escribimos artículo de Opinión sobre adolescentes de la calle''
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Lejos de disfrutar del derecho “a un nivel de vida adecuado para su desarrollo físico,
mental, espiritual, moral y social”, la niñez en situación de calle1 sufre los efectos
acumulativos de la pobreza, el hambre, la disolución de las familias, el aislamiento
social y, con frecuencia, la violencia y el abuso. Obligados a valerse por ellos mismos
antes de adquirir una identidad personal o de madurar, y debido a que no cuentan con
la estabilidad necesaria para lograr confianza en sí mismos, ni con las aptitudes ni la
educación requeridas para hacer frente a los rigores que les impone la vida, las niñas
y niños en situación de calle corren grave peligro de caer en la prostitución, el consumo
de drogas y varias formas de conducta criminal. Esas actividades constituyen a veces
los únicos medios de supervivencia de los que disponen. Debido a que por lo general
no han tratado con adultos en quienes poder depositar su confianza, las niñas, niños y
adolescentes que se valen por sus propios medios pueden sospechar que los
ofrecimientos de ayuda que se les hacen son sólo intentos de capturarlos y retenerlos,
y pueden rechazar los servicios que más necesitan.
Según los informes de UNICEF, existen 100 millones de niñas y niños abandonados
en todo el mundo, de los cuales 40 millones pertenecen a América Latina. Con edades
que oscilan entre los 10 y 14 años, son condenados a intentar sobrevivir en el único
“hogar” que tienen disponible, esto es, las calles del continente.
“Niños de la calle” es un término general que se aplica a la niñez en alto riesgo de
las áreas urbanas, sin tomar en cuenta las diferencias entre ellos. No son todos
abandonados, y no todos viven en la calle. UNICEF distingue entre dos grupos de niños
según la situación de sus familias: La niñez “en” la calle es el grupo más grande.
Trabajan en las calles pero mantienen relaciones cercanas con sus familias. La mayoría
(aproximadamente un 75%) mantiene sus vínculos familiares, y aunque pasan mucho
tiempo lejos de ellos, sienten que tienen un hogar. Las niñas y niños “de” la calle
(aproximadamente el 25%) están sin hogar y tienen los vínculos familiares rotos debido
a la inestabilidad o a la desestructuración en sus familias de pertenencia. En algunos
casos han sido abandonados por éstas y en otros casos ellos mismos decidieron irse.
Comen, duermen, trabajan, hacen amistades, juegan en la calle y no tienen otra
alternativa que luchar solos por sus vidas.
Las investigaciones sobre la magnitud del problema es un asunto difícil. Los
estimados de los números de niñas y niños en situación de calle en América Latina varían
enormemente, en parte porque los investigadores no siempre están de acuerdo con la definición de niño “de” o “en” la calle y también porque las encuestas de hogares no
registran adecuadamente su existencia. También es difícil contarlos porque están
siempre trasladándose de lugar a lugar. Como consecuencia, los datos son insuficientes
y no confiables. Tampoco es fácil explicar el porqué algunos terminan en las calles y
otros no. A veces los padres mandan a sus hijos o hijas a las calles para mendigar, robar,
etc. Otras veces son los niños o niñas quienes eligen irse de casa para escapar de
situaciones de violencia doméstica.
La mayoría son consumidores e incluso adictos a los inhalantes, como el pegamento
de zapatero o los solventes industriales, que les generan una serie de problemas físicos
y psicológicos, incluyendo alucinaciones, parálisis o falta de coordinación motora,
edemas pulmonares, fallos en los riñones y daños cerebrales irreversibles.
Los Derechos Humanos y la niñez en
situación de calle
Aunque los avances jurídicos son
notables, la formulación de la política social
del Estado en torno a la niñez, y el papel de
las instituciones comprometidas evoluciona
favorablemente, no son suficientes ante el
elevado desconocimiento de los derechos
de los niños y adolescentes, que son los más
vulnerables ante la situación de miseria,
ignorancia, explotación, abuso, imprevisión,
y violencia que caracteriza un gran porcentaje
de la población de América Latina y el
Caribe. Es así como se encuentran en la
familia, la escuela, las calles, y los lugares
de trabajo, espacios donde se desconocen y
atropellan los derechos de la niñez,
obstaculizando su desarrollo integral.
Se podría decir que además de las
condiciones estructurales de la situación
socioeconómica de la región, el factor de
miseria se asocia a la falta de conciencia
frente a la humanización de las relaciones
entre los adultos, y de estos con los niños.
Por otra parte, el desamparo es el resultado
previsible de las políticas de los sectores
público y privado, que excluyen a los pobres
del desarrollo económico al mismo tiempo
que debilitan las redes de protección social
en nombre de «la competitividad global».
Explicación:
Espero te sirva!!