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– El niño que remó contra la corriente
Inicio
José Manuel era un niño de casi siete años que vivía en un pueblo costero a orillas del mar Caribe. El lugar era hermoso, tenía uveros por montones y también palmeras, y muchos barcos en la playa, pues era una villa dedicada desde hacía muchos años a la pesca.
El padre de José se llamaba Pedro, y era pescador, al igual que su abuelo, su bisabuelo, y una larga lista de ancestros antes que él. Su familia era una de las más distinguidas por toda la región por ser los encargados de pescar al tiburón cazón, una de las especies más ricas y solicitadas por los compradores que se acercaban y los habitantes del mismo pueblo.
Nudo
Todo iba bien hasta el día del cumpleaños de José Manuel, un 5 de diciembre de 1989. Resulta que en el pueblo donde vivían, como era costumbre, a los 7 años se iniciaba al niño en las labores de pesca. Luego de cantar el cumpleaños, el papá del niño lo llevó a un barco y le dijo: “Hoy comenzarás la tradición familiar, empezarás en tu oficio”.
Después de eso pasó lo inesperado, algo que conmocionó a todos. José Manuel, al instante y sin pensarlo, dijo: “No, papá, no lo haré, seré escritor y no pescador”. El papá del niño se puso pálido, no podía creer lo que escuchaba. Años y años, y generación tras generación de tradiciones echadas a un lado en un momento.
Sí, José remó contra la corriente, pero esto no era tan raro como parece, ya que la abuela del niño, doña Onorina, era amante de la literatura, y desde que el pequeño era un bebé, la viejecita le leía historias y cuentos. Ella misma le enseñó a leer y a escribir, mientras su padre iba a pescar y su madre hacía las labores del hogar.
Desenlace
Pese a lo difícil que fue para gran parte de la familia aceptar la decisión de José Manuel, la respetaron. Si bien el niño era muy pequeño, tenía una convicción increíble.
Lo cierto es que con el pasar de los días a José lo inscribieron en una escuela de un pueblo vecino, a la cual se iba día tras día acompañado de su amada abuela Onorina.
Años después la decisión que tomó José sirvió para que su familia fuera recordada, así como sus tradiciones. Él se volvió cronista y escritor, describió cada detalle de sus costumbres e inmortalizó las historias de su pueblo y su gente.
Fin.
Inicio
José Manuel era un niño de casi siete años que vivía en un pueblo costero a orillas del mar Caribe. El lugar era hermoso, tenía uveros por montones y también palmeras, y muchos barcos en la playa, pues era una villa dedicada desde hacía muchos años a la pesca.
El padre de José se llamaba Pedro, y era pescador, al igual que su abuelo, su bisabuelo, y una larga lista de ancestros antes que él. Su familia era una de las más distinguidas por toda la región por ser los encargados de pescar al tiburón cazón, una de las especies más ricas y solicitadas por los compradores que se acercaban y los habitantes del mismo pueblo.
Nudo
Todo iba bien hasta el día del cumpleaños de José Manuel, un 5 de diciembre de 1989. Resulta que en el pueblo donde vivían, como era costumbre, a los 7 años se iniciaba al niño en las labores de pesca. Luego de cantar el cumpleaños, el papá del niño lo llevó a un barco y le dijo: “Hoy comenzarás la tradición familiar, empezarás en tu oficio”.
Después de eso pasó lo inesperado, algo que conmocionó a todos. José Manuel, al instante y sin pensarlo, dijo: “No, papá, no lo haré, seré escritor y no pescador”. El papá del niño se puso pálido, no podía creer lo que escuchaba. Años y años, y generación tras generación de tradiciones echadas a un lado en un momento.
Sí, José remó contra la corriente, pero esto no era tan raro como parece, ya que la abuela del niño, doña Onorina, era amante de la literatura, y desde que el pequeño era un bebé, la viejecita le leía historias y cuentos. Ella misma le enseñó a leer y a escribir, mientras su padre iba a pescar y su madre hacía las labores del hogar.
Desenlace
Pese a lo difícil que fue para gran parte de la familia aceptar la decisión de José Manuel, la respetaron. Si bien el niño era muy pequeño, tenía una convicción increíble.
Lo cierto es que con el pasar de los días a José lo inscribieron en una escuela de un pueblo vecino, a la cual se iba día tras día acompañado de su amada abuela Onorina.
Años después la decisión que tomó José sirvió para que su familia fuera recordada, así como sus tradiciones. Él se volvió cronista y escritor, describió cada detalle de sus costumbres e inmortalizó las historias de su pueblo y su gente.
Fin.
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