riesgo para la paz. En palabras de Barros Arana “estimaban personalmente a O’Higgins, reconocían el valor de sus servicios, respetaban las cualidades de su patriotismo y de su carácter, y sin aprobar todos los actos de su regimen, y todavía condenando el desmesurado absolutismo de éste, habían llegado a convencerse de que su permanencia en el mando envolvía los más grandes riesgos para la paz pública y para la paz y estabilidad de la patria.”[1] Una guerra civil era una amenaza bastante real, tomando en cuenta el estado de las cosas, y la exclusiva salida simulaba ser la renuncia del Director Supremo.  

Aquél día los habitantes más influyentes de Santiago, se juntaron en enorme conjunto en la misma sala del inmueble del Consulado en donde se celebrase la Primera Junta de Regimen en 1810. La resistencia a concurrir se debía a la impresión que poseía O’Higgins que en el Consulado no se habían reunido personalidades relevantes, sino habitantes que se estaban dejando llevar por las pasiones del instante. Una vez que al final hizo acto de presencia frente a aquella asamblea, tomó la testera y preguntó a qué se debía dicha junta, recibiendo la contestación por don Mariano Egaña, quien según Barros Arana, le comentó: “El poblado, señor, comentó, estima en todo su costo vuestros relevantes servicios, y mira a V.  

Al final O’Higgins tuvo que ceder y tras pedir a la audiencia que designasen entre la concurrencia a las personas más respetables, continuó la junta con ellos a puerta cerrada.  

Ha sido frente a esta comisión frente a la cuál O’Higgins prometió dar el cargo frente a la autoridad que ellos estimasen que podría contener las pasiones del poblado y conservar el bienestar. Se acordó que el poder estaría en manos de una junta de regimen compuesta por don Agustín Eyzaguirre, don José Miguel Infante y don Fernando Errázuriz, quienes debían juntar un congreso a la brevedad. Se aprobó además otra comisión constituida por Juan Egaña, Bernardo Vera y Joaquín Campino, que fijaría las atribuciones  y facultades del nuevo regimen, que tendría un plazo de 6 meses para consumar sus fines y atenuar a las provincias.  

Se levantaron actas y fueron leídas en voz alta frente a la audiencia en pleno, nuevamente reunida en el salón del Consulado, y frente a la cuál, tras tomar los juramentos de estilo a los miembros de esta nueva junta, O’Higgins fue a esta: “Si no me fue dado, comentó, dejar consolidadas las novedosas instituciones de la República, tengo por lo menos la satisfacción de dejarla independiente e sin dependencia, respetada en el exterior y cubierta de gloria por sus armas victoriosas. Doy gracias al cielo por los favores que ha dispensado a mi regimen, y le pido que salvaguarde a los que hayan de sucederme.”[3] Barros Arana continúa el relato mencionando que O’Higgins se quitó la banda y la abandonó sobre una mesa, antecedente de seguir con su discurso, que siguió como se cita: “Ahora soy un fácil habitante.  

La escena que siguió a este discurso ha sido la del Director Supremo abriéndose la casaca con fuerza y exponiendo su pecho. La concurrencia, tal vez conmovida por los estos de O’Higgins, respondió el gesto con vítores de aprecio y muestras de cariño a la autoridad saliente, quien, al tener en cuenta que su presencia por el momento no era elemental, se despidió y se retiró del sitio.  

De esta forma, culminaba el regimen O’Higgins, quien prefirió renunciar al poder, anterior a hundir al territorio en un baño de sangre innecesario. No obstante la anhelada tranquilidad que se esperaba obtener con la partida del Director Supremo no arribó en lo inmediato.

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