expica el rol de los seres humanos como sujetos de derechos y deberes, por favor.
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el rol del grupo familiar en la educación de los hijos
Los padres son actores esenciales en la educación de los niños. Cómo deben acompañarlos. Lic. en CIencias de la Educación
Hemos desarrollado en artículos anteriores aquellos aspectos de la política y del Estado en torno a la tarea educativa. Pero otro de los actores fundamentales dentro del campo de la educación es la familia.
Cabe hacer algunas aclaraciones antes de ir al tema con respecto a las categorías familia y educación. Con relación a la primera, entendemos a la familia en un sentido amplio que incluye no solo los agrupamientos en torno a relaciones de filiación y cosanguineidad, sino también a aquellos grupos unidos por vínculos de afecto y de referencia. Respecto a la segunda, cuando hablamos de educación es cierto que generalmente la vinculamos inmediatamente a aquella que se despliega en el sistema educativo, es decir, la escuela.
Pero en un sentido amplio, la educación son todas aquellas acciones, formales, no formales e informales que contribuyen con el crecimiento y desarrollo de las capacidades humanas a lo largo de toda la vida de los sujetos. Entonces, el concepto es más abarcador va más allá de la escuela. Es más, las primeras intervenciones educativas comienzan en el núcleo de crianza de los niños: la familia, como la hemos definido.
Hechas estas aclaraciones, avanzamos en el asunto señalando que suele haber una tendencia a la responsabilización cruzada en forma acusatoria, la “culpa” es de los docentes, es del Estado, es de los padres… etc. En todo caso, “todos” estos actores son componentes fundamentales dentro del sistema educativo, y como actores tienen responsabilidades que les competen en la educación de los niños y los adolescentes.
Respecto a la familia, la ley 26.061 (ley de Protección Integral de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes) en su artículo 7° expresa sobre la responsabilidad familiar: en asegurar los derechos de sus hijos, principalmente en cuanto al cuidado, desarrollo y educación de manera integral. Por otra parte, la ley de Educación Nacional, en el artículo 129 también hace referencia a las obligaciones en las funciones parentales respecto de garantizar la educación de los hijos. No se trata solo de una expresión, sino que dichas responsabilidades están reconocidas en el ordenamiento jurídico vigente y por lo tanto adquieren carácter de exigibles. Es decir, no es una opción ni es un acto de buena voluntad. Son obligaciones emanadas de dichos derechos reconocidos en la legislación, y por lo tanto como padres tienen estas responsabilidades irrenunciables e indelegables.
Ahora bien, no basta con la forma legal, que no es menos importante, por cierto. Hay que generar interacciones que contribuyan a un mayor compromiso de los padres para con sus hijos. Cierto es que algunos padres están sobrecargados con las actividades laborales, lo cual limita y dificulta la dedicación de tiempo, como por ejemplo, concurrir a reuniones escolares a mitad de la mañana o de la tarde. En otros casos, los padres encuentran limitaciones para acompañar a sus hijos en las tareas extraescolares por su escaso nivel de instrucción logrado (analfabetos, primaria incompleta). Para los primeros, la escuela tiene que manejar otras opciones para lograr el encuentro entre padres y docentes (flexibilidad horaria, por ejemplo), en tanto que para los segundos, si bien existen instancias de apoyo escolar, públicas y privadas, es importante seguir fomentando políticas que signifiquen nuevas oportunidades para la finalización educativa de los adultos.
Para profundizar y fortalecer el papel de la familia en la educación, hay que darles el lugar a los padres, en lugar de tratar de “suplirlos. Esto emerge en la contradicción del docente-padre (la escuela el segundo hogar, la maestra, la segunda mamá), que por un lado reclama mayor presencia de los adultos, pero a la vez no amplía estrategias para favorecer el encuentro y los acuerdos con el universo de padres. En esta dirección estaremos arribando, así, a una educación en el sentido amplio que señalamos, y haciendo visibles y participes a los padres en las responsabilidades que les competen.
Hay que reclamar y exigirles a los padres en su papel, y cuando las condiciones de contexto sean un obstáculo, el Estado tendrá que generarlas a través de políticas pro activas, para que la exigibilidad sea en igualdad de condiciones.
Por supuesto, que como docentes, debemos desalentar y disminuir la idea de la escuela “guardería”, pretendiendo delegar lo indelegable: la educación de nuestros hijos
LOS DEBATES EN TORNO A LA FUNCIÓN SOCIAL DE LA EDUCACIÓN INTRODUCCIÓN
En la educación, por ser uno de los sistemas sociales con menos consenso respecto a la función social que la misma debe cumplir, se generan diversos debates.
Frente a dichos debates se originan diferentes posturas. Según Emilio Tenti Fanfani, es probable y es deseable que exista una pluralidad de puntos de vista y de poder.
