Escribe de Man sintética en tu cuaderno sobre las lecciones aprendidas de covid-19 y las recomendaciones a las ciudadanas y ciudadanos
No escriban por gusto que notificó abuso
Respuestas a la pregunta
Respuesta:El alcance mundial de la crisis causada por la explosiva expansión del virus SARS-CoV-2, el agente causal del COVID-19, es una nueva demostración de los riesgos en esta era de ‘globalización’, en la que un fenómeno que tenga lugar en un rincón remoto de un continente puede tener consecuencias en el otro extremo del mundo apenas unos días (o incluso horas) después. En este contexto la expresión “enfermedad emergente”, utilizado para referirse a aquellas enfermedades cuya frecuencia aumenta de manera explosiva en una región y/o población en la que antes no circulaba, es un término cuyo uso ha aumentado exponencialmente en las últimas décadas. Su creciente utilización se deriva de la gran multitud de ejemplos de agentes infecciosos capaces de causar enfermedades importantes para el hombre que han aparecido (“emergido”) en las últimas décadas en distintos puntos del globo, enfermedades que o bien no se conocían anteriormente o se consideraban exóticas en regiones en las que han sido descritas por vez primera. Este fenómeno no es nuevo (y la historia da cuenta de numerosos episodios de emergencia en el pasado), pero son los casos más recientes los que mejor conocemos. Los virus del SIDA, influenza aviar altamente patógena, Ébola, Hendra, Nipah, MERS-CoV o SARS-CoV-1, son ejemplos de patógenos emergentes que ponen de manifiesto una de sus características principales: tienen su origen en los animales, de los que saltan al hombre por la coincidencia de una serie de factores; una coincidencia desafortunada, pero, a la vista de los hechos, cada vez menos improbable. Dos de los ejemplos anteriormente citados – los virus causantes del SARS (Severe Acute Respiratory Syndrome) y MERS (Middle-East Respiratory Syndrome) – son buenos ejemplos del riesgo que suponen este fenómeno de emergencia de nuevos patógenos, ya que pertenecen a la misma familia (los famosos coronavirus) que el agente causal del COVID-19. Uno de los bulos que circula por internet en estos días hace referencia al posible origen del SARS-CoV-2 en un laboratorio, justificando esta teoría en la existencia de experimentos realizados con coronavirus en laboratorios de alta bioseguridad, tales como el Instituto de Virología de Wuhan, ciudad donde se detectó el foco primario de la pandemia. Sin embargo, la capacidad de emergencia de los coronavirus como nuevos patógenos humanos ha quedado ya demostrada en este todavía joven siglo XXI por los virus causantes del SARS y MERS, si bien en el número de casos de infección notificados hasta la fecha (8.096 y 2.494 respectivamente de acuerdo con los datos de la OMS1) palidecen al lado de las cifras de la pandemia de COVID-19.
90 casos de COVID-19 (y 14.555 muertes atribuidas a esta enfermedad), a un ritmo superior a 1.000 casos diarios desde el 13 de marzo, un día antes de que se instaurara en el país el estado de alarma destinado a frenar en lo posible la evidente transmisión comunitaria. No hay duda de que el número de personas infectadas es sin embargo muy superior, de modo que, de acuerdo a modelos basados en el número de muertes atribuidas a la enfermedad, en once de los países con mayor circulación del SARS-CoV2 en Europa (Austria, Bélgica, Dinamarca, Francia, Alemania, Italia, Noruega, Suecia, Suiza, Reino Unido y España) el total de personas infectadas el 28 de marzo podría oscilar entre los 7 y los 43 millones de personas (mientras que el número de casos notificados en estos países a 29 de marzo no superaba los 350.000 casos). De acuerdo a dicho modelo en España el porcentaje de personas infectadas a finales de marzo podría oscilar entre el 3,7 y el 41%, por lo que incluso tomando como valor posible el extremo inferior de las estimaciones de dicho modelo el número de personas que habrían tenido contacto con el virus hace más de una semana superaría sobradamente el millón y medio (y podría haber rondado, de acuerdo a las estimaciones medias, los siete millones). Estos números dan idea, por una parte, de la gran dimensión que ha alcanzado este problema en nuestro país, y de la gran incertidumbre que aún existe sobre el grado de extensión de la infección y su letalidad (evidente en el enorme rango de valores posibles estimados hasta la fecha), por otra.
dame una corona plis