Escribe. 15 palabras. Osupasegmentales ayuda. Porfavor. Es para hoy.
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HÉCTOR G. BARNÉS
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10/06/2015 16:55 - ACTUALIZADO: 08/02/2016 16:49
Si de verdad aprecias a tu jefe y consideras que mereces un ascenso, puedes agasajarlo llamándole cultipicaño. Si quieres meterte con tu suegra, quizá llamarla virago sea una buena idea. Y si no aguantas más, avisa a tus compañeros: estás tan furiente que tienes ganas de empezar una pelamesa con los trapalones que te rodean. Lo más probable es que termines de patitas en la calle, recibas una paliza o mueras envenenado o, si tienes suerte, que no entiendan nada de nada. En realidad, has llamado “culto y pícaro” a tu jefe, “mujer varonil” a la progenitora de tu esposa y has dicho que estás tan enfadado que tirarías del pelo a los bocazas de tus compañeros.
La última edición del diccionario de la Real Academia de la Lengua recoge 93.111 palabras, de las cuales, utilizamos unas 5.000. Ello nos deja casi 90.000 palabras por descubrir para incorporar a nuestro habla diaria. En El pequeño libro de las 500 palabras para parecer más culto (Alienta), un diccionario de bolsillo a lo libreta Moleskine, Miguel Sosa recoge un puñado de términos cuyo uso nos hará parecer un poco más sabihondos o, al menos, nos ayudarán a desconcertar a nuestro interlocutor. Además, nunca está de más conocer ciertos términos, no vaya a ser que nos caiga una palabra como “catáfora” en la prueba de acceso a la universidad. Seleccionamos 15 de estos términos que, como asegura el autor, no están anticuados ni desfasados. Simplemente olvidados.
Alipori: coloquial, “vergüenza ajena”.
Muy pocos idiomas han proporcionado un nombre a esa turbación que sentimos cuando alguien se empeña en arrastrar su dignidad por el fango. No sólo podemos emplear la fórmula “vergüenza ajena” para referirnos a ello, sino también “alipori”, aunque hay quien lo escribe sin la a, es decir, “lipori”, como es el caso de Julián Marías.
Baldragas: “hombre flojo, sin energía”.
Este término proviene del árabe “hatraq”, que significaba “charlatán”, y se empleaba a menudo en el siglo XIX como insulto. “¿Habrá osado mirarte frente a frente ese baldragas?”, se preguntaba uno de los personajes de José María de Pereda en el relato «Blasones y talegas», que formaba parte del libro Tipos y paisajes. Un buen sinónimo para el “hombre blandengue” que acuñó El Fary.
Caire: “dinero,
Explicación: NOSE MAS