Los padres son actores esenciales en la educación de los niños. Cómo deben acompañarlos. Lic. en CIencias de la Educación
Hemos desarrollado en artículos anteriores aquellos aspectos de la política y del Estado en torno a la tarea educativa. Pero otro de los actores fundamentales dentro del campo de la educación es la familia.
Cabe hacer algunas aclaraciones antes de ir al tema con respecto a las categorías familia y educación. Con relación a la primera, entendemos a la familia en un sentido amplio que incluye no solo los agrupamientos en torno a relaciones de filiación y cosanguineidad, sino también a aquellos grupos unidos por vínculos de afecto y de referencia. Respecto a la segunda, cuando hablamos de educación es cierto que generalmente la vinculamos inmediatamente a aquella que se despliega en el sistema educativo, es decir, la escuela.
Pero en un sentido amplio, la educación son todas aquellas acciones, formales, no formales e informales que contribuyen con el crecimiento y desarrollo de las capacidades humanas a lo largo de toda la vida de los sujetos. Entonces, el concepto es más abarcador va más allá de la escuela. Es más, las primeras intervenciones educativas comienzan en el núcleo de crianza de los niños: la familia, como la hemos definido.
Hechas estas aclaraciones, avanzamos en el asunto señalando que suele haber una tendencia a la responsabilización cruzada en forma acusatoria, la “culpa” es de los docentes, es del Estado, es de los padres… etc. En todo caso, “todos” estos actores son componentes fundamentales dentro del sistema educativo, y como actores tienen responsabilidades que les competen en la educación de los niños y los adolescentes.
Respecto a la familia, la ley 26.061 (ley de Protección Integral de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes) en su artículo 7° expresa sobre la responsabilidad familiar: en asegurar los derechos de sus hijos, principalmente en cuanto al cuidado, desarrollo y educación de manera integral. Por otra parte, la ley de Educación Nacional, en el artículo 129 también hace referencia a las obligaciones en las funciones parentales respecto de garantizar la educación de los hijos. No se trata solo de una expresión, sino que dichas responsabilidades están reconocidas en el ordenamiento jurídico vigente y por lo tanto adquieren carácter de exigibles. Es decir, no es una opción ni es un acto de buena voluntad. Son obligaciones emanadas de dichos derechos reconocidos en la legislación, y por lo tanto como padres tienen estas responsabilidades irrenunciables e indelegables.
Ahora bien, no basta con la forma legal, que no es menos importante, por cierto. Hay que generar interacciones que contribuyan a un mayor compromiso de los padres para con sus hijos. Cierto es que algunos padres están sobrecargados con las actividades laborales, lo cual limita y dificulta la dedicación de tiempo, como por ejemplo, concurrir a reuniones escolares a mitad de la mañana o de la tarde. En otros casos, los padres encuentran limitaciones para acompañar a sus hijos en las tareas extraescolares por su escaso nivel de instrucción logrado (analfabetos, primaria incompleta). Para los primeros, la escuela tiene que manejar otras opciones para lograr el encuentro entre padres y docentes (flexibilidad horaria, por ejemplo), en tanto que para los segundos, si bien existen instancias de apoyo escolar, públicas y privadas, es importante seguir fomentando políticas que signifiquen nuevas oportunidades para la finalización educativa de los adultos.
Para profundizar y fortalecer el papel de la familia en la educación, hay que darles el lugar a los padres, en lugar de tratar de “suplirlos. Esto emerge en la contradicción del docente-padre (la escuela el segundo hogar, la maestra, la segunda mamá), que por un lado reclama mayor presencia de los adultos, pero a la vez no amplía estrategias para favorecer el encuentro y los acuerdos con el universo de padres. En esta dirección estaremos arribando, así, a una educación en el sentido amplio que señalamos, y haciendo visibles y participes a los padres en las responsabilidades que les competen.
Hay que reclamar y exigirles a los padres en su papel, y cuando las condiciones de contexto sean un obstáculo, el Estado tendrá que generarlas a través de políticas pro activas, para que la exigibilidad sea en igualdad de condiciones.
Por supuesto, que como docentes, debemos desalentar y disminuir la idea de la escuela “guardería”, pretendiendo delegar lo indelegable: la educación de nuestros hijos
LOS DEBATES EN TORNO A LA FUNCIÓN SOCIAL DE LA EDUCACIÓN INTRODUCCIÓN
En la educación, por ser uno de los sistemas sociales con menos consenso respecto a la función social que la misma debe cumplir, se generan diversos debates.
Frente a dichos debates se originan diferentes posturas. Según Emilio Tenti Fanfani, es probable y es deseable que exista una pluralidad de puntos de vista y de poder.
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