ESCRIBO TRES IDEAS IMPORTANTES SOBRE EL PENSAMIENTO FILOSOFICO ACTUAL
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A la verdad nunca fue mi empeño discriminar los antecedentes filosóficos del profesor Gaos. La referencia a Lask no tuvo otra misión que poner de manifiesto que el dramático afán de superar en alguna forma la ciencia fundamental par excellence, ArribaAbajo La filosofía de la filosofía, declara el profesor Gaos, no es una disciplina superpuesta a la propia filosofía; es, por decirlo así un capítulo de esta última. «En toda filosofía -indica- hay dos partes: reflexiones sobre los valores (lo bueno, lo bello, lo santo, etc.)
Consideremos con gran cuidado este aserto, para exhibir con superlativa claridad su «sin sentido». Para tal propósito subrayemos una vez más, que el objeto fundamental de la filosofía radica en la determinación de lo que sean los valores de la cultura y sus leyes esenciales.
Es evidente también que, en tan elevada tarea, los filósofos consagran de continuo sus más caras energías espirituales, realizan una suerte de fenómenos psíquicos encaminados a la obtención de esta esencia
Veamos ahora en qué medida estas dimensiones pueden ser objeto de una reiterada reflexión. Tomemos, desde luego, la vertiente psíquica. En ella sí tiene sentido hablar de una reflexión de la reflexión como proyectándose hacia el infinito. Puedo recordar -revivir- estados de conciencia que ayer, en este lugar, experimentaba, y mañana, la serie de vivencias mentales que hoy surcan mi psique y así sucesiva e ilimitadamente. El recordar del recordar es, ciertamente, un hecho psíquico que no involucra contrasentido alguno.En la otra vertiente, en la del contenido de la reflexión filosófica, en cambio, no es posible esta suerte de reflexión de la reflexión. Enseña la teoría de la ciencia que todo conocimiento, incluso el filosófico, supone un punto de vista para constituirse (obtenerse). Sobre un hecho de la cultura, por ejemplo, es susceptible alcanzarse un «saber» histórico, psíquico, filosófico, etc., según sea el punto de vista desde el cual se le considere. Ante una misma escultura de Rodin, se puede, ora formular un juicio histórico, ora analizar las vivencias subjetivas del que se recrea en la obra maestra y, eo ipso, permanecer en la reflexión psicológica; ora, en fin, elevarse a la interpretación filosófica y constatar, pongo por caso, la esencia de lo bello. Ahora bien, el resultado de cada una de estas consideraciones no puede ser objeto de consideración de la misma consideración. La noción de belleza obtenida en la interpretación estético-filosófica de aquella creación del genio francés, sería radicalmente absurdo someterla a la misma consideración estética en tanto se preguntase, nuevamente, por la esencia de lo bello. Otra cosa es inquirir, sobre la noción ganada, otro conocimiento, tal vez, el de las relaciones de la belleza con los demás valores; pero aquí, huelga decirlo, ya se juzga desde otro punto de vista; ya no se trata, en la acepción rigurosa, de una reflexión de la reflexión. Esta exactitud conceptual, empero, es enturbiada, a veces, por la equivocación de las palabras. Cuando con holgada naturalidad se habla, de una historia de la historia, nunca se tiene en la mente la idea de la descripción histórica del mismo suceso cultural; se alude con claro designio a la historia de la ciencia histórica (di verso y posible objeto de consideración). La historia de la historia del mismo hecho histórico, quiérase que no, es un concepto absurdo. Y esto mismo vale de la supuesta filosofía de la filosofía, mutatis mutandis. Supóngase que se descubre este conocimiento: «la filosofía es la ciencia de los valores, que comprenden esa esencia, como quiere Dilthey, desde el lugar que ocupa en el mundo espiritual. Pregunto: ¿Tendría sentido lanzar otra vez más la misma consideración en torno a la definición descubierta? Evidentemente que no. Se puede, naturalmente, partiendo de la caracterización lograda, desenvolver progresivamente los otros problemas de la filosofía, quizá el de las partes de la filosofía, el de las relaciones de la filosofía con las demás ciencias y con la cultura entera, etc.; ArribaAbajoquien ha enseñado a los profesionales de la filosofía a ponderar más que nadie la importancia del pasado filosófico. Los grandes sistemas de todos los tiempos no son reliquias que el filósofo deba exhumar para rendirles, de vez en vez, el tributo de aniversario. Hay algo en ellos eterno, algo tan vivo que, poAsí, al paso que la historia de la filosofía cumple su cometido, en tanto reseña fielmente el origen y la evolución del pensar filosófico, compete a la filosofía, como ciencia de esencias -de leyes-, formular verdades independientes -a priori de toda vigencia temporal-.filosofía identificando ciencia fundamental e historia, nos parece, a todas luces, un esfuerzo fallido.