Escribimos cuál es la la enseñanza del texto leído. “LAS HORMIGAS Y EL TESORO”
Había una vez un hombre pobre que era muy amable con los animales y las aves. Sin embargo, por poca comida que tuviera, siempre apartaba unos cuantos granos de trigo para su loro, y tenía la costumbre de esparcir por el suelo, cada mañana, algunas migajas para las laboriosas hormigas, con la esperanza de que se dieran por satisfechas con el trigo y dejaran intactas sus pocas posesiones.
Y las hormigas estaban muy agradecidas por ello.
En la misma aldea vivía un hombre avaro que, por métodos astutos y deshonestos, había acumulado una gran cantidad de oro; oro que guardaba en gran tamaño en un rincón de su pequeña choza. El hombre rico pasaba el día y las noches sentado a la puerta de su choza, para que cuando se acercara algún pájaro, él le arrojaba piedra tras piedra, y aplastaba a cualquier hormiga que pudiera pasearse por las inmediaciones, pues detestaba a todas las criaturas vivas, y no amaba otra cosa salvo su oro.
Como era de esperar, las hormigas no sentían ningún cariño por el hombre avaro; y, después de que éste matara a un gran número de ellas, comenzaron a pensar en el modo de castigarle por su crueldad.
—Es una verdadera pena –dijo el rey de las hormigas– que nuestro amigo sea tan pobre, mientras que nuestro enemigo es muy rico.
Esto les dio a las hormigas una idea. Decidieron trasladar el tesoro del hombre avaro hasta la choza del hombre pobre. Para ello, excavaron un gran túnel. Un extremo del túnel estaba en la casa del hombre pobre, y el otro extremo del túnel estaba en la choza del hombre avaro.
En la noche en que el túnel estuvo terminado, una multitud de hormigas se puso manos a la obra para transportar el tesoro del avaro hasta la casa del hombre pobre; y, cuando llegó la mañana siguiente y el hombre pobre vio el oro amontonado en el suelo, se volvió loco de contento, pensando que los dioses le habían enviado una recompensa por tantos años de humilde trabajo.
El hombre pobre entonces colocó todo el oro en un rincón de su choza y lo cubrió con vestiduras elegantes para protegerlo.
Mientras tanto, el hombre avaro había descubierto que su tesoro se había reducido en gran medida. Alarmado por ello , no se le ocurría cómo podría haber desaparecido todo aquello, pues había estado vigilando la puerta de la choza en todo momento.
A la noche siguiente, las hormigas transportaron una gran porción de oro a través del túnel, y una vez más el hombre pobre saltó de alegría, en tanto que el avaro se encolerizaba al descubrir sus pérdidas.
Durante la tercera noche, las hormigas trabajaron mucho y consiguieron, finalmente, llevarse el resto del tesoro.
—¡Los dioses me han mandado mucho oro! –gritaba el hombre pobre, mientras escondía su tesoro.
Pero el hombre avaro convocó a sus vecinos y les contó que, a lo largo de tres noches, su trabajosamente ganado tesoro se había desvanecido. Insistía que nadie había entrado en la choza, salvo él mismo, y que, por tanto, debían de haberle robado el oro mediante brujerías.
Sin embargo, cuando todos registraron la choza, encontraron un agujero en el suelo, y descubrieron que aquel agujero era la entrada a un túnel. Era evidente que el tesoro había sido transportado por medio del túnel, y todo el mundo comenzó a buscar el otro extremo de éste. Finalmente, lo descubrieron en la choza del hombre pobre. Bajo las vestiduras nativas, en un rincón, encontraron el tesoro perdido.
En efecto el hombre pobre protestó en vano, diciendo que él no podía haberse metido por tan estrecho túnel, y declaró no tener ni idea de cómo el oro había ido a parar a su choza. Pero el resto de personas dijo que debía de haber algún hechizo mediante el cual había conseguido hacerse tan pequeño como para meterse a través del túnel por la noche hasta la choza del avaro.
Por su delito lo encerraron en la choza y atrancaron fuertemente la entrada, con la intención de quemarlo vivo al día siguiente.
Cuando las hormigas vieron lo que había ocurrido con su plan para ayudarle, se quedaron tremendamente perplejas y comenzaron a preguntarse qué podrían hacer para salvar a su pobre amigo de tan terrible muerte.
No se les ocurrió otra cosa que comerse la choza entera en la que el prisionero estaba confinado. Lograron hacerlo en unas cuantas horas, y el hombre pobre se quedó atónito cuando descubrió que a sí mismo estaba en un espacio abierto. Huyo corriendo a la selva y nunca más le volvieron a ver.
Cuando llegó la mañana siguiente y la gente vio que las hormigas habían estado trabajando, pues de la choza no quedaban más que algunos palos, dijeron entonces:
—¡Los dioses han tomado el castigo en sus propias manos! Las hormigas han devorado tanto la choza como al prisionero.
Y sólo las hormigas sabían que todo aquello no era cierto.
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Las hormigas y el tesoro' es una leyenda sobre la justicia, la generosidad y la avaricia. La historia parte de una leyenda de Nigeria, y es fantástica para hablar de ciertos valores con los niños. Ayuda a tu hijo a reflexionar sobre la necesidad de ser generoso y de evitar la avaricia y el egoísmo.
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