Escribe una crónica. ¿Cómo afectó el aislamiento a los eventos artístico-culturales
en el país?
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Explicación:Así impacta el coronavirus al sector cultural y de espectáculos
En medio de una pausa total y la creciente incertidumbre sobre cuándo retomará su actividad, el sector cultural alza su voz para sobrevivir. Con artistas y gestores, SEMANA analiza los impactos de una situación crítica.
El coronavirus impacta al sector cultural y de espectáculos Escenarios como el Movistar Arena y el Royal Center cancelaron, cada uno, de a 20 a 24 eventos. A estos se suman las fechas aún no anunciadas. Foto: FOTO: ISTOCK
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El arte y la cultura rescatan al individuo y a la sociedad en las peores circunstancias. Eso han demostrado una vez más durante estos días de crisis mundial y cuarentena. En países que ya sienten los sostenidos efectos de un aislamiento generalizado, como Italia y España, la gente ha mantenido su sentido de la conexión humana al salir a sus balcones a cantar, tocar algún instrumento o a escuchar a alguien más hacerlo. Por su parte, muchos artistas y ensambles han visto sus giras y temporadas terminar abruptamente, entre ellos Alejandro Sanz, Fito Páez, orquestas europeas, artistas colombianos y más. Pero en respuesta, han ofrecido espectáculos gratuitos y abiertos por internet, como gesto de agradecimiento y de compañía a la gente nerviosa y confinada que les sigue los pasos.
Esa dimensión vital de la cultura y su importancia en tiempos aciagos hacen que sea paradójico que las expresiones artísticas, y quienes le dedican su vida a crearlas, sufran tan fuertemente los efectos de esta pandemia. El espectáculo, hecho para hacer pensar a un público, para entretenerlo o llevarlo a otro lugar, no puede continuar.
En Colombia, la emergencia sanitaria llegó en el momento más efervescente del calendario cultural. Detuvo eventos masivos como la feria del libro más importante del país (Filbo 2020), el mayor festival de música privado (Estéreo Pícnic), y obligó a la organización de su festival de cine de mayor renombre internacional (Ficci) a detenerlo en plena marcha en Cartagena. La Leyenda Vallenata, en Valledupar, y el Festival de la Música Colombiana, en Ibagué, quedaron aplazados hasta nueva orden. Los teatros, en pausa; los cines, en su gran mayoría, cerrados, así como las ferias y los encuentros de literatura. La restricción, que por ahora se extiende hasta fines de mayo, un plazo más que optimista, dejó en el aire 493 espectáculos de música en vivo y 643 de teatro, cifras que solo cobijan a aquellos registrados en el Ministerio de Cultura. Tampoco incluyen muchos eventos ya gestionados para el segundo semestre pero aún no anunciados. Las librerías, por su parte, tratan de establecer canales de distribución alternativos para sus clientes.
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La industria cultural colombiana, en su gran mayoría, ya luchaba proyecto tras proyecto por cautivar a una audiencia difícil y seguir en marcha. Por eso, frente a estas circunstancias, las preocupaciones abundan a todo nivel. Desde los más esforzados teatros independientes hasta las compañías más consolidadas de espectáculos en vivo miden los golpes recibidos y los consideran devastadores.
En el caso de los conciertos, recibieron el impacto más fuerte aquellos empresarios que habían incurrido en costos de producción (el caso de Alejandro Sanz, Juanes y varias producciones teatrales en temporada). En el mejor escenario, podrán reprogramar, aunque tendrán que incurrir en gastos considerables. En el peor escenario, el de una cancelación, enfrentarán una falta de liquidez pavorosa.
El sector depende de medidas gubernamentales como las que en Francia y España han congelado cobros, protegido al empleado y al creador.
Para los emprendimientos y espacios culturales independientes, medianos y pequeños, sobrevivir ya era un milagro. Camilo de Mendoza, fundador de la librería Tornamesa, explica por qué, hasta justo antes de la cuarentena que empezó el viernes, siguió operando con muy serias precauciones: “Como todos los comerciantes, nos encontramos en una encrucijada. Quisiéramos no tener que exponernos ni exponer a nuestros empleados al contagio del virus. Pero si no vendemos, no tenemos cómo pagar los salarios y parafiscales de los 16 empleados, muchos de los cuales depende la supervivencia de sus familias”.
Camilo De Mendoza - Cofundador de Tornamesa
a compañía. La Sup