Escribe un Resumen o una Reseña con tus propias palabra del Cuento: "El Hombre que debía adivinarle la edad al diablo" del autor Javier Villafañe
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Nace Javier Villafañe el 24 de junio de 1909 en Buenos Aires y muere el 1 de abril de 1996 a los 86 años en su mismo país, después de haber recorrido casi el mundo entero, concreto como imaginario. Su producción literaria abarca poesía, cuento, teatro, historias; sus creaciones recibieron galardones dentro y fuera de su región natal, tan así que una plaza de la Habana en Cuba lleva el nombre de “Juanita y María”, personajes creados por él.
Con certeza puede decirse que toda escritura que pretenda ser para niños y adolescentes, ante todo tiene que hermanarse con la literatura, yo diría, mirarse en el mismo espejo. Jacques Lacretelle, afirma: “Un buen libro para niños no pertenece a los niños sino a la literatura en general”. El maestro y escritor Carlos Grasa nos da las siguientes explicaciones: “Escribir es jugar. Escribir es aceptar unas reglas de partida para construir algo que no está en las reglas, que se sitúa más allá de ellas y que pueda llevarnos incluso a la propia transgresión de las reglas”. José Gregorio González Márquez, sostiene que: “Para los niños, la fantasía constituye un entramado de visiones diferentes al mundo objetivo que conoce. Al adentrarse en el género fantástico vivifica las experiencias que quiere anidar en su yo interno. Crear entonces significa aventurarse en los ignotos rincones de lo mágico, de lo maravilloso, de lo irrealizable”
Apropiadas las afirmaciones de estos escritores, puesto que no olvidan que los niños son merlines del tiempo; son magos cuya sabiduría es tan imaginaria y tan realista que los mismos duendes quedan atónitos cuando se consiguen cara a cara con estos traviesos del mundo. Lo supo José Martí con sus Versos Sencillos o también con su Edad de Oro; Juan Ramón Jiménez con Platero y yo ;María Elena Walsh con Tutú Marambá; Morita Carrillo con Festival del Rocío; Germán Berdiales con Fabulario; José Gregorio González Márquez con Caballito de Madera y Tinta Invisible. Muchos libros más deberían estar en la memoria de nuestros educadores y escritores. Por supuesto también es obligante que estén en nuestras manos las interesantes selecciones que la escritora y especialista Laura Antillano ha realizado sobre algunos poetas venezolanos: Vicente Gerbasi, Andrés Eloy Blanco, Ramón Palomares y Gustavo Pereira, entre otros.
Con la experiencia y el soñar, Javier Villafañe fue creando obras donde pueden verse calles, árboles, niños, padres, animales, lluvias, nubes, madres, libros, títeres, montañas, y todo aquello que rodea a un fiel caminante; olvidaba mencionar que en esos libros, jamás falta el amor y la solidaridad.
En El gallo pinto, canciones ilustradas por niños de su país, conseguimos una serie de poemas donde la humanización alimenta las palabras, dándole más que la misma vida: Veamos un fragmento de Ronda del sapo y la rana
“¡A la ronda ronda
debajo del agua!
¡A la ronda ronda
qué bien que se baila
en el casamiento
del sapo y la rana!
¡Tan ! ¡Tin ! ¡Tan ¡
debajo del agua
¡ A la ronda ronda
qué bien que se baila ¡
¡Paso! ¡Paso! ¡Paso!
que la novia pasa,
corona de azahares
y la cola larga.
La novia que lleva
Anillos de agua.
¡Tan! ¡Tin! ¡Tan!
suenan las campanas.”
481482_321225001341689_1296549602_nEs importante señalar que las canciones, generalmente poseen estribillos y pueden tener combinaciones de rima y metro, suelen utilizarse en juegos, dramatizaciones, etc… Goza este poema onomatopeyas, imágenes, reiteraciones, y otras figuras retóricas.
Pablo Medina en Javier Villafañe (Biografía y selección literaria) nos comenta: “El paisaje y la gente entrerriana ejercieron desde el principio un gran poder de seducción en su creatividad. En estos lugares se encontró con el sapo soñador y el caballo que le cortaron la cola.” Sobrada razón tiene este escritor, puesto que casi toda la producción literaria de Villafañe está impregnada por las aguas de las imágenes visuales, los ojos van de aquí allá, y de aquí allí, se alimenta del entorno y le pone las palabras adecuadas para dejar un texto que camine la eternidad; la verdadera literatura.
En Repertorio de lecturas para niños y adolescentes, la especialista en esta materia, Frida Schultz de Montavani, explica. “¿Qué niño no habrá estado presente, por ejemplo, en las bodas del sapo y la rana, cuando Javier Villafañe leyó la canción en Córdoba o en Misiones?. Los niños dibujaron una ronda de asistentes a la fiesta, todos de caras verdes, con los renacuajos, por escrupulosos turno vestidos de falda y pantalón. Los árboles de diferentes medidas, también asistieron al acontecimiento; y la luna, en el fondo, era más azul que el agua”. Así iba este creador por muchas regiones, de norte a sur y de este a oeste, llenando de colores y vida, no tanto a la imaginación, sino también a las cosas que lograba captar con la ayuda siempre de los mágicos diablillos.
Ahora leamos un fragmento de Romancillo del viejo ratón: