estaría haciendo María? qué estará pensando?Cuáles serían sus sentimientos en estos precisos instantes? donde lo encontraría?
AYUDEN DOY CORONA
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Eclesiastés 9:5 dice Porque los vivos saben que morirán, pero los muertos no saben nada en absoluto ni reciben más recompensa, ya que todo recuerdo suyo ha caído en el olvido.
María solo fue una humana que estudiaba y atesoraba constantemente la palabra de Dios,ganando así el favor de Dios y formando parte del cumplimiento de la profecía del Mesías
Explicación:
Antes de anunciarle a María cuál sería su papel en el propósito de Dios, el ángel Gabriel la saludó con estas palabras: “Buenos días, altamente favorecida, Jehová está contigo” (Lucas 1:28). Otras traducciones vierten así su saludo: “Dios te salve, llena de gracia, el Señor es contigo”. En otra ocasión, María fue a visitar a Elisabet, quien al verla exclamó: “¡Bendita eres tú entre las mujeres, y bendito es el fruto de tu matriz!” (Lucas 1:42). ¿Sugieren estas expresiones que María debe recibir una reverencia especial?
Lo cierto es que no. Aunque la fe católica ha incluido los saludos de Gabriel y Elisabet en una oración que se reza a María, la Biblia en realidad no enseña que haya que dedicarle plegarias. Aquellos saludos sirvieron para reconocer el honor que se le había concedido a María de dar a luz al Mesías, pero de ningún modo daban a entender que hubiera que orarle. Esta creencia es totalmente ajena a las Escrituras. Lo que es más, cuando Jesús enseñó a orar a sus discípulos, dejó claro a quién deben dirigirse las oraciones, pues comenzó diciendo: “Padre nuestro que estás en los cielos” (Mateo 6:9).
JESÚS estaba predicando a una multitud cuando, de repente, una mujer le dijo a viva voz: “¡Feliz es la matriz que te llevó y los pechos que mamaste!”. Si Cristo hubiera querido que sus discípulos le rindieran culto a su madre, aquel era un momento ideal para decírselo. Sin embargo, él respondió: “No; más bien: ¡Felices son los que oyen la palabra de Dios y la guardan!” (Lucas 11:27, 28).
En realidad, Jesús nunca otorgó a su madre privilegios u honores especiales, ni tampoco les pidió a sus discípulos que lo hicieran.