Historia, pregunta formulada por diegoalexanderparrat, hace 7 meses

escribe 2 ideas sobre el tema leído Conquistadores españoles

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Contestado por jaqui211991
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La Conquista de América, de Tzvetan Todorov, es una interesante contribución al análisis de la historia del llamado "encuentro de dos mundos". No obstante, las líneas de análisis que sigue el autor en esta obra son más que historiográficas y se ubican en el campo de la filosofía, y más concretamente en el de la antropología, desde donde retoma las preocupaciones clásicas sobre el Otro. Estas líneas de análisis son: el descubrimiento del Yo es posible sólo a través del descubrimiento del Otro, el cual es solamente una abstracción construida por el Yo; otra establece: el pasado anuncia al presente, y como parte de la búsqueda del Yo actual, es importante el estudio del Nosotros en el pasado.

A partir de estas líneas, Todorov se propone demostrar en este trabajo lo siguiente: 1) que la conquista de América vaticina y establece nuestra identidad presente y nuestra nueva relación con el Otro, y 2) que el triunfo de la Conquista se debió, primero, al "arte de la adaptación y la improvisación" de los conquistadores; segundo, a su superioridad en la comunicación de los signos, y tercero, al hecho de que en las múltiples combinaciones de la tríada amor-conquista-conocimiento (sobre el Otro) subyacía la firme convicción de la superioridad europea y, consecuentemente, de que había que asimilar a los nativos.

En síntesis, las partes de esta obra son: "El descubrimiento de América", en donde el autor nos habla de las motivaciones de la empresa interoceánica de Colón y de su relación con el Otro; "La Conquista", en donde discute sobre las posibles razones de la victoria europea, y también acerca del tipo de relación que los conquistadores establecieron con los nativos, y finalmente "El Epílogo", en donde el lingüista, filósofo e historiador búlgaro discierne sobre las enseñanzas del proceso descubrimiento-conquista en su conjunto.

Tzvetan Todorov reside actualmente en Francia, en donde dirige el Centro de Investigaciones sobre las Artes y el Lenguaje, en el Centro Nacional de Investigaciones Científicas (CNRS). Entre su abundante obra se encuentran Frágil felicidad, Nosotros y los otros, Benjamin Constant, El jardín imperfecto y El espíritu de la Ilustración. Esta reseña es presentada aquí con el propósito de destacar la importancia de este autor en el campo de las ciencias sociales, en el que le fue concedido el Premio Príncipe de Asturias en 2008 por representar "el espíritu de la unidad de Europa, del Este y del Oeste, y el compromiso con los ideales de libertad, igualdad, integración y justicia". La obra que se reseña y comenta aquí fue publicada por primera vez en francés, en París, en 1982; en español, fue publicada en México por Siglo XXI en 1987. En este idioma, La Conquista de América. El problema del otro va en su decimotercera edición.

 

El Descubrimiento de América

Es un lugar común afirmar que el afán de encontrar nuevos mundos tenía como principal motivación la apertura de nuevos mercados, la incorporación de nuevas áreas de explotación colonial y, en corto, el enriquecimiento de los hombres que se sumaron a las distintas circunnavegaciones de la época. Todorov, sin embargo, afirma que a estas motivaciones habría que sumar la del "servicio a Dios; la del simple regocijo de contemplar a la naturaleza, y la necesidad de buscar nuevas historias que contar. Así, lo divino, lo natural y lo humano, fueron los ejes sobre los que giró la empresa del llamado Descubrimiento de América" (p. 14). A decir de este autor, Colón deseaba sobre todas las cosas difundir la religión católica alrededor del mundo, razón por la cual expresó en repetidas ocasiones su deseo de reconquistar Jerusalén. Sabía, sin embargo, que para tal empresa requería de vastos recursos materiales, los cuales pretendía encontrar en el Nuevo Mundo. De esta manera, los propósitos religiosos y de enriquecimiento eran complementarios para el explorador genovés. Pero, además, en repetidas ocasiones Colón afirmó que, aun cuando no hubiera ninguna recompensa material para sus travesías, la sola posibilidad de observar las bellezas de estas tierras (lo verde de sus bosques y los diversos colores de los pájaros) ya constituía en sí una recompensa. Esta pasión por la naturaleza del navegante europeo queda de manifiesto en sus diarios de viaje, llenos de descripciones detalladas de animales y plantas. Finalmente, Colón deseaba enormemente ocupar el lugar que Marco Polo había dejado como relator de historias épicas, pues después de todo sus mismas travesías se inspiraban por las historias de su predecesor (p. 13).

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