escribe las adaptaciones de vestuario, alimentación y vivienda que debe tener un ser humano para adaptarse a las siguientes zonas zona ártica, zona desértica, zona costera en el campo y en la ciudad
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Abordamos la discusión sobre la adaptación del hombre al desierto en tiempos prehispánicos en los valles de Arica; hacemos referencias a los hallazgos que nos permiten hacer una discusión sobre cómo el hombre pudo resolver los problemas de subsistencia y por ende adaptación al medio desértico. Finalmente planteamos una discusión sobre los sistemas organizativos económico y social que emplearon las poblaciones Azapa a partir del desarrollo aldeano, enfatizando las estrategias de adaptación y explotación a los ambientes de zonas áridas.
Palabras clave: desierto, Arica, adaptación, cultur
La adaptación del hombre a los valles de Arica, enclavados estos en el gran desierto de Atacama, Chile, se vincula desde sus orígenes con el profundo conocimiento del medio, de tal manera que conocer, explotar e integrar las áreas ecológicas el espacio fue una forma de vida. Al respecto Murra (1972), al definir el modelo de complementariedad ecológica en los Andes, enfatiza la importancia de la configuración ecológica en el contexto de la organización estratégica llevados a cabo por las poblaciones andinas.
E
Escenario geográfico
Chile, forma parte del grupo de países sudamericanos que se les denomina “Países Andinos“, debido a que su armazón continental está conformado por la cordillera de los Andes. Sin embargo, podemos distinguir en Chile, especialmente en el norte grande otras formas de relieve conformadas por tres grandes unidades morfológicas que son Cordillera de la Costa, Depresión Intermedia y Cordillera de los Andes, las dos primeras unidades enclavadas en el Desierto de Atacama.[5]
Fig. 1. Perfil altitudinal de los pisos ecológicos del extremo norte de Chile
El Desierto
La Cordillera de la Costa comienza a elevarse 20 km. al sur de la Ciudad de Arica, en el Cerro Camaraca. En el litoral toma el aspecto de un imponente muro, formado por un acantilado que alcanza una altura de 900 mts., constituyéndose en uno de los acantilados del litoral más alto del Pacífico.[6] La caída a plomo sobre el océano Pacífico impide el desarrollo de grandes llanuras o planicies litorales, las que recién comienzan a insinuarse al sur de la ciudad de Iquique. Esta cordillera tiene un ancho medio de 50 km. y culmina en la sierra Vicuña Mackenna que alcanza los 3.018 m. de altitud, área donde comienza el llamado Norte Verde.
Por su altitud, constituye una barrera efectiva desde el punto de vista climático. La Camanchaca o bruma matinal, que cubre todo el litoral, aporta un poco de humedad para que crezcan plantas xeromorfas extremas como: cactaceas y tillandsias, que crecen en los cerros de la costa. En esta cordillera se hallan una serie de cuencas o pampas que están tapizadas por una costra salina formando el desierto costero, lo que implica la falta casi total de lluvias y la ausencia de suelo vegetal.[7] La aridez del clima, es causada por la corriente fría de Humboldt que transporta aguas frías de sur a norte y por los vientos del oeste.
Desde el punto de vista geográfico se caracteriza por una franja costera abrupta, con grandes acantilados y recursos de agua dulce, tanto de vertientes como de desembocaduras de ríos que permitieron, junto a la gran riqueza de la fauna marítima, una temprana adaptación humana que fue cada vez más eficiente.[8] Hacia el extremo norte, de ésta cordillera desembocan algunos ríos dando origen a la conformación de los valles costeros tales como Lluta, Azapa, Chaca y Camarones.[9] Esta interconexión geográfica valle-costa en el extremo norte de Chile, determinó que el hombre prehispánico tuviera a su disposición variados aportes energéticos, tanto del mar como de los valles, facilitando además los desplazamientos hacia las tierras interiores.
A medida que avanza la cordillera de la costa hacia el sur, su conformación se interna hacia el oriente, originando cuencas intermedias o salares como Soronal y Santa Lucía, con aguadas o napas subterráneas muy cerca de la superficie, que fueron utilizadas por las poblaciones prehispánicas en sus desplazamientos entre la costa y las quebradas intermedias.